miércoles, 25 de octubre de 2017

DIALOGO FICTICIO ENTRE LÍNEAS DE MOEBIUS

            Allí, en aquel despacho fuera de las sedes oficiales, a salvo de los ojos escrutadores de una sociedad crítica, los dos hombres tejían su futuro entre los claroscuros de una causa a la que habían ayudado a prostituir. Sus ansias, sus ambiciones desbocadas habían hecho descarrilar ese tren al que dieron salida sin que todos los cruces estuvieran orientados convenientemente al destino final. La realidad, obtusa y terca lo había empotrado, como si fuera una ecuación matemática, en una realidad paralela, fantasma, por la que circulaba ese espectro en un bucle sin fin. Y ellos, como el protagonista de Moebius, el matemático Pratt, se habían subido a ese tren sin destino, aparentemente, final. O, por lo menos, incierto.

C.P.- Si te digo la verdad, O.J., me da un cierto vértigo todo este proceso en el que nos hemos embarcado. Creo que hubiera sido mejor ir de frente aunque esa tesitura nos hubiera partido la cara. Al final, presentar ante la opinión pública un escenario falso, tras el cual todos salvemos el culo, con lo que tiene de estresante, va a significar nuestra tumba de una forma u otra.
            O.J.- A veces, créeme, también lo pienso yo. Entrar al trapo de las elucubraciones de J.M. con el fin de distorsionar la realidad que los ciudadanos estaban asimilando de forma natural y extremar las posiciones para no perder la ascendencia ante los propios correligionarios está siendo una tarea demasiado ardua. Pero piensa que aceptamos las condiciones con tal de llegar al fin que nos tenemos propuesto. Aunque esperemos que nadie nunca sepa este juego sucio en el que todos nos estamos enfangando.

            C.P.- Y lo acepto. A veces la política es una especie de montaña rusa, siempre subiendo y bajando. Nos presentamos como salvadores de algo que no está muy definido y al día siguiente nos retractamos y damos marcha en un juego maquiavélico que no puedes exponer, sacar a la luz. El ciudadano, harto de tanta indefinición y dudas, nos arroja a los perros por no seguir el camino que, a ellos, les fuimos marcando. Héroes un día y traidores otro. Y de alguna forma nos lo tenemos merecido.

            O.J.- Pero el sistema siempre ha sido así. Engañamos y falsificamos la realidad para que el ciudadano, el elector, crea que todo va bien, que el progreso encarrilará sus tristes vidas, sus vidas de mierda, hacia una etapa mejor. Y ellos lo creen. O necesitan creerlo. Y ese ha sido nuestro mayor triunfo, no el nuestro en particular, sino el de la clase política en general, a la que pertenecemos tú y yo, el que se hayan trepanado a lo largo de los años esos cerebros infantiles y poco acostumbrados a la libertad de la población haciéndoles un masivo lavado de cerebro, supuestamente democrático, para que, aunque nunca cumplamos con nuestras promesas, sigan aceptando nuestra forma de hacer, que es como decir: de mentir. Estoy de acuerdo con que apesta, pero a nosotros nos va bien así. Y a los demás, no te olvides. Cualquier opción con ansias de llegar al poder juega en este terreno.

            C.P.- Pero, insisto, hubiera sido más honesto ir de frente por una vez, creo que el motivo lo merecía. Arriesgarnos y, aunque el camino fuera más largo y pedregoso, articular una verdad limpia. Tardaríamos unos años pero sería definitivo. Las cartas hubieran estado siempre sobre la mesa y todo el mundo hubiera sido espectador y jugador de su propio destino. Ahora, creo que nos hemos aliado con Satanás, hemos hecho un pacto del cual el resultado no es ocultado, aunque creamos en lo contrario, y puede que sea el opuesto al que deseamos. No es bueno bajar a los infiernos.

