jueves, 27 de septiembre de 2018

BENDITOS BLASFEMOS

          ¿Pudiera ser que una hipotética Asociación de Amigos de la Hombrera Ochentera denunciara por injurias a todos aquellos que se han mofado de tan estrafalario elemento textil? Y, ¿pudiera ser que un juez, educado en tan jotesca forma de vestir, la admitiera a trámite? Pues así estamos en este país nuestro de cada día, dánosle hoy. Ora imputo un cantante, ora imputo un actor, ora imputo un político, ora pronobis. Curiosamente, nunca hay un juez de guardia para imputar a tanto pederasta sacerdotal ni, siquiera, cuando el verbo venenoso de algún obispo ofende a la libertad de expresión, a la democracia misma, con su moralina de sacristía perfumada de incienso.

            Si hay algo cierto en el catolicismo es su visión de sí mismo como verdad absoluta. Todo lo demás es herético y equivocado y, con ese ansia por determinar el juicio de la historia, ha infiltrado su discurso jerarquizado, subordinado y militante en el poder público democrático gangrenando la toma de decisiones en igualdad y produciendo una profunda metástasis en las libertades públicas. Que un país supuestamente democrático como España todavía mantenga en su legislación figuras obsoletas, decimonónicas y rancias provenientes de un concepto de sociedad civil anclada en el paternalismo político y el servilismo religioso, hace pensar que la figura de nuestra Constitución referente a la aconfesionalidad del Estado fue, es y será pura demagogia de políticos de confesionario.

            No se ha sabido exigir al estamento eclesiástico su retirada al mundo individual del que nunca debió salir. Como ciudadanos podemos, si así lo elegimos, seguir la creencia que nos dé la gana pero, cuidado, querer imponer a los demás credos, manuales, decálogos y demás misales como conducta vital no deja de ser una manifiesta agresión a la libertad del resto que siempre debería ser respondida de forma contundente. Pero aquí, en España, parece ser que todavía reserva espiritual de occidente, se condena a quienes se oponen a que dichas creencias puedan determinar, ni un poco, la vida pública como si la religión fuera una de las vigas sobre las que se asienta nuestro supuestamente edificio democrático.

            El delito de blasfemia huele a rancio, a añejo, a oscuridad, a tristeza, a desesperanza, a cerrazón, a imposición, a humillación, a clasismo, a tenebrismo, a sabañones, a castigos corporales, a crucifijos, a dictadores, a catecismos, a cilicios, a palios y flores a María. Lo mismo a lo que huele el juez inquisidor y los abogados incitadores de la denuncia. ¿Se puede ejercer la abogacía cuando tu conducta procesal está trufada de condicionantes personales que nada tienen que ver con la objetividad, la ecuanimidad y la justicia? No creo. Si su Dios expulsó a los mercaderes del templo urge que todo este sectarismo religioso sea expulsado del edificio democrático. Que se deje de subvencionar cualquier tipo de religión y que su coste pase a manos de sus feligreses pues, en este caso, los impuestos pagados por parte de los ciudadanos libres de religión están sirviendo para que sean atacados por parte de aquellos a quienes va parte de su dinero que, curiosamente, son aquellos que ven en los países dominados por otras religiones, estructuras feudales de otro tiempo. Antes pasará un camello por el ojo de una aguja que un católico español acepte que su posición es semejante.

            En fin, como siempre, vendrá un estamento superior que pondrá, eso espero, cada cosa en su sitio y volveremos a ser el hazmerreir de Europa, la normal, se entiende, de la otra ni hablamos: nos parecemos tanto. Será un bocachanclas pero al mismo nivel del obispo de Alcalá de Henares. Aquél insulta, según los católicos, a su religión y el segundo a la razón. El problema es que la religión está fundada en preceptos no demostrables y la razón es básica para el progreso social. Creo que está claro: benditos blasfemos porque de ellos será el reino de los cielos de agujeros negros.

