jueves, 3 de mayo de 2018

CENTRIFUGADO EN PROGRAMA CORTO

              España es, para esta jauría de mafiosos, un puñetero Pazo de Meirás desfalcado a sus legítimos dueños por el tramposo procedimiento del abuso de poder. ¿O violación? Que lo decidan antes de que tome cartas en el asunto la Audiencia de Navarra.  Vomita la radio noticias sin cesar. Un hombre asesina a su pareja por el procedimiento de la maté porque era mía. Una manada de retrasados mentales apalea a una pareja gay por el procedimiento xenófobo de contranatura. Una chusma revienta una concentración por el procedimiento patriótico de una, grande y libre. El procedimiento, siempre el procedimiento como retrato de una sociedad lacrada, equivocada, marcada por la exacerbada presunción de verdad absoluta que impera en el pensamiento único del que participa.

            No hay nada como observar para comprender. Ya nada nos queda en los bolsillos y caemos en la cuenta de que fuimos tan gilipollas como para confiar en ellos. Él no, pero las consecuencias también las sufre. Sin embargo, ese alma de hijosdalgo tan incardinada en nuestro genoma de españoles erráticos nos empuja a errar de nuevo y aupar, según cuentan las encuestas, ese bodrio estadístico manipulable y manipulado casi siempre, a la nueva hornada de ultraliberales al acecho de nuestro último atisbo de dignidad. Y de nuestro último euro. Esa falsa humanidad de los que se dicen buenos, cantaba el poeta Sherpa. ¿Hasta qué punto de degradación moral hemos llegado que somos capaces de seguir con nuestras vidas, la mayoría de mierda, en lugar de voltear de un guantazo tanta miseria ética de una parte de la clase política y de esa parte de la sociedad que la mantiene en el poder?, se pregunta.

            Somos mediocres hasta para eso, concluye. Hemos pasado de la juventud democrática, celebradora y entusiasta, al ocaso más decrépito en tan solo cuarenta años. Como esos jóvenes que se niega a crecer para llegar, de pronto, a la madurez inhóspita del que creía que nunca llegaría y se encuentra con que no sabe manejarla. No pasa nada. Por el bullicio que llega a través las ventanas, la humanidad entera se vuelca en sus quehaceres cotidianos esperando el nuevo esperpento político o judicial que sustituya al, ya, viejo. La pastosa realidad se masca como un chicle eterno, sin sabor ya de tanto trasiego bucal. Oralidad felatoria hacia una forma de ejercer el poder del que no somos capaces de desprendernos. Hay que salir ya hacia el abismo existencial diario y enfrentarse a esa manada multidireccional, multidisciplinar, multitudinaria, ya que no son cinco solamente, que obstaculiza el criterio racional de supervivencia y que formaliza con su actitud el contrato de siervos que les han presentado y que han acatado con pasmosa rapidez.

            Peroran algunos intelectuales, inquietos y nerviosos, sobre la respuesta social acaecida en lo que no es más que la voz de alarma corporativa ante una posible sustitución de sus vaguedades-guía, de la que viven, por la acción directa. Dos mil años para obtener la conclusión de que quienes estaban en la caverna, la del mito, eran los intelectuales del futuro. Cabreado, piensa si lo mejor no sería meter en la lavadora una buena ostia y centrifugar al máximo.

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