            En ese momento, interrumpiendo la conversación, sonó el teléfono en la oscuridad. Su sonido, casi de ultratumba, hizo que sus cuerpos se removieran como si la Fata Morgana estuviera al otro lado del auricular, como si un nuevo contratiempo les fuera a ser comunicado por Belcebú provocando otra pirueta mortal ante la opinión pública. Un nuevo giro de los acontecimientos que la ética ya no podría soportar, la de los demás, se entiende. La suya había caducado

            J.M.- Buenas tardes. Parece ser que todo va según lo previsto. Solamente hay que aguantar un poco más. La polaridad cognitiva que hemos creado en torno a la causa hará que solamente pervivan dos opciones, enfrentadas, no dando lugar a que se cree un tercer frente, el que piensa, el que reflexiona, y nos joda el invento. M.R. está muy contento. O eso creo. Considero que no sabe muy bien lo que está pasando pero es un monigote muy fácil de manejar. Hará su papel a la perfección sin importarle las consecuencias. Seguiremos como hasta ahora, cada uno enrocado en sus posiciones y dejando correr el tiempo hasta que la gente se congele. Luego retomaremos el asunto.

            C.P.- ¿Pero P.S. no girará al final, dado su talante veleidoso y se alineará con ese posible tercer frente? De las conversaciones mantenidas a más “bajas instancias” solamente se le ha comunicado una parte. Puede que termine descubriendo que es una mera comparsa y pase a una acción mucho más directa aliándose con el resto y, entonces, nos quedemos a medio camino y sin ningún objetivo conseguido. Además está ese irreductible abanderado al que sería necesario tener controlado. De momento está respondiendo, pero es como una traca de feria: puede explotar en cualquier momento.

            J.M.- Creedme, no habrá problemas. Todo está bien atado. A lo largo de los años hemos comprobado como el imaginario colectivo se mueve a través de pocos resortes. El que estamos utilizando es uno de los más poderosos y nos servirá tanto a nosotros como a vosotros. Entiendo vuestra posición, delicada, pero si queremos que esto, al final, nos sirva como laureles en los territorios resultantes, deberemos sacrificarnos. Un sacrificio con cava y ostras, pero sacrificio. Si lo realizamos bien, la pinza resultante arrasará por completo cualquier otra opción. Este es un pueblo con un ADN mutado, se ha ido modificando a los largo de tantos siglos de dictaduras, capitanes, reyes, juntas, etc, que, por mucha democracia que les des sobre el papel, no saben qué hacer con ella. Esa es nuestra ventaja. Podríamos perpetrar el mayor delito el día antes de las elecciones y nos votarían igual. Son de recibir órdenes, no de ideas. Y nos aprovecharemos. Cada uno en su sitio y con su papel. Estoy seguro que conseguiremos el éxito.

            Termina la conversación y en aquel despacho reina el silencio solamente matizado por el ruido ambiente del exterior. Por fin, uno de los interlocutores se atreve a hablar.

            C.P.- Si esta comunicación era para que estuviéramos más tranquilos, no lo ha conseguido. Por lo menos en mi caso. Puede que la maquinaria puesta en marcha haga que el porcentaje que nos falta para la mayoría se alcance. Pero no sabemos el porcentaje exacto ni el tiempo que llevará. Lo mismo que ese porcentaje crece puede crecer el número de ciudadanos que comiencen a pensar, a reflexionar sobre todo este aquelarre y se distancien. Nuestra maniobra puede provocar el nacimiento de movimiento que indague sobre el futuro que les espera y se dé cuenta de que no somos de fiar, que se pregunten: ¿si han sido capaces de hacer esto, dudarán en hacerlo cuando sean sus puestos los que estén en juego? Aparte, claro está, de que nunca sabremos si ellos están tratando de incrementar, en secreto, el número de sus adeptos dentro de nuestra área de influencia y, cuando nos demos cuenta y nos dejen ejercer lo pactado, seamos, en realidad, minoría. ¿Nos dejarán, en definitiva, ejercer lo pactado?

