miércoles, 31 de octubre de 2012

LA ESTUPIDEZ A TI DEBIDA


Bienvenidos a la cultura hueca. Aunque cuando este escrito vea la luz virtual haya pasado una semana de las extravagantes, por no decir otra cosa, declaraciones de la presentadora de televisión española, Mariló Montero, es imposible sustraerse al revuelo ocasionado por sus palabras. Una mezcla de superchería barata, discurso populista para creyentes beatos y la posibilidad de transportación de la serie de televisión “Perdidos en el espacio”. En esta sociedad en la que la televisión ocupa el lugar que nuestras abuelas destinaban al altar en miniatura de la virgen de urgencias caseras, aquélla nos ameniza con muestras de humor grotesco para entretener el tiempo que nos queda hasta la navidad y así no echar de menos que este año no tenemos paga extraordinaria por mor de la humorística gañanada del gobierno.
Las palabras de la presentadora de televisión se unen a otras frases célebres pronunciadas por diversos personajillos de la farándula televisiva y la cultura popular. En este ideario circense han quedado las expresiones de Jesulín de Ubrique y su: “en dos palabras, in presionante”, la de Belén Esteban: “Andreíta, comete el pollo”, Sofía Mazagatos, etc. Expresiones, que en lugar de producir el rechazo del botarate orador, han sido acogidas como coletillas funestas en el vocabulario de la ciudadanía para completar sus conversaciones, significando, creo yo, el escaso vocabulario y discurso con el que nos movemos a nivel intelectual. Eso sí, le viene muy bien para el bagaje humorístico de un país que, en lugar de analizar, reflexionar y rechazar, si cabe, sobre una noticia o suceso, produce primero chistes a granel sin importar sus consecuencias.
Yendo al grano, ¿cómo una presentadora de televisión puede lanzar el mensaje de que en caso de trasplante de órganos, se puede trasplantar el alma del donante y así, si éste es un criminal, el trasplantado puede convertirse en uno de ellos? ¿Cómo puede decir esta inconsciente que se alegra de que no se donen los órganos del criminal suicida del Salobral, cuando hay personas a las que ya no les queda tiempo de vida si no reciben un trasplante? ¿Cómo no ha reflexionado sobre sus palabras antes de decirlas y lo que supone este aberrante mensaje cuando su programa lo ven miles de españoles? En fin, Mariló, ¿por qué no te callas? Coño, yo también he sido llevado al lado oscuro del chascarrillo. En alguna intervención médica me deben haber inyectado sangre real y ahora estoy poseído por el espíritu del monarca. No creo que sea terminal, todavía no me gusta la caza.  
Siguiendo el punto de vista de esta señora, a partir de ahora, los quirófanos en los que se realizan trasplantes deberán tener dos equipos: el de cirujanos, propiamente dicho, y el de sacerdotes que certifiquen la idoneidad del alma del muerto. La mezcla del ejercicio de la medicina y la religión católica es un coctel demasiadas veces fallido. Médicos objetores con el aborto, con la prescripción de métodos anticonceptivos, etc., aún sabiendo que en el ejercicio de su profesión deberán atender a personas de distinta ideología, creencias, etc. El caso del doctor Luis Montes Mieza, coordinador del Servicio de Cuidados Paliativos del Hospital de Leganés, Madrid, fue el paradigma de la criminalización social y laboral por parte del catolicismo ignorante, ¿hay catolicismo inteligente?, disfrazado de política bananera, ahora retirada, cuya misión era gobernar para todos los ciudadanos en función del interés general y no en función de una creencia religiosa particular. Ahora se añaden nuevos mesías televisivos a disertar con argumentos traídos del más allá, esquina con la tdt nocturna, lo que debería ser un hecho estrictamente médico, sin más. No me imagino lo que puede suponer de regresión en el ejercicio de la medicina dejar en manos de los nuevos filósofos del ocultismo religioso, facción inquisitorial, la formación de los futuros médicos de este país.
Como he leído hace unos pocos días, con mucha gracia, si a Mariló Montero le hubieran trasplantado el bazo de Messi, hubiera ganado dos balones de oro. Lo que no entiendo es como no hemos caído antes en lo que esta señora tiene tan claro. Con un simple trasplante de parte de un órgano, ese chaval díscolo y rebelde se puede convertir en un futuro premio Nobel, en un gran deportista e incluso en un gran político. Bueno, esto último no es posible. Incluso habrá alguno que le pedirá a Santa Claus, Papa Noel o los Reyes Magos una donación de sangre de Nacho Vidal. Pervertidos que sois. Aunque supongo que en este caso el sexo femenino mundial estaría de enhorabuena. Llevar al novio o marido al hospital, cirugía ambulatoria y salir con la talla treinta y cinco.
El caso es que para solucionar el entuerto propongo realizarle a Mariló Montero un trasplante de uña de Eduard Punset. Simplemente con ese escaso órgano la presentadora recuperaría parte de su razón perdida. Y para los que estéis esperando un trasplante, recordad: pedir un certificado de que el órgano no pertenece a la susodicha. En caso contrario, alargareis dos cosas: la estupidez y la vida.  

