lunes, 30 de diciembre de 2013

LA GAVIOTA DEL MISTERIO


Un año que va terminando. Durante el mismo hemos asistido impasibles a la deconstrucción del “supuesto” estado del bienestar del que “supuestamente” disfrutábamos, tal y como el gran Ferrá Adriá deconstruyó la tortilla de patata, dejándola hecha unos zorros y sumiéndonos en la más absoluta perplejidad gastronómica. Poco a poco hemos sido despojados de los derechos mínimamente fundamentales que se presuponen en un estado libre y democrático a manos de una oligarquía política y económica caciquil donde las haya, haciéndonos retroceder treinta años a tal velocidad que tal parece que tuvieran en su poder el transportador de neutrones de la nave Galáctica.
Y puede que sea eso precisamente. Episodios del calibre del “relaxing cup of café con leche”, de la irrepetible alcaldesa de Madrid durante la presentación de la candidatura de la ciudad a las Olimpiadas, las explicaciones sobre las “indemnizaciones diferidas y simuladas en el tiempo”, de la radioactiva secretaria general del partido popular, el “yo no tendría ningún problema en tener un hijo con deficiencias psíquicas, antes que defender el aborto”, del ministro de justicia, ideario generacional que ya puso en práctica su padre…y las apariciones marianas en el plasma gubernamental, forma ectoplásmica de lo que viene a ser un presidente de gobierno virtual, carente de relieve físico, gomoso, dan lugar a la sospecha de que en realidad estamos ante la GENERACIÓN ALIEN.
¿Puede, tal y como afirma la TEORÍA DE LOS ALIENÍGENAS ANCESTRALES, que en realidad estemos ante el mayor contacto de la raza humana con habitantes de otros mundos? ¿Estamos ante el primer gobierno marciano del planeta tierra? Y, sobre todo, y a la vista del resultado, ¿hay vida inteligente ahí fuera? Agarrándonos con fuerza a la TEORÍA DE LA CONSPIRACIÓN, el gobierno español no sería más que una cabeza de puente de las fuerzas extraterrestres con el objetivo de dominar, de una vez por todas, esta pequeña aldea del cosmos irreductible durante milenios, dos mil trece exactamente después de Cristo, cuando llegaron... Desde este país se irán extendiendo las hordas conquistadoras reduciendo a la población de las distintas naciones al vasallaje intergaláctico.
Aunque tampoco nos tenemos que venir muy arriba por haber sido los elegidos para el experimento con estos absurdos alienígenas ancestrales. Éstos son solamente la avanzadilla, aquella que primero se envía al campo de batalla a probar las fuerzas del enemigo, vamos los tontos útiles. La gran fuerza de choque vendrá  a continuación, señales se ven ya por todas partes, a finiquitar la conquista e instaurar el nuevo orden universal. De hecho, ya se estarían produciendo acciones inequívocas de la gran dominación con las abducciones masivas de ciudadanos españoles e inmigrantes que desaparecen, que de pronto, con la excusa de encontrar trabajo fuera, salen de viaje hacia lo desconocido sin saber siquiera que ya nunca volverán.
Ya nada los podrá parar. España ha sido la elegida, la nación que iluminará en color verde viscoso al resto del mundo presentándoles a los nuevos patriarcas sentados a la derecha, muy a la derecha, del padre. Cargadas sus armas de estupidez y tontuna, sumirán al mundo en el más absoluto caos intelectual, reduciéndonos a meras formas físicas, dúctiles, fáciles de moldear, aptas así para la producción.
           Vamos, que ya estamos conquistados. Una pena.

