miércoles, 30 de abril de 2014

MAÑANA NO SABRÉ QUE DECIR, ASÍ QUE LO DIGO AHORA

Estoy seguro que sabes que cuando ha empezado el partido he apagado la televisión. Mientras el silencio se va adueñando de la totalidad de la casa pienso si esta decidida marginalidad deportiva, más bien futbolera, no será, quizás, la proyección hacia el exterior de mi incomprensión ante la indiferencia y el inmovilismo que muestra la gente hacia las llamadas a la movilización que desde todos los sectores sociales se hacen en contra de la agresión asocial que están sufriendo en sus carnes y la casi insultante demostración de organización que son capaces de mostrar en pos de un evento futbolístico. Acaso soy raro. O no.

Mientras se desarrolla la batalla congregadora de voluntades masivas, recuerdo los nuevos datos sobre sus beneficios publicados  por Bankia y Santander. ¿Cuánto hay de nosotros en esos resultados? ¿Cuánto hay del frío de los ciudadanos que no ha podido encender la calefacción en este invierno por no poder pagar su costo? ¿Cuánto del hambre de las familias que carecen de trabajo y recursos, a pesar de la supuesta evolución favorable de la economía tan pregonada por este gobierno de fariseos de si mismos? Porque en España hay ya más de dos millones de familias con todos sus miembros en paro. En fin, de tantas necesidades básicas hurtadas y que han pasado a formar parte de los balances en positivo de los conglomerados bancarios, cual piscinas llenas de dinero donde se bañan estos Tíos Gilitos.

No sé si lo oyes, pero el silencio se ha roto de pronto con el griterío de la vecindad que canta al unísono lo que parece ser un gol, que por la felicidad que denota el timbre vocal, debe ser del equipo español. Canto polifónico que merecería un destino más utópico y solidario. Sigo recordando noticias leídas u oídas durante este día a punto de finalizar de esta forma tan catártica, mientras se recobra el silencio de tanta sacudida vocal, de tanta agresión vociferante. Por ejemplo, la derogación del principio de justicia universal que permitía perseguir a los criminales allá donde estuviesen por delitos cometidos en España o contra sus ciudadanos en el extranjero, que ha supuesto una trágica traición a las víctimas y a sus familiares por parte de quienes deben garantizar este derecho y que por sus actos vemos que dan más importancia a sus negocios políticos y empresariales que a la vida de sus ciudadanos. Cosas de este gobierno que quizás lo hace por no perseguirse a si mismo.

Otra vez el silencia se rompe por la celebración ebria de un nuevo gol. Sin embargo, no sé porqué, yo me acuerdo de Billy El Niño y el Muñecas, asesinos y torturadores, que no podrán ser extraditados a Argentina ante la oposición de nuestra supuesta justicia. ¿Hace falta que se cataloguen sus asesinatos como genocidio para que respondan de sus crímenes? Parece ser que la Audiencia Nacional piensa que sí. Era el último intento por darle la vuelta a la impunidad de los asesinos desde el otro lado de la frontera, ahora que dentro de ella, aquí, se mira para otro lado. Una justicia parcial, prisionera del poder político que excarcela a los culpables mientras condena a los jueces que pretenden encarcelarlos.

Oyes como el silencio muere de nuevo. Mañana, de seguir esto así, no habrá crisis, no habrá paro, no habrá escasez. Se olvidarán los problemas ante el pan y circo servido: ¡ganó nuestro equipo! Pero según las últimas noticias del paro, éste solamente ha bajado en poco más de dos mil personas mientras se sigue destruyendo empleo. Pero las encuestas dan a los representantes al Parlamente Europeo, de este gobierno cainita, mayoría. Pero es igual: ganó mi equipo.

Me voy dando cuenta que desde hace un rato no se han vuelto a oír voces vecindarias. Andan los ánimos más calmados después del aquelarre goleador. Todo debe ir bien para sus intereses. Te vuelvo a decir que mañana me sentiré extraño ante la avalancha de conversaciones de torno al dios fútbol, ese que yo no he visto ni he necesitado ver. Pero no, aunque esta vez el griterío es menor, vuelve la celebración, y como en todas la celebraciones sucedidas en estas dos horas, me viene a la memoria la película El Padrino. Y visiono si querer una de las muchas eucaristías a las que asistían los protagonistas de turno bajo la bendición de la jerarquía eclesiástica cómplice. Puede que dentro de un tiempo no tan lejano, cuando algunos estén celebrando la victoria final en cualquier de los icónicos lugares donde se acostumbra a celebrar este tipo de festejos, elegidos no se sabe muy bien porqué, no muy lejos acudan los maestros de ceremonias de su inopia a su eucaristía particular acompañados de todo su lumpen político, económico y criminal bajo la guía de su traficante espiritual. Un El Padrino a la española.