miércoles, 24 de octubre de 2012

CRITERIOS SUBJETIVOS SOBRE LA PROPORCIONALIDAD


           Como el tiempo está un poco revuelto y cuando llueve existe una alta probabilidad de que salga sin paraguas, hoy vamos a hablar de la palabra “proporcionalidad”. ¿Por qué? Pues con seguridad no lo sé, lleva rondando por mi cabeza desde hace algún tiempo, cosas del mundo paralelo que me acompaña. Ya dije en una entrada anterior que desde hace unas semanas estamos un poco dispersos, perdonar que utilice el plural, así se hace más llevadero, y he decidido afrontar su reto, el de la palabra y su significado, y ver que sale de todo esto. Así que ahora solamente queda rellenar la idea.
            La proporcionalidad es una relación entre magnitudes medibles. Es uno de los escasos conceptos matemáticos ampliamente difundido entre la población. Y esto se debe a que es en buena medida intuitiva y de uso muy común. Podemos hablar de proporcionalidad directa o inversa según se comporten las magnitudes a medir. En el primer caso éstas variarán en igual dirección y calidad, mientras en el segundo caso si una magnitud varía al alza la otra lo hará a la baja. En este último caso, más o menos como mi economía y la vuestra: a mayor ganancia de banqueros y políticos menos dinero en el bolsillo de los ciudadanos. Un caso de proporcionalidad directa bruta puede ser el siguiente: a mayor presión ciudadana contra el abuso de los políticos, mayor respuesta policial. Ya sé que esta es una explicación digna del profesor chiflado, pero, ¿y qué? ¿A qué lo habéis entendido? ¡Listos que sois, coño!
            Podíamos añadir aquí el significado de la expresión “respuesta proporcional”. Se supone que se debe responder a una acción, ya sea política, policial o militar, de manera proporcional, es decir con el mismo grado de intensidad que el motivo que la originó. En caso contrario, es decir, responder con una medida del doble o triple de lo aconsejable, puede suponer una escalada en las respuestas sucesivas que provoque un desenlace de caos mayor que el que cabría suponer al inicio de la escalada. Todo hemos visto imágenes de las manifestaciones de trabajadores en las últimas semanas y la respuesta policial, instigada desde el Ministerio del Interior. Manos desnudas contra porras y pelotas de goma, protesta pacífica participativa contra autoritarismo policial y político sectario. Ahondando en el tema de la respuesta policial, está en estudio la posibilidad cierta de que se prohíba a los ciudadanos la grabación de imágenes de las actuaciones policiales. Teniendo en cuenta que todos nosotros estamos vigilados por cámaras de toda índole: en los bancos, en la calle, en las dependencias administrativas y posiblemente en el campo, por lo de los incendios, es curioso pensar que a ellos no se les puede grabar, dando de este modo cobijo a todo tipo de desmanes en sus acciones, como ha quedado demostrado últimamente. Todo inversamente proporcional: mayor número de años de democracia se corresponden con gobiernos de corte fascista y autoritario. Todos recordamos el atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York y la respuesta del mundo occidental. ¿Directa o inversamente proporcional en vista de los resultados? Yo me quedo con la frase de Mahatma Gandhi: “ojo por ojo, el mundo acabará ciego”.
            Pero vamos a hablar de proporcionalidad, como lo entiende la gente común como yo, de tres estructuras del estado. En realidad, de dos estructuras del estado: el poder político encarnado en el Gobierno y las Cortes Generales y el poder militar encarnado por el Ejército. La otra estructura se pega a estas dos como una lapa, como ese chicle que pisas por la calle y no hay forma de soltarlo de la suela del zapato: la Iglesia Católica.