            Tuvieron razón en todo. 

jueves, 19 de octubre de 2017

ALTERIDAD Y DERECHA. FORMULACIÓN ALTERADA

         Este fin de semana, concretamente mañana viernes, se presenta en Sala de Cura el espectáculo “Alteridad”, de la compañía Émesis Colectiva. A través de la danza se propone la capacidad de ser otro o distinto, que es, en definitiva, lo que significa el título de la propuesta. Esa capacidad de ser otro o distinto es una condición ampliamente extendida pudiéndose encontrar ejemplos varios: se puede ser pirómano y bombero, como nos demuestran los incendios en Galicia, cazador y conservacionista, según el manual del buen cazador, etc. Esa alteridad no define que el otro o el distinto sean un antónimo del yo ni su contrario, se puede ser otro, entendiendo el otro como sujeto nominal con su circunstancia y que esta sea semejante a la suya o ser igual en distinto escenario y con respuestas equivalentes.

            Pero donde abunda la alteridad en su forma más perturbadora y desequilibrada es en política. Una alteridad no basada únicamente en personas, que serían sus interlocutores públicos, sino en opciones electorales o idearios partidistas, bien es verdad que conformados por aquellos. Es esa forma de camuflarse entre la hojarasca social y presentarse unas veces a pecho descubierto como uno mismo y otras veces asumiendo, de forma taimada y marrullera, el posicionamiento del otro contrario, aunque te salgan sarpullidos en la piel, la más de las veces sin reparo ni vergüenza: todo sea por el poder. Que la derecha se presente como guardián de los derechos de los trabajadores y la única opción para su bienestar supone una alteridad de grado esquizoide con episodios de autoagresión física (cilicio mediante), fundamentada por su amoral concepto de la política y por una dejadez delictiva ocasionada por parte de la izquierda. También, claro está, por estar dirigida a una sociedad con poco entrenamiento democrático, escaso bagaje cultural e histórico y un equivocado concepto de su clase social.

            De ese desparpajo “alterado” de la derecha política se conoce mucho en Zamora, esta ciudad al oeste del oeste. Desde la pérdida del gobierno municipal en las últimas elecciones, el PP se ha convertido en una máquina repetitiva de propuestas sociales más acordes con el pensamiento de izquierdas, con la particularidad de que es la izquierda la que gobierna en la actualidad. No se trata de que no se tomen medidas a favor del ciudadano, ahora siempre es así, sino que, una vez tomadas, los representantes de la derecha proponen un aumento del efecto de las mismas que raya en alta temeraria. No importa si es posible sino ponerme, ficticiamente, en el lugar del otro, mi contrario, para presentarme ante la masa electoral como los auténticos tutores de su crecimiento y bienestar económico. Ponerse más a la izquierda que la izquierda en forma de simulación diferida hasta que gane el poder de nuevo. No deja de ser más que una formulación bastarda y llena de intereses espurios, un trampantojo político de políticos mediocres.

            En el caso que nos ocupa aquí, en esta ciudad, se da la circunstancia de que los que son las cabezas visibles de toda esta alteridad amoral son los mismos que en pasadas legislaturas formaron parte de los gobiernos de derechas que pusieron el ayuntamiento de todos en quiebra técnica. Ahora, después de dos años de gobierno de IU y PSOE, sin deuda, con participación ciudadana en los proyectos, coherencia en el manejo de los caudales públicos, etc, aquellos se vuelven soviéticos de pronto intentando manipular al ciudadano, engañarlo, tergiversando la realidad y falseando el escenario al exigir una bajada del IBI que ellos subieron, una reducción del impuesto de vehículos y de basuras que ellos subieron y la eliminación de las plusvalías de las que ellos se aprovecharon durante sus mandatos, obviando las directrices emanadas desde el equipo de gobierno para tales asuntos. Y es esta “alteradidad política”, que no alteridad, entendida como el estado alterado del ánimo cuando pierdo el poder lo que nos lleva, valga el ejemplo, a que propongan la bajada del IBI general, pero se opongan a que la iglesia lo pague.