jueves, 20 de septiembre de 2018

DESAMORTIZAR AL SÁTRAPA

        El Relator Especial de la O.N.U. sobre la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición, Fabián Salvioli, ha declarado en su visita a España invitado por el intergrupo de Memoria Histórica: “no hay ningún impedimento legal para juzgar los crímenes del fascismo”, “existe falta de acceso a la justicia de las víctimas del franquismo”, “¿por qué no se coopera con la querella argentina?, ¿por qué no se extradita a los imputados allá? No nos pueden decir en esta ocasión que hay problemas jurídicos o yo qué sé. La obligación internacional de España es clara: debe juzgar o extraditar. Aún con estas obligaciones tan claras, el Poder Judicial no ha dado los pasos que tiene que dar. Esto demuestra que no es un problema de que no se puede. Es un problema de que no se quiere”. Se puede decir más alto pero no más claro. Pues bien, ante esto, las instituciones españolas responden así:

            El Ayuntamiento de la Alberca de Záncara, gobernado por Francisco Julián Quílez, del Partido Popular, ha resuelto volver a poner el nombre de Millán Astray, militar fascista, a una de las calles de la localidad. Esta acción vulnera el artículo 15 de la ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil o la dictadura. Pero, ¿qué mierda le importa a quién representa a un partido que se caracteriza por su inacción en este asunto debido a la fuerza del electorado que le vota y que sigue afín al golpe de estado del 36? La decencia democrática queda otra vez por los suelos y los Derechos Humanos de las víctimas pisoteados por un representante, verdaderamente sospechoso, de una democracia.

No sé si realmente seremos capaces de ajustar cuentas con quienes subyugaron a este país bajo una dictadura criminal y con quienes, en democracia, se ponen de perfil cuando son requeridos para actuar en dicha dirección en consonancia con las leyes establecidas. Marean los políticos la perdiz como los niños ante la perspectiva de inicio de un nuevo curso escolar pero con un costo más alto tanto económica como éticamente. Van pasando los años y se avanza poco, desgraciadamente. Los obstáculos que se deben salvar, puestos a veces desde las mismas instituciones que deberían fomentar y acelerar el proceso, son tan numerosos que uno puede llegar a pensar que aquí, en España, todavía manda el criminal caudillo.

            No se puede esperar que un partido como el Partido Popular afronte la historia de forma objetiva y sin partidismos ya que hurgar en esa herida podría poner de manifiesto su correlación con su árbol genealógico-político. Ni tampoco se puede esperar ayuda para corregir el presente de un partido como Ciudadanos, representante de un poder económico basado, en la mayoría de los casos, en familias y entramados empresariales provenientes de la dictadura y que, en este momento, encarnan los lobbies financieros preeminentes en el país. Sin embargo, el P.S.O.E. podría, dado su origen, entrar a saco en el asunto sin tantos remilgos, sin tantas dudas. Su remolonería ante la situación solamente puede deberse a su conformismo electoral o, posiblemente, a la degradación conceptual de su ideario de izquierdas.

            Desgraciadamente este es un país en el que existe un fiscal de guarda dispuesto a perseguir a cantantes, actores, titiriteros o cualquier manifestante o manifestación de libertad de opinión que no case con la que demandan sus amos. Pero resulta curioso que no haya ninguno dispuesto a perseguir tanto símbolo fascista, tanta exaltación de la dictadura criminal que se expresan sin ningún tipo de tapujos ante la opinión pública. ¿Se imaginan al partido nazi poniendo demandas a todo aquel que se exprese en términos de repulsa, condena, desaprobación o, incluso, hilaridad sobre Hitler? Pues, en este momento, en este país puedes ir a la cárcel por manifestar todos esos adjetivos contra el dictador franquista ya que existen plataforma o asociaciones, ¡¡¡¡¡totalmente legales!!!!!, que se dedican a exaltar la figura del susodicho. Nadie las ha ilegalizado, nadie ha hecho nada e, incluso, reciben subvenciones públicas. España: tierra de conejos.

            Desde todos los poderes públicos, incluida la Justicia, en este caso tuerta que no ciega, se ha ayudado a mantener el entramado político-social de la dictadura en plena democracia, y a sus integrantes, humillando por segunda vez a las víctimas de aquella y las que, por su postura crítica, alzan la voz ahora. Es necesario que se desmitifique la llamada “Transición” y se coloque cada cosa en el sitio que le corresponde, aunque sea la cárcel.

jueves, 13 de septiembre de 2018

DELIRIOS DE POSVERDAD DE UN SENADOR POPULAR


         Pues no estaba muerto ni estaba de parranda. El eterno representante político de la provincia de Zamora por el Partido Popular, el senador Dionisio García Carnero, se ha vuelto a aparecer de entre las brumas ancestrales de su carrera política para ilustrarnos sobre el concepto y consecuencias de la “posverdad”. El hasta ahora silente político arremete contra todo lo que se mueve y, de paso, sin pretenderlo, nos ayuda a entender, esta vez con exactitud, la definición de posverdad que pretende enseñar al obviar, manipular y tergiversar acontecimientos conocidos utilizando un medio de opinión pública para influir en los destinatarios sin que lo que propone sea materia objetiva sino opinable. Vamos, que utiliza la posverdad a granel cuando intenta descalificarla.  