            Tomemos dos países de la Unión Europea como Alemania y España. El primero con aproximadamente 82 millones de habitantes tiene un poder legislativo compuesto por 667 diputados y senadores. Lo lógico sería aplicar la proporcionalidad directa y países con mayor número de habitantes tendrían mayor número de legisladores y países con menor número de habitantes tendrían menor número. Sin embargo, en España la regla que se ha aplicado a la composición del Estado es la proporcionalidad inversa, es decir, teniendo aproximadamente unos 47 millones de habitantes, tenemos 616 diputados y senadores. Esto nos da dos tipos de conclusiones: o el pueblo español es tan difícil de gobernar que necesitamos más legisladores que los demás países o, por el contrario, el nivel de capacidad intelectual de estos últimos es tan bajo que se necesita más cantidad de cerebro para conseguir de ellos una neurona sana. Otra conclusión sería que a mayor número de puestos a ocupar mayor probabilidad de vivir del cuento. Una mezcla de las dos últimas puede ser la respuesta, pero el mantenimiento económico de tal número de políticos no concuerda con nuestro puesto en el ranking económico mundial. Otro caso de política inversamente proporcional: el presidente del gobierno español cobra por dicho ejercicio unos 78.000 € anuales (PGE/2012) para un país de 47 millones de habitantes, entonces ¿cómo es posible que la alcaldesa de Zamora cobre unos 65.000 € para una ciudad de 65.000 habitantes aproximadamente? En algún punto de la construcción de este país nos hemos equivocado. No hablemos de cómo un partido puede tener el doble de diputados que otro con la mitad de votantes, raya en el esperpento político más absoluto, además de producir desajustes internos y externos en la política de estado
            Otro caso de proporcionalidad errónea es el aplicado al Ejército. Partamos de la base de que tenemos unas fuerzas militares pequeñas que nos dan, como mucho, para invadir la isla de Perejil (que grande el comunicado de Federico Trillo proclamando la ¿victoria?). Además, desde la caída de la Unión Soviética, existe un mercado negro de productos nucleares que hace que cualquier tonto tenga un misil dispuesto a lanzarlo contra el contrario. Como si fueran “chuches”. En este contexto de crisis económica, el gobierno ha ido reduciendo el número de soldados de tropa con el fin de ahorrar costes, pero de las diferentes academias militares siguen saliendo promociones de oficiales y suboficiales y siguen teniendo la posibilidad de promocionar a rangos superiores. ¡Otra vez la proporcionalidad inversa! En lugar de reducir en la misma proporción el número de oficiales que el decretado para los soldados, se hace a la inversa. Eso sí, en caso de guerra, seremos el ejército con más “glamour” del mundo: iremos a la batalla con generales de alto standing, o sea. Aunque me da la impresión de que las risas del enemigo iban a ser directamente proporcionales a nuestra desfachatez.
            Igualmente ocurre con la iglesia, aunque tengo que reconocer que este caso me importa un pimiento, allá ellos con su negocio. La creciente edad de los sacerdotes en ejercicio y su falta de renovación por falta de aspirantes, nadie quiere vivir con normas del siglo V, produce su disminución paulatina en los pueblos de la geografía española. Sin embargo la curia eclesial sigue con el mismo número de altos cargos, lo que debe dar una idea de lo bien que se vive allá arriba. Es más, el dinero que el estado destina a su mantenimiento no ha decrecido, sino aumentado. Teniendo en cuenta que son menos a repartir, ¿en qué lo gastan?, ¿en su tiempo libre? Todo esto teniendo en cuenta que ninguna cantidad de dinero de los impuestos destinados al sostenimiento del estado, laico por ley, y de su infraestructura, debería ir a sostener un confesión religiosa de índole individual. ¡Cuándo lo entenderán estos meapilas! Como podéis ver dos reglas inversamente proporcionales a lo que la razón dicta.
            En resumen, España es un país construido inversamente proporcional y así, de esta guisa, tenemos unos pies del número treinta, lo que no da para correr mucho, y una cabeza en la que no entraría una boina del tamaño de una plaza de toros. Solamente queda la posibilidad de que en un traspié caiga al suelo de manera estrepitosa y, teniendo en cuenta el grosor de dicha cabeza, esta se golpee de forma contundente y, en un arrebato de raciocinio, decida hacerse la cirugía esteticopolítica y se la reduzca como si no existiera el mañana.
            En caso contrario, habrá que cortar.             