martes, 17 de diciembre de 2013

YO NO SOY DE CAMPOFRIO


Hace ya unas horas que he leído en internet que el gobierno islandés ha perdonado la deuda hipotecaria a la mayoría de la población. Antes de que el estupor se convierta en cabreo, vaya subiendo en la escala hacia la ira y empiece a esputar el santoral completo, me tomo mi tiempo y decido indagar algo más sobre la noticia. Internet es un buen instrumento para la información rápida, pero también para la desinformación provocada por quienes lo utilizan para intoxicar a la población que ya no cree en los medios de información cautivos del poder.
Tecleo en google: “Islandia perdón deuda hipotecaria” e inmediatamente surgen los enlaces. Elijo referencias conocidas y la primera me lleva a libremercado.com. Así que es cierto, lo que pudiera parecer un milagro resulta que el gobierno islandés lo ha conseguido: velar por sus ciudadanos en lugar de proteger a quienes se lucraron con la crisis que ellos mismos provocaron. Así se puede leer: “Desde finales de 2008, los bancos de la isla han perdonado créditos equivalentes al 13% del PIB del país, lo que reduce la carga de la deuda de más de un cuarto de la población, según un informe publicado este mes por la Asociación de Servicios Financieros de Islandia recogido por Bloomberg”.
Empiezo a comparar esta situación con la política económica del gobierno español y me pregunto: ¿estamos en la misma comunidad europea? Al contrario que en Islandia, en este país se ha optado por salvar a los bancos causantes de la quiebra financiera de las familias con la asunción de políticas inequívocamente gravosas para el ciudadano, siendo éste último el verdadero sacrificado por los errores cometidos por políticos y economistas.
Sigo leyendo: “Desde la quiebra de la banca islandesa en 2008 (por un total de 85.000 millones de dólares) los pasos que ha seguido la isla por renacer están demostrando ser eficaces. La economía de Islandia superará este año el crecimiento medio de la zona del euro y de la OCDE”. Asombro. Y: “Un acuerdo entre el Gobierno y los bancos, que están en parte controlados por el Estado, ha hecho posible que a los islandeses se les perdonen unas deudas que superan el 110% del valor de sus viviendas. Incredulidad.
O sea, que existen otras formas de remontar la crisis, de corregir los fallos de un sistema capitalista salvaje y orientado a lucro incesante de un grupo mundial de privilegiados, mientras el resto de la humanidad cada vez vive en condiciones más precarias, incluso aquí, en el supuesto bienestar del mundo occidental. Aunque me da la impresión de que la verdadera diferencia estriba en algo fundamental: en Islandia la gente salió a la calle y no paró hasta que consiguió derrocar a un gobierno mentiroso, meter en la cárcel a los banqueros involucrados y reformar la constitución para que este tipo de situaciones no se volvieran a repetir en el futuro. Ahora recogen el fruto de ser conscientes de sus derechos como ciudadanos y su exigencia para quienes fueron elegidos con su voto.
Al contrario, en España se volcó toda la culpabilidad en la ciudadanía y ésta la acepto con golpes de pecho al grito de “yo pecador”, “resignación en este valle de lágrimas” y “así nos ganaremos el cielo”, ideas provenientes de un catolicismo castrante que lleva veteando la política de este país desde tiempos inmemoriales. El gobierno de la derecha más cerril y reaccionaria, personajes salidos de esas fotos sepias de un tiempo no tan lejano, al mismo tiempo que pedía solidaridad y sacrificio al común de los mortales, iba cerrando la soga económica sobre sus cuellos, dejando en la más absoluta impunidad a los verdaderos culpables, a las élites políticas, bancarias y económicas, cuando no eran designados algunos de sus miembros para revertir la situación. Porca miseria.  
          Recorro varios enlaces más que me corroboran que lo leído es cierto. Al final termino, cosas de internet, viendo el anuncio de Campofrío. Aquello de que se puede ir a Islandia, pero no hacerse islandés. Sabes lo que te digo, sí, a ti, Campofrío: ¡a la mierda, coño, a la mierda! y metete los embutidos por donde te quepan. Este año sardinas La Marinera. Pues no te jode.

viernes, 13 de diciembre de 2013

FALLO DE SISTEMA

Han pasado ya muchos años desde que este país, todavía llamado España, con mayúscula, no siendo que con la nueva ley me tachen de ofender a la patria, accedió a la democracia entre promesas y cantos de libertad. Años en que, mirándonos al espejo de una Europa que llevaba décadas practicándola, intentamos ponernos al día en esto de convivir los unos con los otros respetando sus ideas o, mejor dicho, su derecho a tenerlas. Bien es verdad que unas veces mejor y otras peor, pero siempre bajo el prisma de poder acceder al club de los países progresistas y en los cuales los ciudadanos tenían algo que decir en esto del gobierno de la nación.