            En definitiva, y por abundar más en el tema, si alteridad es la condición de ser otro y el vocablo alter se refiere al “otro” desde la perspectiva del “yo”, entonces el concepto de alteridad se utilizaría en sentido filosófico para nombrar al descubrimiento de la concepción del mundo y de los intereses de un “otro”. Y no tiene porque ser malo. Por tanto, hagan ustedes, la derecha, un ejercicio sincero de alteridad, por ejemplo, en la cuestión catalana y pónganse en lugar del otro, de sus inquietudes, y dialoguen. Lo mismo también tienen razón en parte. No nos vale el “Santiago y cierra España”. 

lunes, 16 de octubre de 2017

SIN ESCALERA DE INCENDIOS

             El edificio amenazaba ruina, eso saltaba a la vista. Los cimientos, mal asentados sobre arterias por las cuales, durante muchos años, muchos, se desangró parte de la conciencia colectiva que podría haber supuesto su regeneración, derivaban de la horizontalidad y parecían hacer flotar la estructura como si esta navegara sobre la líquida vergüenza que hizo posible su edificación. La nomenclatura, atrincherada en la azotea del mismo, hacía tiempo que había perdido toda conexión con la realidad que habitaba un poco más abajo, en los pisos inferiores, en donde la vida luchaba diariamente por sobrevivir, por no morir de inanición.

            Abandonados a su suerte, o su mala suerte, cada rellano se había organizado por sí mismo en células soberanas en las cuales cada piso, el A y el B, izquierda y derecha, o bajo, se procuraban su propia realidad inmediata, su metamorfosis en unidades de combate a la caza de una supremacía que hiciera más llevadera su cotidianeidad. La insolidaridad se había apoderado de sus almas provocando el recelo del otro, la duda intencionada y una desconfianza general que melló los engarces que mantuvieron precariamente la fábrica hasta ese momento. Nadie pensaba, intuía o razonaba en que la quiebra inesperada del inmueble común sumiría a todo sus inquilinos en la más absoluta oscuridad vital, o sea, la muerte.

            Hacía tiempo que los servicios básicos habían dejado de funcionar. No se recogía la basura, el correo dejó de recibirse ante la selvática e inidentificable situación y, porque no decirlo, ante la muere de varios carteros atacados por huestes que deambulaban al albur de la inseguridad manifiesta. No se realizaba el mantenimiento diario, las humedades originadas por las babas rabiosas de unos y otros provocaban en el ambiente ese hedor nauseabundo de cloaca, el ascensor quedó atrapado en los bajos fondos por falta de piezas…El poder omnímodo del búnker había ido suprimiendo todo derecho vecinal como forma de control, de chantaje, de coacción ante las exigencias de libertad.

            Si la centralidad exponía se decadencia sin sonrojo, el perímetro, la periferia del aquel monolito crepuscular no presentaba mejor aspecto. Al vaivén de las corrientes, de las mareas o de la oferta del día que supusiera un reconocimiento efímero, no se habían percatado de que su fachada, aquello que le separaba del abismo, presentaba inquietantes grietas. Grietas de un grosor tal que una mano podía penetrar por ellas. De hecho, como si de una película de terror se tratara, había noches en la que se podía adivinar, si se era un observador perspicaz, decenas, centenares de manos introduciéndose por aquellas grietas y, como serpientes, recorrer las estancias sigilosamente. Sus huellas, aún húmedas a la mañana siguiente, dibujaban el mapa arterial de su asalto. Demasiadas manos para tan poco pecunio. Por otra parte, el desconchado del revoco medianero dejaba al descubierto el mal armado cemento utilizado en la construcción de aquellos años. Una suerte de aluminosis colectiva se adueñó de los perpetradores de semejante aberración y una suerte de olvido de los elementos básicos del constructivismo hizo aflorar esos edificios que, en este momento, se van agrietando por unas juntas poco fiables y un mantenimiento escaso.

            Con el tiempo, una sociedad de capital-riesgo radicada en un paraíso fiscal ofreció una solución ante el derrumbamiento anunciado: instalar raíles entre el bunker y el resto del edificio y entre los diversos rellanos de este último. Así, ante cualquier eventualidad, las diversas unidades estructurales podrían cambiar su ubicación moviéndose por los mismos y conformar un dibujo constructivo más acorde con su sensibilidad. Una deconstrucción constructiva de amplio espectro con la posibilidad, si se contrataba en la póliza, de llegar hasta el dibujo definitivo: urbanización de viviendas unifamiliares con parcela.   
               