miércoles, 17 de octubre de 2012

DISPERSO COMO UNA MOSCA AL FINAL DEL VERANO


¿Por dónde empiezo? Realmente, haciendo honor al título de esta entrada, no sé por donde empezar, ni siquiera tengo claro de que hablar o emitir opinión, humilde ésta, como no podía ser menos. ¿Estará seco el pozo con la sequía que hay? El caso es que existen cientos de cosas sobre las que podría intentar escribir, pero cuando lo intento comienzo a tener la sensación de agobio propia del inicio de un examen, sobre todo cuando no se ha estudiado lo suficiente, y eso, si la memoria no me falla, ahora que ya hace tanto tiempo que pasaron los últimos que hice. Lo único cierto es el viaje hacia la dispersión, la divagación y la presentación de señuelos que realiza mi cerebro en cuanto suenan sus alarmas indicándole que este tipo, o sea yo, me dispongo a perpetrar otro de mis comentarios. Tengo que reconocer que entre mi cerebro y yo tenemos últimamente una relación de amor y odio, amistosa, pero cruenta en disparidad de objetivos.
Y resulta curioso porque en cuanto he comenzado a escribir sobre ese tema, mi cerebro me hace fijar la atención en una mosca, creedlo, una mosca, la cual se debe haber colado por la cristalera de la terraza. Son curiosas las moscas y curiosos sus comportamientos. Éstos, vistos desde el prisma de un observador no especializado, el punto de vista biológico se lo deja a Elisa y David, biólogos preparados y amigos. Desde que ésta ha entrado en casa ha fijado su objetivo en mi persona. Resulta chocante por cuanto su incordio puede suponer que fije mi objetivo en su eliminación más inmediata y sería más congruente por su parte que volara libre por la casa en vuelo de reconocimiento ahora que yo he conseguido concentrarme un poco en estas letras. Y más si conociera que he heredado de mi madre una especial habilidad para la eliminación de las de su especie. Me vale, como a ella, cualquier utensilio para su caza y muerte. Especialmente obtengo buenos resultados, de un noventa y cinco por ciento a la primera intentona, cuando utilizo un trapo de cocina. Como el Rey con los elefantes, donde pongo el ojo, mosca muerta.
Pero volvamos del mundo de los insectos, o no. Como iba diciendo no sé cuando, creo que un poco más arriba, podría hablar de muchas cosas. De la clase política y de su puta, la crisis. A la que chulean en nuestros bolsillos y en nuestros derechos como si la cosa no fuera con ellos. Me ha llegado a través del correo electrónico un comentario sobre un artículo que publicó el periódico alemán Der Spiegel, en el cual se mostraba lo escandaloso de nuestra situación en función del despilfarro sin medida, de la ostentación suntuaria más indecente en medio de una penuria extrema, que supone mantener a algunos miembros de la casta política española. En concreto se hacía eco de los gastos del ayuntamiento de Madrid. Un palacio cuya remodelación ha costado 500 millones de euros con un despacho mayor que el del Presidente de los Estados Unidos. Una alcaldesa, cuyo único “mérito” es ser la señora del ex presidente Aznar, que tiene a su servicio un mayordomo cuya única misión es servirle café, 260 asesores y altos cargos con sus nóminas correspondientes y una flota de 267 coches oficiales, más que todas las capitales de la eurozona juntas. Eso sí, esta señora es de misa diaria, o mejor dicho, de cínica misa diaria. Aunque los políticos se empeñen en ocultarlo, esta es la imagen que está dando España en el resto del mundo y no la de las justas manifestaciones y protestas para sublevarse contra tanto latrocinio.
Sin salir del mundo de los insectos, me fijo otra vez en la puñetera mosca. Estoy dudando entre pensar si es la más lista de su grupo o la más gilipollas. En sucesivos vuelos zigzagueantes está intentando salir por la cristalera cerrada y cuando no lo consigue, se acerca a mí persona, revoloteando con ese zumbido tan característico y molesto, logrando que inicie una serie de gestos y manotazos al aire, a cada cual más ridículo, que resultarían la envidia de cualquier asiduo de las discotecas de “dance”. Esto me lleva a hacerme una pregunta dispersa: ¿no será que cuando vemos por la televisión esas macro discotecas de Ibiza, con la gente bailando entre grandes espasmos de sus miembros superiores, en realidad no es que hayan bebido en demasía, sino que les han echado una plaga de moscas, incluidas en el precio de la entrada, y las están espantando? Pensad sobre la idea.
En fin, que ya estoy harto de la puñetera mosca. Aunque no haya ningún indicador de mi ausencia del relato, me he levantado y con un despliegue de aproximación sigiloso, propio de los grandes cuerpos militares expertos en la materia, me he acercado a ella y, con un movimiento vertiginoso del paño de cocina, como si fuera una extensión de mi brazo ejecutor, he acabado con su vida de mierda. Como no estoy para muchas aventuras, esta noche no saldré y veré una comedia romántica, los que me conocen ya sabrán cual, de esas en las que al final todo sale bien. Así el boxeador sonado de la semana anterior podrá recuperar un poco de ilusión y dejará de estar, como decía El Último de la Fila, “como un burro amarrado a la puerta del baile”. Cosas de la noche y sus conversaciones, que normalmente no son lo que uno espera. Desgraciadamente, a menudo, la política y el amor son como el vuelo de una mosca: de mierda en mierda.
Y después de todo este batiburrillo, a ti, musa, te digo lo que puso el escritor Albert Espinosa como título a uno de sus libros: “Si tú me dices ven lo dejo todo…pero dime ven”.    