Sin embargo, durante estos años de nuestra puesta al día, el espejo en el que nos reflejábamos fue variando su singladura derivando sin complejos hacia una Europa teñida de economía y de mercados, que fueron suplantando la esencia con la que se construyó. Los años de gobiernos orientados hacia la democracia social, el bienestar, la educación y el progreso humano, de gobiernos de puertas abiertas hacia el mundo, de mezcla y crecimiento basado en la sostenibilidad ciudadana, fueron barridos por políticas conservadoras, excluyentes para con los de fuera y, posteriormente, para parte de los de dentro.

España que, como siempre, ha llegado históricamente tarde a casi todo, fue desarrollando su modelo intentando conjugar su nuevo estado de libertad con las políticas, ciertamente reaccionarias, que habían ido infectando el modelo de convivencia europeo. Algo así como se forman las barajas de cartas de los bares de barrio: cada una son de su padre y de su madre. De esta manera, nos hemos plantado en la segunda década del siglo XXI con una democracia caduca, obsoleta, vieja, por la que parece que haya pasado mil años y con unos serios problemas de funcionamiento que desajustan su engranaje y encienden el testigo luminoso de fallo de sistema.

Y a fuerza de no querer ser nosotros mismos, imitamos cual monos de feria cualquier acción de nuestros amos y lo convertimos en dogma, llevándolo más allá de cualquier atisbo de razón con el objetivo de ser aceptados por la mayoría mafiosa y criminal que dirige los destinos de esta Europa, antaño faro de pensamiento y progreso. Decisiones de guerra total al estado solidario, pero, a veces, pequeños ataques más propios de guerra de guerrillas, que van minando el progreso conseguido y la confianza de que en un futuro recobremos lo perdido.

Pequeñas modificaciones en las leyes que, en realidad poseen un alcance mayor del que creemos, y que nuestra conformidad, nuestra desgana o nuestra estulticia, hace que adquieran carta de naturaleza y se consoliden en nuestra legislación. Hoy es un pequeño copago, pero que significa la quiebra de derecho a una sanidad universal y gratuita que ha sido modelo para otros países. Hoy es una pequeña tasa judicial, pero que significa la exclusión del derecho de defensa de la mayor parte de la ciudadanía y la entrega del poder judicial en manos de quienes nunca aceptaron que todos somos iguales ante la ley. Hoy es una pequeña modificación de la ley de seguridad ciudadana, pero que significa dejarla en manos privadas y ser detenidos e identificados por guardias jurados sin los mínimos conocimientos, algunos sin ni siquiera los estudios mínimos. Hoy es una pequeña modificación en la ley de prestación sanitaria, pero que deja fuera del sistema a los más desfavorecidos, precisamente a los que más habría que proteger si, como emigrantes que fuimos, fuéramos el país que siempre quisimos ser.

          Una larga cadena de pequeñas estafas electorales que han ido tuneando nuestra legislación hasta dejarla como esos vehículos que, ni acercándote, logras saber de que marca son. Pero, quizás, lo que se debería intentar, si es que alguna vez nos dejamos de tonterías y salimos a recuperar la calle, esa que ahora es otra vez de los de siempre, es liquidar de una vez por todas esas dos grandes mentiras del sistema democrático: la ley D’Hont y las listas cerradas de los partidos políticos. Aquélla porque solamente beneficia a los partidos mayoritarios y no permite que una gran parte de los votos lleguen al parlamento y a la acción de gobierno dejando a gran parte de los votantes sin representación y las listas cerradas porque su conversión en listas abiertas permitirá al ciudadano votar a los más capacitados, purgando y expulsando del sistema a los ladrones y a los estúpidos, verdadera lacra del sistema actual.