            Nada de esto llegó a suceder. Las banderías se unos y otros, dedicadas a entorpecer el normal devenir vecinal y los grupos de saqueo verticales, consagrados al desvalijamiento del común, hicieron que aquel desgraciado paraje quedara olvidado. Las muertes ocurrieron, la sangre siguió manando sin que nadie hiciera nada, sin que nadie levantara la voz de la razón y del diálogo. Nadie hizo caso a aquellos ruidos nocturnos cada noche más audibles y un buen día el mecano cedió, pero para pasmo de los observadores internacionales que acudieron a la tragedia, el bunker, que había sido reforzado en su estructura con total alevosía y objetivo doloso, se había desplazado de arriba hacia abajo como llevado por una polea que lo equilibraba, de tal suerte que había ido aplastando al resto del edificio sin sufrir daño alguno. 
                  
          Nada quedó salvo la ominosa realidad del fracaso, del fracaso de la generalidad aprisionada en esas 155 escaleras de interior. El poder se salvó, siempre se salva. La empresa de capital-riesgo había asegurado su futuro con la compra de productos financieros tóxicos luego diseminados entre confiados pequeños inversionistas, habitantes de tantos y tantos edificios en ruinas. 

miércoles, 11 de octubre de 2017

NO SE TE ENTIENDE PORQUE TÚ NO HABLAS

              Ya me lo habían advertido. En el mismo momento en que, por fin, iba a ver cumplido mi sueño de experimentar una ciudad libre, de aire limpio, vaciada de tics anacrónicos y confiada a una municipalizada coherencia y al rigor ético de la acción inmediata, se lo insinuaron: -que tengan cuidado con los compañeros de viaje que les tocan en suerte por mor de una mayoría absoluta casi conquistada, llevan demasiadas mochilas, demasiados asuntos pendientes sobre los cuales no poseen el dominio, el mando-. -Valiente celebración me estás dando, le dije-. Este dominio, prosiguió mi interlocutor, se halla en manos de prestamistas políticos del signo opuesto, lo cual lo hace todo más demoniaco, más opresivo y más intimidador. En realidad, nada se decide aquí, nada deciden las cabezas visibles de estos adyacentes coyunturales, todo emana, todo se solventa, todo se ventila desde “Madrid”.

            Apenas dos años y medio después se cumple el vaticinio. Repuntan las ratas envalentonadas por un número más que vuelve al redil. Sin importar siquiera que los electores les relegaran al último cajón del podio por suerte de un posicionamiento político más propio de dementes suicidas que de personas públicas con la razón por trinchera. Sin importar el abandono masivo del grueso del partido por no aceptar ese alejamiento social, de vivir y ejercer la política al lado del vecino. Vaivenes conductistas provocados por la falta del ideario sociológico al que dicen pertenecer, del conocimiento mismo de sus orígenes, bien es verdad que en consonancia con los grandes charlatanes del ventajismo feriante en que mutaron tantos y tantos maquis de salón. Nunca el socialismo dio tantos capitalistas en consejos de administración. Acaso, puede que todo terminara en Suresnes, comenzando esta etapa de mamporrerismo al servicio del verdadero poder: el económico.

            -Acuérdate de lo que me pasó a mí cuando fui alcalde-. Lo recuerdo bien, le digo, sentados frente a frente reflexionado con esta nueva situación, un tanto absurda: un caballo de Troya en forma de nuevo partido, dirigido por quien formó parte de su equipo de gobierno por un quítame, o ponme, allá unas obras, en nómina empresarial, ¿cuál?, y, curiosamente, por quienes deberían defender, ante todo, la legalidad: como políticos y como supuestos miembros de la izquierda. Mafiosa realidad vertebrada desde hace años y que asoma de vez en cuando pero que nunca termina por salir a la luz. Solamente analizando las consecuencias de forma indirecta se puede atisbar la verdadera realidad. Esa realidad, a secas, que dice que no quieren gobernar, que no les interesa mientras caigan en la saca los beneficios de la omertá. Es más fácil así, con cara de oposición pasmada se sí misma, recorrer el desierto aprovechando el maná generoso, la dádiva caritativa de quien, parece ser, te tiene agarrado por los huevos. No habrá marcha en New York, pero siempre nos quedará Rubén Blades, de Panamá mismo.