miércoles, 10 de octubre de 2012

...Y DIEZ. KNOCKOUT.


Oyó el final de la cuenta muy lejos, todo había terminado. La voz enérgica del árbitro daba por zanjado su inútil esfuerzo por levantarse y seguir peleando. Diez era el número que ponía fin a una parte de su vida. El último golpe hizo que doblara las rodillas, esas que le aguantaron tantos asaltos, tantos combates a cara de perro. Desde la lona del ring, sus ojos nebulosos tamizaban las figuras que se agolpaban a su alrededor, volviéndolas borrosas, difuminaban sus contornos y su cerebro, todavía reponiéndose del golpe, no conseguía procesar sus significados. Las voces llegaban con eco, superponiéndose unas a otras con mensajes indescifrables. Las suyas también, estas últimas bien nítidas porque no las había podido olvidar. Quizás fueran sus palabras quienes, en realidad, le hicieran caer a plomo sobre la lona y no los golpes de su adversario, quizás fueran sus palabras quienes le hicieran subir ya sonado, vencido de antemano, a esa última pelea. Entonces ¿para qué?. Solamente deseaba salir de allí, mejor dicho, que lo sacaran de allí, del aquel cuadrilátero expuesto a los ojos de todos, del dolor de la caída final, de la humillación del perdedor. Su última noche no había salido como había imaginado. Retirarse con el triunfo que diera carpetazo a una carrera llena de altibajos, más voluntad que técnica, más coraje que estilo, un fajador en busca de una gloria solamente reservada para los elegidos.