            Utilizando de forma torticera la definición que da la R.A.E.: "La distorsión deliberada de una realidad que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública", va desgranando acontecimientos que le pueden parecer favorables, cosa difícil en algunos de ellos, pero relega otros que, sin duda conociéndolos, harían de su alegato papel mojado por ventajista. Y eso es, en realidad, su discurso: la constatación manifiesta de cómo realizar una declaración ajustada a la definición con la cual pretende desprestigiar las acciones o logros de sus rivales. Que al escribirlo no se diera cuenta del hecho pone de manifiesto cuan larga es la estulticia de quienes creen estar en posición de superioridad intelectual con respecto de sus posibles destinatarios.

            A bote pronto, y siendo de Zamora como es, se me ocurre algo que se ajusta como un traje a la definición de la R.A.E.: la algarada ocasionada por su partido en el caso GAZA. No sé si como senador le tocó ratificar la ley que modificaba los parámetros sobre inundabilidad en la cuenca hidrográfica del Duero y que se aprobó en el año 2016. Su correligionaria, la diputada Clara San Damián, si participó, cosas de la disciplina de partido, en su aprobación sin, parece ser, conocer como afectaba a su ciudad. Pues bien, que después de dos años y aprovechando la solicitud de ampliación de la empresa GAZA salga a la palestra como paladina y justiciera del desastre que se avecinaba al no poderse autorizar una ampliación con una ley que ella misma ayudó a aprobar y, de paso, cargando la culpa en el Ayuntamiento gobernado por I.U. y P.S.O.E., no es más que una “distorsión deliberada de la realidad”, tal y como apunta la definición académica. Además, va dirigida a la “opinión pública” curiosamente a menos de un año de las elecciones. Y, abundando en la definición de marras, “manipulando las creencias y emociones” en una ciudad en regresión en la cual la empresa GAZA asegura puestos de trabajo y, por eso mismo, incide de forma severa en el tejido social de la ciudad y su imaginario colectivo.

            Por si no le ha quedado claro, le voy a poner otro ejemplo de “posverdad” ya que habla y habla de regímenes sanguinarios. Explica el filósofo y comunicólogo Fernando Bueno Abad que con la posverdad ya no habría rumores falsos, todo es verdadero mientras sirva para obturar la realidad”. Bajo esta lógica, "se usa para destruir al rol del Estado, para invisibilizar escenarios de represión y crimen, para ocultar fraudes electorales de todo tipo". Pues bien, su partido, el Partido Popular, lleva oponiéndose desde siempre a la verdad sobre la dictadura franquista. Habla y propone leyes de concordia, de reconciliación, de superación de la fractura de la guerra civil, y nos invita a enterrar el pasado como forma de futuro. Pero los únicos enterrados son los ajusticiados, los fusilados por un régimen criminal y fascista que pelearon para derrotar un golpe de estado militar a todas luces ilegal en contra de la República democrática establecida. Inducirnos, como induce su partido, a olvidar no es más que intentar disfrazar la historia con manipulaciones arbitrarias, con juego sucio, con verdades a medias, que van dirigidas a quienes todavía profanan la legalidad cada día con sus enseñas antidemocráticas, sus organizaciones de índole racista y xenófobo y su permanente presencia en medios de comunicación afines. Algo que proviene de un periodo, el de la tan manida Transición, que supuso la puesta en práctica de toda la definición que sobre la “posverdad” nos quiere colocar. 