            De este modo, la mano que mece la cuna desde “Madrid” ejecuta la maquiavélica subversión del resultado sociológico electoral poniendo trabas al correcto devenir. Mi contertulio me hace una última reflexión: -piensa en que actividad ha habido más problemas más allá de la propia dificultad de los procedimientos y de los problemas añadidos que puedan surgir-. Negligencia, incapacidad u “obra” de Dios.    

               Susanita tiene un ratón. El ratón un títere. El títere se viste de Sancho. En el último baile danzará con la Dama. El “tablao” lo pone un tal Mariano. Es el ciclo de la vida. Hace tiempo que fue al chino a comprar pinzas. La ética, sobrevalorada.

martes, 3 de octubre de 2017

IDEOLOGÍAS DE DESTRUCCIÓN MASIVA

          En un contrasentido palpable, hemos pasado en un fin de semana de ser un país repleto de corruptos, estafadores bancarios, trileros políticos y demás fauna carroñera de lo público a ser un país dividido entre patriotas y separatistas. Ya no importan ni el saqueo continuado, ni el aumento de la desigualdad, ni del incremento de la pobreza, etc, ahora lo moderno es estar dentro de alguno de los bandos y discutir sobre si son galgos o podencos. Realmente, si uno lo reflexiona con calma, parece la obra de un orfebre del maquiavelismo más ortodoxo: convence a la tropa de que serán ellos quienes reescriban la historia antes de que el hedor despierte sus cerebros.

            Se ofrece gloria, reconocimiento, laureles a quienes han sido incapaces de exigir a la clase política la ética y honestidad que se presupone de sus cargos. No importa que me hayan robado el futuro si me dejan participar de la salvación de la patria, parecen decir unos. No me importa que me hayan engañado con falsas expectativas si me dejan participar como telonero del nuevo estado, parecen decir otros. Pura praxis cómica solamente al alcance de sociedades basadas en el paternalismo político, la jerarquía social estanca y el borreguismo de una parte importante de una ciudadanía todavía atorada en el subdesarrollo intelectual.

            Este país, que dejó hace tiempo de ser mediterráneo para americanizarse y sumergirse en el “american way of life”, ha añadido a la importación de hamburguesas, coca colas varias y películas con guiones que caben en una servilleta de papel, los muñegotes presidenciales más obscenos, y peligrosos. Como si de un ¿quién da más? se tratara, de una tacada hemos adquirido en el trastero más apestoso a los sosías de Bush hijo y Trump para colocarles un tricornio y una barretina. De esta guisa, en busca de armas de destrucción masiva nacional, han iniciado esta escalada sin sentido o con el sinsentido que tanto aquellos como estos parecen, estoy seguro, poseer. Hace tiempo que se perdieron las causas, que se olvidaron los orígenes reales de todo este bodrio enmascaradas por el sainetesco presente de ambición, intereses y falsas apariencias.

            Claro que al final, ¿qué? Si los objetivos son irrenunciables y los actores son los mismos la situación se enquistará de forma maligna en una sociedad quebrada, recelosa del otro y, sobre todo, del territorio del otro. Esta tierra, sublime en lo cómico, es capaz de sustituir a la Libertad para guiar al pueblo por Krasty el payaso hasta las cejas de metanfetamina ideológica con las consecuencias pertinentes. En esta diversión con banderas sheldoniana mucho me temo que es, precisamente, el pueblo quien tiene toda la culpa. Porque consiente su manipulación maliciosa, porque acepta su servilismo culpable. Porque tolera el robo de su soberanía.  Porque teme tomar las riendas. Porque sufre pero no grita, ni actúa, ni se moviliza sin correajes de los proxenetas del poder. A lo mejor, así, el sentido común presidiría el diálogo.