Una vez en el vetusto vestuario, lleno de innumerables recuerdos y deseos de todos los aspirantes al triunfo que habían pasado por allí antes que él, y allí quedaron esos recuerdos y deseos, muertos, llenos de mugre y polvo por el olvido del tiempo, fue recuperando el resuello perdido, la razón pura y le fueron viniendo, otra vez, como ráfagas de viento destemplado, gélido y mortal, sus palabras. Allí sentado en la camilla donde unas horas antes le habían dado el último masaje antes del combate y donde todavía flotaba en el ambiente el olor a linimento sobre el que ya se estaba imponiendo el aroma reparador de la mercromina y el alcohol, fue embalando sus cosas, pocas, y fue sintiendo la soledad a medida que aquellos que siempre habían estado a su lado en la hora del triunfo se iban perdiendo silenciosamente en esta hora de fracaso. Hasta quedar solo por fin. Solamente Max, el encargado de limpiar los despojos de aquella derrota, entornó ligeramente la puerta y asomó su mirada, retirándose en silencio. Él, después de tantos años de trabajo en aquel local, era el que mejor comprendía ese deseo de soledad del vencido, ese deseo de huída de si mismo, ese deseo de no buscar más explicaciones a lo sucedido, ese deseo de volverse ánimo, ese deseo de aceptar, en su caso, haber llegado al triste desenlace de su carrera.

Sus palabras de una semana antes…Recuerda que fueron cayendo con la similitud y la contundencia de los golpes que había recibido esa misma noche. Iba a jugar a ganar, era la oportunidad de, por fin, resumir tantos años de espera en busca de la oportunidad del aspirante eterno. Pero aquella conversación se tornó en la pelea no buscada, acabó siendo el saco de entrenamiento donde ella golpeaba sin piedad. Jab, gancho, crochet…, todos los golpes fueron cayendo de forma inmisericorde sobre sus deseos, desangrándolos. Su dureza era física, como el dolor provocado, un intercambio de pareceres chocando como trenes de mercancías desbocados, que aquella noche han decidido ir por la misma vía para perecer entre un amasijo de hierros retorcidos, carbonizando todas las intenciones. Recordó algunas de las palabras de una vieja película sobre boxeo visionada hacía tiempo: “Déjame decirte algo que ya sabes. El mundo no son arco iris y amaneceres. En realidad es un lugar malo y asqueroso. Y no le importa lo duro que seas, te golpeará y te pondrá de rodillas. Ni tú ni nadie golpeará nunca tan fuerte como la vida”. Ella era su vida.
Su carrera y su amor habían terminado definitivamente, discursos paralelos sobre la imposibilidad de ganar. Cuando apareció Max de nuevo, se dio cuenta de que ya era hora de salir a la calle, olvidar, si era posible, lo acontecido en esos días previos. Recorrió un par de calles hasta dar con un tugurio de donde salía el eco de una voz rota cantando una triste canción, un blues de Billie Holiday. Entró, cansado y pensativo, y se sentó en una mesa cercana al escenario, en el que como en un ring, se iba desarrollando el desangelado combate entre el texto de la canción y aquella mujer, entre el texto de la canción y la desesperada soledad de las escasas personas allí vomitadas, como desechos, por la sociedad triunfadora. Quizás sus gestos delataban más que escondían su dolor, ese dolor de su fracaso más personal, quizás fue solamente que la cantante también era otro reflejo de la derrota, al final ella se sentó, después de terminar la canción, a su lado. Bebieron en silencio, haciéndose compañía, compartiendo una situación reconocible en ambos, y antes de volver al escenario, se acercó a su oído y le susurro: “Siempre admiré y siempre admiraré a los ganadores. Y un ganador no es precisamente quien siempre gana, sino aquel que se deja la vida por su meta. Quien se compromete con su alma a ir hasta el final, dejando todo en el camino, aunque pierda”.
Comprendió. En eso si había sido honesto consigo mismo y, sobre todo, con ella. Nunca dejó de porfiar aunque hubiera ido malviviendo en estos últimos años, aunque su vida se hubiera desperdiciado por no dejar de ser él, por no querer cambiar, por amarla en un silencio sin respuesta. Pero a pesar de todo, eso podía considerarlo su pequeño triunfo.

