jueves, 24 de mayo de 2018

HOMO HOMINI LUPUS

                  Homo homini lupus, locución latina cuyo origen se remonta a la creada por Plauto y traducida en la actualidad por “el hombre es un lobo para el hombre”, define y retrata de una forma nítida los horrores que la humanidad puede llegar a infringir contra ella misma. O cada uno de sus individuos contra los otros con fines despóticos, degradantes, vergonzosos, o cualquier adjetivo parecido que se les ocurra. Bien es cierto que posicionar al lobo como objeto definitorio de dichas actitudes respondía a ese miedo ancestral al animal que ha surcado el devenir histórico de todas las sociedades. Es evidente que en la actualidad, esta figura tan controvertida ha adquirido, gracias a grandes naturalistas y conservacionistas, y mucho trabajo, una nueva dimensión pública de afecto y respeto.

            Guerras, invasiones, genocidios, terrorismo (incluido el de Estado), esclavitud, violencia y racismo representan un amplio abanico de esos horrores señalados. Incluso Hobbes, filósofo inglés del siglo XVII, utilizó de forma maniquea dicha frase para justificar la monarquía absoluta ante el fracaso de la sociedad para imponer la convivencia como forma de corregir el egoísmo del hombre en su forma natural. Que Séneca escribiera, en contraposición, que “el hombre es algo sagrado para el hombre” solamente demuestra que el gran filósofo tenía bajadas de tensión pronunciadas. A semejanza del aspecto relacional entre la Teoría de la Relatividad General y la Teoría de la Mecánica Cuántica, aquellos horrores societarios, infringidos por el hombre en cualquiera de sus modalidades generales, sociales y políticas, se reflejan a escala mínima en el depravado comportamiento individual o a través de grupos menores, sobre los otros.

            La detención por parte de la Guardia Civil del responsable de una ONG de ayuda a personal con necesidad en Vícar (Almería), acusado de vender comida a cambio de dinero y favores sexuales, pone ante las narices de nuestra propia naturaleza la degradación más absoluta de ciertos miembros de la raza humana. Este tipo de actitudes supremacistas en lo humano, aprovechándose de una relación de superioridad social ante personas que no tienen para vivir, valiéndose de una organización que disipa cualquier temor o reticencia, en teoría, en sus acciones, pone en entredicho la pertenencia al sapiens de estos individuos embozados bajo unas siglas respetables y que, solamente, son un vehículo de humillación a sus semejantes más desfavorecidos. Supone una cacería en toda regla del humano por el humano, considerando seres inferiores a quienes, por cualquier circunstancia, han caído en algún tipo de desgracia. Una trata de seres humanos moderna, racismo social acomodado al signo de los tiempos.

            Y cabe preguntarse, ¿la suerte política que nos ha tocado vivir, marcada por una corrupción a gran escala, es el fiel reflejo de esta sociedad infame que genera monstruos capaces de legislar en función de sus necesidades personales y no del interés general?, o, por el contrario, ¿es esta sociedad la que reproduce esos tics perversos propios de los políticos corruptos e impresentables que nos gobiernan y sus secuaces económicos y financieros?

            Cada uno que ponga el resultado que crea más acertado. Vale la X.

No hay comentarios:

Publicar un comentario