martes, 25 de abril de 2017

DEL PARTIDO POPULAR AL TRULLO CUALQUIER RADIAL ES BUENA

         De entre todos los emperadores romanos, siempre ha despertado curiosidad el cómo fue posible que, en una época de máxima turbulencia e intrigas palaciegas, llegara al poder el emperador Claudio. Mantenido por su familia alejado de la vida pública por sus diversas incapacidades, la presunción incorrecta de su supuesta idiotez inofensiva hizo que mantuviera el tipo en las más difíciles y peligrosas circunstancias hasta convertirse inesperadamente en emperador romano, más que por aclamación por la falta de candidatos directos, asesinados unos y envenenados los otros. En definitiva, supo conjugar lo que creían los otros, su conjeturada deficiencia, cultivándola en público, formando tándem con una inteligencia nada desdeñable para sobrevivir en esa dinastía asesina.

Pues bien, desde el entramado claudio, subida al atril, supuestamente atribulada y con esa mirada bovina y vidriosa tan característica, alguien podría llegar a creer que la representación tiene algún indicio de credibilidad. Con esa estupidez tan distintiva de quienes creen que están siempre en posesión de la verdad, de creer que su actos están bendecidos por ese supuesto acierto consustancial a su privilegiada posición social, la lideresa del Partido Popular madrileño, Esperanza Aguirre, escribió otra gloriosa página más de una carrera política basada en ese tancredismo tan español y una aparente ignorancia sobre todo lo que ocurría a su alrededor. Un patibulario desconocimiento que muestra, una vez más, el nivel político y la catadura moral de quienes llevan, o han llevado, las riendas del poder público.

Aunque la susodicha pretenda disfrazar y falsear la realidad de su carrera política con un traje de inocencia y candidez más propio del surrealismo repleto de sicotrópicos de las series juveniles americanas, la realidad nos ha demostrado lo contrario. Desde el Tamayazo, intriga política que la llevó a presidir la Comunidad de Madrid por el camino más abyecto y miserable, hasta presidir el Ayuntamiento madrileño, sus equipos de gobierno, de los que ella era responsable última, no lo olvidemos, han mostrado el lado más oscuro y mezquino del poder político. Son esos claroscuros los que revelan, hay que reconocerlo, una astucia y marrullería que no concuerdan con la supuesta ingenuidad y credulidad con la que pretende quedar exculpada de toda sospecha y culpa. Sus tics autoritarios y sus actitudes prepotentes y chulescas dejan aflorar, por el contrario, ese lado falto de escrúpulos para sortear todos los obstáculos y permanecer de forma tan claudiana en el poder.

Sin embargo, mirar para otro lado, o que te pille mirando siempre para otro lado, no sirve como excusa. Después de tantos años es imposible aceptar que nunca supo nada de lo que ocurría en su circunstancia más inmediata. La corrupción, que según se está demostrando le bailaba pegada al cuerpo, ha sido santo y seña de aquellos que fueron elegidos por ella para ostentar cargos gubernamentales, saqueando las cuentas públicas y tejiendo una trama mafiosa de favores mutuos amparándose en la impunidad y el cobijo de la red de alcantarillado tejida al amparo del partido gobernante, un partido con casi más cargos políticos imputados que electos.

          En definitiva, si nunca se enteró de nada: inútil. Si miró para otro lado: cómplice. Y si lo supo siempre: culpable. O las tres, que así de taimado es el personaje: uno y trino. Sería deseable que la justicia desentrañara todo ese lodazal aguirresco y, por fin, fuera redimido aquel oscuro pasaje sin el cual esta representante del chulerío patrio no hubiera llegado a las más altas cotas de la ignominia. 

jueves, 20 de abril de 2017

LA ZAMBURGUESA ESPAÑOLA

          En un país de tontos subyacentes es lógico aceptar que el más torpe de todos termine llevando las riendas del negocio. El “Chino Cudeiro” español, sin más curriculum para justificar que su tremenda inclinación hacia el lenguaje críptico, más cercano al klingom que al castellano, y repleto de obviedades cuando no de vacío significativo, ha convertido a este todavía país en el gran plató de la nueva versión de Humor Amarillo, ascendiendo al liderazgo desde los barrizales de la corrupción y los lodazales de la descomposición política más abyecta. Los obligados concursantes, ciudadanos de a pie que nunca imaginaron acabar de esta guisa, serán zarandeados y golpeados a mayor gloria del régimen y, en comunión, loarán al líder imperial y, como droga de diseño cutre, volverán a pedir más en la siguiente ocasión, Síndrome de Estocolmo mediante.

            Esta referencia a ese gran y divertido concurso me viene a la mente al ver como, pises donde pises, lo más normal es que termines manchado de podedumbre. En dicho programa había una prueba, llamada en castellano “las zamburguesas”, en la cual los concursantes debían correr saltando al libre albedrío sobre unas pequeñas plataformas dispuestas sin orden, que surgían de un lodazal de agua y barro hasta llegar hasta la otra orilla. Eso, siempre y cuando alguna de ellas no se hundiera, ahí estaba la gracia del asunto, con el correspondiente baño de lodo, que ríete tú de los spas actuales. Pues bien, nuestro Chino Cudeiro, que en aquel programa representaba al tonto del concurso, ha convertido este país en una gran laguna llena de corrupción en la que parece imposible recorrerla sin que, al final, te pegues un gran baño.