          Parece ser que todo ha terminado ya. Seguramente mañana los periodistas deportivos escribirán grandes loas en sus crónicas muy por encima de sus posibilidades. Grandes titulares Marca España: a gol por cada fracaso social. 

martes, 15 de abril de 2014

WISH YOU WERE HERE

A veces dudo de si estoy hecho más de ausencias que de presencias. Ahora, en este día que se supone de celebración, que como un caballo desbocado me pasan los años por encima sin poder apartarme a un lado, como corresponde al inexorable paso del tiempo, van surgiendo de la profundidad de la memoria los recuerdos nunca idos, solamente dormidos, que discretamente dejaron que viviera sin querer molestar, animándome a apurar y exprimir unos años más antes de ocupar su lugar, una vez asumidos, ahora ya con el poco peso de los años que me quedan por vivir.

Porque acaso la vida no sea más que una prolongada ausencia que empezamos a vivir desde el momento en que nacemos y las pérdidas que sufrimos a lo largo de ese tiempo solamente sean la manifestación esporádica de la nuestra propia. Un viaje al arbitrio de un guión que creemos escribir y que, sin embargo, nos sumerge en una montaña rusa de emociones que, como el placebo, anestesian el dolor y la consciencia del paso del tiempo. Un largo recorrido preguntándonos dónde estará la meta, el final que sabemos que tarde o temprano llegará.

Y entre todas las ausencias, la tuya. No la más temprana, pero si la más inesperada. E injusta, si se puede tachar de injusticia lo que no controlamos a pesar de la ingeniería religiosa de la que nos hemos disfrazado para protegernos del dolor. A lo largo de todos estos años de acompañamiento silencioso, la mitad de mi vida, he ido asumiendo la llegada de este día, el que ya casi nos iguala por el tiempo vivido. Y lo acepto como una de las primeras metas a cruzar a partir de la cual ya correré solo porque solamente yo lo viviré. A ti no te dejaron.

Y no sé porque se me viene a la memoria El Hijo del Alba, aquel disco de Bloque, que fue el primer disco que me dejaste poner en el coche, tú que eras más de copla y de flamenco. Fue como si comprendiésemos de pronto que las dos formas de concebir el mundo que teníamos cabían en un mismo modelo. Y así comenzamos los dos a hacernos cómplices. Muchas cosas han sucedido desde entonces hasta llegar hasta este momento. Hemos subido y bajado la montaña rusa de la que te hablaba demasiadas veces sin saber por qué y para qué. Pero así hemos sido escritos como personajes en esta, a veces, comedia bufa que es la vida.

            Y no queda más remedio que celebrar. Pero lo haré también con la memoria de la tristeza cada vez que nos embargue la alegría. Las dos caras de la misma moneda en este juego de chapas donde el azar es ese cabronazo que nos zarandea sin piedad. Estoy seguro que con los años te hubiera gustado también Pink Floyd, así que, ahora que cumplo cincuenta años…. Ojala estuvieras aquí.

lunes, 7 de abril de 2014

ALEGATO DE LOCURA TRANSITORIA (ORACIÓN)

         En el fregadero, los platos sucios que certifican la desgana. En el estómago, los nervios aferrados a sus paredes con las garras de la incertidumbre que no cesa. En el exterior, la luz se va de repente y la lluvia descarga con fuerza en una tarde cualquiera abandonada al desaire de una semana que comienza con la tristeza fermentada de horas clandestinas.

          Y solamente escribir con la fuerza del delirio. Espantar con la locura del olvido las lágrimas que amenazan. Alejar los vapores del hastío repetido, circular y aceptar que la corriente gana con la fuerza de un río recrecido. Y dejarse llevar. Y no volver a intentar nadar en su contra, ni tan siquiera llegar a sus orillas, tan lejanas como las fronteras de la cordura de rutina cotidiana.

            Pero, ¿acaso no es esta locura que te rehabilita la misma que te enferma y te desangra en las horas de inconsciente colectivo? ¿No es ese mismo delirio el razonamiento último de tu desconcierto?

Insumiso con el tiempo que te acecha y te recuerda, aplicas con esperanza la misma cura que te provoca en horas de martirio sucesivo estas súplicas y letanías de arrepentimiento defendido. Diluir esta ansiedad con el vaso de un veneno que te aplaca la tristeza al tiempo que te mata con la rapidez con la que se traspasa la frontera y se recorre el vernáculo trecho hacia el fondo de cualquier otro abismo por herido.  

Ya la catarsis del tiempo lo atempera. Se suaviza la angustia de este cuerpo malherido y el trecho recorrido limpia con el viento que buitrea los recuerdos que no añora. Otra vez maltrecho se va recuperando el equilibrio fugaz en la cuerda floja de un hilo que amenaza con romperse momentos antes de la hora que le toca.

           Pensar que lo has conseguido y caminar. Cicatrizar las heridas volviendo ese trocito de memoria en carne seca que no siente y acumular allí cada desperfecto que demora.