miércoles, 3 de octubre de 2012

EXTRAÑOS EN UN PARAISO DE ALQUILER


            Hoy no he vuelto a ti, pero si al lugar común, nuestro particular Edén, del que no hizo falta ningún dios, mayúsculo o minúsculo, para echarnos, porque nos fuimos expulsando el uno al otro, poco a poco, hasta que no hubo vuelta atrás. Hoy no he vuelto a ver el fondo del espejo tras mi imagen, o acaso, son mis ojos opacos, recubiertos por fin por la tela de araña de la vida desgastada, los que ya no tienen la profundidad propia del amor. Haber sido trascendido por la vida, pasado por ésta a la reserva, y solamente ser un espectador más formando parte del público anónimo que asiste desolado al comienzo de los amores nuevos, esos de los que ya, tu sí, no formaré parte. De forma imparable, contundente, han ido desmontando, ¿quiénes?, el andamio que sustentaba nuestras vidas. Luego, nosotros mismos nos hemos ido desnudando sin fortuna, despojándonos de la fina capa que protege la ilusión y… el amor de las agresivas acometidas del tiempo que desgasta, que adormece y que, sobre todo, pasa. Sin misericordia ni piedad, como solamente lo pueden hacer los carentes de todo corazón.
            Hemos sido absorbidos por la perniciosa teatralidad de la sociedad, aquella que prometimos subvertir en nuestro favor, haciendo de la excepción la normalidad de lo normal. Provocar para salir airosos del trance, expuesto como los malos números de magia, a los ojos de los mirones, escrutadores del posible error ajeno. Hemos cancelado nuestro comienzo y ahora duelen los comienzos ajenos, nos hacen ver que cada vez es más difícil uno nuevo entre nosotros y ponen ante nuestros ojos su ironía al recordarnos que ya solo tenemos finales. Nos hemos convertido en actores secundarios de su gran obra, aquella que debimos protagonizar y que nunca hicimos, yo si quise y tú no. Hemos cruzado nuestras vidas en infinitos lazos neutros con los otros, para no volver a pensar en aquella nota. Se cruzan las miradas y se rozan los cuerpos con la impropia, nunca debió ser así, esterilidad hospitalaria, anestesiados nuestros deseos y desprogramadas nuestras neuronas del deseo. La soledad es alevosa en esa compañía, hace retroceder al pasado y suena con el mismo sonido de un reloj, tic, tac, tic, tac, que nos recuerda que no es un tiempo general el que pasa, sino el escaso tiempo que nos queda. En realidad el que me queda, tú todavía eres joven, como lo fui yo.
            ¿Es posible, todavía, acompasar nuestros contratiempos? ¿Ajustar el perfil del horizonte para que en la siguiente puesta de sol se recorten juntas nuestras sombras? Como Gary Cooper en “Solo ante el peligro”, no hay nadie más solo que quien está frente a su destino, semejante a la muerte, del amor crudo, descarnado, brutal, posesivo en su ausencia, inmisericorde e…indiferente. Ni acaso llorar vale cuando las lagrimas no limpian el alma, cuando su sabor salobre nos recuerda la improbable felicidad del dulce otoño improbable. Salir a la calle cuando más arrecia la lluvia otoñal para camuflar el dolor de dichas lágrimas con el agua que cae y, diluidas, sean arrastradas por el perfil pétreo del asfalto hasta las alcantarillas que desaguan los amores de frontera, aquellos que sucumben de forma violenta ante la bala perdida de un brutal rechazo. Que ya nadie pregunte, que ya nadie se extrañe, porqué cuando llueve hay gente en la calle, estamos en la calle, estoy en la calle…sin ti, en este paraíso de alquiler, de cartón piedra que ni siquiera esconde lo barato de su atrezo. Y siempre temiendo al inconmovible invierno que solidifica en el rostro esas lágrimas traicioneras, exponentes del desánimo incrustado en la voluntad, que nos hacen ser más visibles ante los ojos de quienes las han provocado. Quizás nuestro destino sea convertirnos en estatuas silentes, blanquecinas por el tiempo, que flanquean el camino sin retorno hacia el olvido.
            Pero, ¿qué hacer cuando vuelva de nuevo la primavera? La soledad del alma no encaja con su perfil vigoroso, creador de vida y de promesas. En realidad no importa, a nadie le importa, a ti no te importa. Nuestro tiempo fuera de lugar se quebró y solamente la vida nos da golpe tras golpe, remedio ancestral para romper los corazones endurecidos, para poder volver a sentir algo. Un largo camino en blanco y negro hacia una eterna promesa incumplida.