            Imaginemos España como el lodazal. Imaginemos cada autonomía como una zamburguesa. Y corramos. Pisaremos primero en Portugal para coger impulso y ¡zas!, se me hunde la zamburguesa andaluza con los eres. Parto esta vez de Francia para iniciar el camino desde otra perspectiva pero, a las primeras de cambio, se me hunde la zamburguesa catalana con el caso Pujol. Salto a la mallorquina y me hundo con el Palma Arena. Salto a la murciana y me hundo con el caso Auditorio. Intento poner un pie en la zamburguesa madrileña y otro en la zamburguesa valenciana y, ahí ya, voy jodido del todo: Gurtel, Púnica,… Si se quiere, se puede hacer una versión de las zamburguesas provincializada, pero esto ya es nivel avanzado.

            Ya no volverán el General Tani, ni el General Takeshi Tano, ni su sobrino Takeshi Kabao, ni Gacela Thomson, ni Yoshiro Sobrasada, ni Pinky Winky, ni Dolores Conichigua, ni tantos otros. En su lugar nos quedan personajes de tercera división de un mal sueño, los Paco Peluca y Pepito Calvicie del entramado político español, y el Monstruo de la Laguna Sucia de Rafael Hernando.

            Mañana es viernes y habrá consejo de ministros o, mejor dicho, la composición de guión de un nuevo capítulo de nuestro particular Humor Amarillo. Otra prueba del Chino Cudeiro español en este Laberinto de Chinotauro que es España. Que nos cojan confesados.

lunes, 3 de abril de 2017

LA JUSTICIA Y EL TRILERO FISCAL

               Pues, por esa regla de tres, impedir o no cumplir con  lo dispuesto en la Ley de la Memoria Histórica debería ser considerado como enaltecimiento del franquismo, con sus ejecuciones, campos de concentración, trabajos forzados, etc, etc, etc, circunstancia ésta que debería estar penada en igualdad de condena con la del enaltecimiento del terrorismo, salvo que la vara de medir de la justicia esté desdoblada en dos: una para los hijos y nietos de los vencedores y otra para el resto de la población. Una suerte de justicia tuerta, que no ciega, con una balanza trucada en la cual siempre se pesa de menos la libertad, en este caso la de expresión, pero de más el castigo para el débil.

            Este país todavía no ha somatizado bien la dictadura que, de forma parasitaria, pervive incrustada en la estructura social de ciertas capas de la población y en ciertos comportamientos políticos y judiciales con tufillo a Nodo. Sin quedarse ciegos, como proclamaba desde el púlpito la Santa Madre Iglesia, los profesionales del Derecho de confesionario tienden, tal y como han aprendido de sus mayores, a una masturbatoria inclinación hacia la represión, hacia el castigo, hacia todo lo que no concuerde con el orden, el decoro y el buen comportamiento del rancio abolengo, creyendo, en su agónica defensa del puritanismo con olor a incienso, que la libertad de expresión del siglo XXI en un país democrático puede ser la misma que existía, y parece ser que existe, dura realidad, en una dictadura amoral y criminal con unos valores cimentados en un golpe de estado bajo palio.

            Estos jueces y fiscales, guardianes de un legado trufado de autoritarismo, hacen un flaco favor al progreso y futuro de un país con una gran parte de la población, es una pena, dedicada al onanismo social del silencio, de la sospecha, de la miseria social de la delación del otro ( caso titiriteros)… Esta hemofilia social y judicial, elabora un pensamiento carente de objetividad, de la necesaria flexibilidad que cabría esperar de quién lleva a efecto la doctrina legal, razonando la realidad desde un punto de vista doctrinario, dogmático, sin reparar en el efecto a largo plazo que pueden suponer sus conclusiones. Arruinar la vida y el futuro de cualquier persona por un chiste, de mal gusto, puede ser, no guarda equidad con el supuesto delito. Porque es ahí donde está el quid de la cuestión, ya que calificar de enaltecimiento de terrorismo su comentario no deja de causar perplejidad, cuando esta persona carece de antecedentes que la relacionen con cualquier grupo de esa índole ni su vida hasta este momento parece ser que haya tenido una actividad “terrorista”.

            El fiscal, y la Audiencia, confunden el chiste en sí con lo que causó aquello que luego, posteriormente, pudo ser utilizado de forma irónica. ¿Alguien se ha molestado en preguntar a esta persona si está a favor de cualquier acto terrorista? ¿Si valora más la libertad de expresión que la imposición por la violencia? Por otra parte, chistes y comentarios de bar que hemos oído un sinfín de veces y que han circulado desde siempre en la tradición oral de este país desde la transición. La llamada Ley Mordaza está siendo un traje a medida de la derecha para anular, cercenar la libertad de expresión de este país, salvo cuando el señor Rafael Hernando, portavoz del Partido Popular, se permite ironizar sobre los muertos de la guerra civil del bando republicano y sus familiares. Para eso no hay un fiscal a mano, curiosamente, o el señor portavoz no tiene quien le instruya.

            Desde la Transición, el camino, en cuanto a libertades, ha sido descendente, hasta convertirse en una trocha apenas visible. Resulta apestoso y vomitivo recordar la participación del Presidente del Gobierno, señor Rajoy, en la manifestación de Paris después de los atentados contra la revista Charlie Hebdo en contra del terrorismo y en favor de la libertad de expresión. Queda muy bien para la foto ir a defender dicha libertad cuando se mira para otro lado en tu país. Por cierto, según estoy conformando esta entrada, leo en Público la siguiente noticia: Interior niega que sean delito las amenazas contra la víctima vasca del atentado de Berlín. La amenazas en las redes son de este tipo: “que pena que no te remataron, subnormal, jódete, la próxima vez, si hay suerte, llévate a tu familia”. Parece ser que no es delito, salvo que la víctima sea Carrero Blanco.

            ¿Apostáis algo a que no sale un fiscal con cojones? ¡Miren como muevo la bolita! ¿Dónde está la bolita? ¿Aquí? ¿Por aquí? ¿Aquí no?