            Prefiero, si no queda más remedio, pagarle su sueldo como senador y que vuelva a las catacumbas de la calle Baién a adorar el silencio remunerado a que nos intente adoctrinar sobre su supuesta “posverdad” que no es más, en realidad, que la nefasta manipulación informativa de toda la vida. En cuanto a su amigo el mercante, que lea El motín de la Bounty o Moby Dick. La disciplina sin cordura o razón no es admisible.

jueves, 6 de septiembre de 2018

LA CONCORDIA DE LA SERPIENTE

            Es el resultado de haber optado por el reformismo en lugar de la revolución, de haber optado por la transición en lugar de la ruptura, de haber optado por el ajuste de una legalidad injusta en lugar de crear un corpus jurídico nuevo y libre. La amnesia y el olvido fueron los hilos que tejieron el traje de una democracia imperfecta al ser hija de una dictadura criminal y la impunidad el logotipo de su marca comercial. Aquella transición elogiada en el mundo entero y que, supuestamente, representaba los valores de civismo y reconciliación de los españoles, simplemente representó la última victoria del franquismo transformista convirtiéndose, de facto, en la drag queen del nuevo tiempo.

            Cuarenta años después se sigue sin saber el destino de muchos españoles fusilados y desaparecidos por aquella dictadura criminal, se sigue sin querer trabajar y poner los medios para saberlo, se continua con el trabajo de zapa y derribo de las organizaciones que trabajan para dar luz y verdad a todas las atrocidades cometidas por aquellos franquistas con la anuencia de parte de la ciudadanía y de la Iglesia Católica. Se esgrimen argumentos peregrinos para anular toda acción en aquel sentido. La Ley de la Memoria Histórica, que debería haber sido el instrumento para su consecución, se ha visto torpedeada por parte de unos y otros, derechas e izquierdas bipartidistas, consecuencia del pacto de no agresión que supuso la llegada de esta democracia degradada.

            Cuarenta años después se exhiben enseñas y símbolos de la barbarie fascista sin ningún tipo de cortapisa, como si lo criminal fuera un elemento más y razonable de una democracia sana, cosa que no es así. No debería ser así. Significan la impunidad, la protección que recibieron y reciben por los herederos de aquellos asesinos que salieron sin ningún rasguño legal del ¿cambio de régimen? mientras que aquellos que lucharon por la legalidad usurpada han sido vilipendiados, cuando no agredidos física y conceptualmente por estos bastardos incardinados como sanguijuelas en el entramado político, social y económico. Haciendo gala de su fanatismo, de su racismo y xenofobia, intentan socavar la razón humana y encender la mecha del rechazo en el ciudadano mediocre en contra de cualquier tipo de inmigración pero esto, no nos equivoquemos, no es más que los mismos sentimientos que demostraron con la parte de la nación y sus ciudadanos que se mantuvieron leales a la República, a la legalidad establecida en las urnas. Las serpientes no cambian. 

            Señor Casado, Presidente del Partido Popular, partido heredero de la extinta Alianza Popular en la que tuvieron cobijo destacados miembros del régimen franquista ante la llegada de la democracia, su intento de suplantar la Ley de Memoria Histórica por una basura de Ley de la Concordia no es más que otro intento para tapar los crímenes cometidos durante la dictadura. La concordia, como acuerdo o armonía entre personas, solamente se puede dar cuando han sido las reglas de juego iguales para todos,  pero lo que usted propone es darse besos y abrazos con criminales confesos y seguidores acérrimos y convencidos de su ideología criminal. No, señor Casado, la dictadura provino de un golpe de estado ilegal contra la República legalmente establecida y contra un gobierno de izquierdas surgido libremente de las urnas. No, señor Casado, no nos vamos a sentar con fascistas y criminales como ningún hebreo se sentaría jamás con un nazi. Su intento no es más que otra falaz maniobra para pasar página.

            Señor Casado, se necesita justicia para reparar las atrocidades cometidas con quienes fueron sometidos por el yugo y las flechas de los golpistas, se necesita prohibir y perseguir cualquier manifestación verbal o simbólica de aquel tiempo negro, como está prohibido en Alemania, país que sabe más que nosotros de lo que se trata y no se necesita su concordia, por cierto, algo que suena a Concordato, dando más repelús si cabe, que representa la negación y la ocultación de los crímenes del franquismo. Coja papel y lápiz y escriba su mantra pero, luego, trágueselo como se traga los mandatos y las órdenes de sus verdaderos patronos, aquellos que le han moldeado tal cual es para llegar a su situación actual. Usted solamente es su mamporrero.