lunes, 28 de agosto de 2017

EL PIRÓMANO DE AL LADO

               Elección de la zona en la que incendiar. Viajes diversos para estudiar el terreno sin levantar sospechas, lo que se traduciría en convencer a la familia para ir de excursión al lugar o alquilar una de conveniencia, si es que hay páginas o agencias en las que se ofrezca este servicio con el añadido de la total discreción de los alquilados y la creación de escenarios y coartadas que nos dejen impunes. Consultas en los sitios oficiales pertinentes sobre la posible extensión de terreno afectada después del ataque, estudio de la densidad arbórea óptima, vigilancia forestal existente, grado de movilidad de los medios de extinción, evaluación del daño posible provocado en función del modo e intensidad del ataque, número de escapatorias, etc.

            ¿Alguien cree, de verdad, que todo este despliegue estratégico lo hace un tarado mental a setecientos kilómetros del objetivo? Sería como aceptar que nuestros bosques los queman murcianos, gaditanos, sevillanos, valencianos, etc, envidiosos de nuestro patrimonio forestal, por ejemplo. Pues eso: ¡una mierda! Seamos realistas de una vez por todas y admitamos que esos hijos de puta toman café en el mismo bar y a la misma hora que nosotros, es decir, vecinos nuestros, miembros de la comunidad y con el mismo patronímico. Y lo que es más grave, se sospecha que son ellos, algunas veces con conocimiento de causa. Puede ser una aseveración grave, pero esto es lo que hay: esa “omertá” rural tan dañina y tan imposible de superar, parecer ser.

            Resulta desesperante ver como cada año los bosques de Zamora, León, Salamanca, Orense…se queman sin que parezca que haya solución alguna. Curiosamente por las mismas zonas, en los mismos o cercanos parajes. Hoy Fermoselle pero, ¿cuándo fue el de Pinilla de Fermoselle? Hoy la Cabrera Leonesa pero, ¿cuándo fue en la Tebaida? Incendios recurrentes que poseen un patrón común: el mayor daño posible a la economía de la zona y, en algunos casos, en zonas declaradas patrimonio o parque o enclave natural con protección. ¿Se va viendo el hilo? Aquí, en Zamora, resultó descorazonador ver como se levantaron voces en contra de la instalación de cámaras térmicas en las zonas susceptibles de ser atacadas por estos depredadores humanos en virtud de un derecho a la privacidad exacerbado cuando somos grabados a todas horas y todos los lugares: carreteras, calles, plazas, bancos, cajeros, comercios, etc. Burda pantomima que, creo, esconde otros intereses más espurios. ¿Quién tiene miedo, realmente? ¿Forestales torcidos, cazadores furtivos, micológicos secretos? O, simplemente, la querencia al libre albedrío de todos.

            Pero la cosa está así y no parece haber más solución, salvo reeducar ambientalmente a toda esta jauría, si es preciso a base de ostias, que la vigilancia extrema en cualquier época del año y si es con cámaras, pues ajo y agua. Eso, o quemar de oficio todo el monte. Si unos lo incendian y otros callan, pues a poner ladrillos a la costa. Todos estos incendios suponen cortar de raíz cualquier desarrollo sostenible y viable en todas esas zonas. Turismo verde, aprovechamientos micológicos, ganadería y agricultura ecológica quedan sesgadas por quienes solamente admiten, tal es su minorado desarrollo intelectual, la validez de sus postulados más oscuros: esto es mío y si no, no será de nadie. Aunque son los primeros, como pedigüeños, en pedir ayudas públicas para el desarrollo local, pero muy local, el suyo y con sus condiciones.

            En otras zonas, no muy lejanas, no se producen incendios y se ha conseguido el aprovechamiento integral de las masas forestales en todas sus vertientes. Con el mismo grado de rigidez administrativa. ¿Por qué aquí no? ¿Por qué aquí siempre es igual: la incendié porque era mía?

jueves, 24 de agosto de 2017

EL TONTO "CONSAGRAO"

            Pues aquí lo tenemos. La verdadera cara de una sociedad cainita como la española que, después de los atentados de Barcelona, saca la cabeza como las ratas asoman el hocico ante un buen montón de mierda. Como olvidando quienes son los verdaderos culpables del atentado: unos cuantos retrasados mentales cuyos cerebros fueron lavados en sesiones de teología criminal, unos y otros se tiran los tratos a la cabeza en busca de réditos políticos con una conducta más propia de miserables por cuenta propia que de verdaderos líderes sociales. Se produce así una serie de acusaciones maniqueas entre unos, otros y todos, que emborronan finalmente el clima de colaboración inmediatamente posterior a los hechos.

            Para el gobierno español la culpa la tuvo la Generalitat que hizo caso omiso de sus recomendaciones por mor de una independencia de actuación autonómica mal entendida. Para la Generalitat la culpa es del gobierno español por torpedear la labor de información de su gobierno con el fin último de hacer fracasar el proceso independentista. Para la Policía Nacional la culpa es de los Mossos d’Esquadra que ignoraron los avisos que les hicieron llegar sobre los autores criminales del atentado y no tomaron las medidas de vigilancia pertinentes y para éstos últimos la culpa la tiene la Policía Nacional que aísla a la policía catalana de los organismos policiales europeos haciendo que la información no llegue a su debido tiempo a sus manos. Todo ello con tal de no dar ni un paso atrás de esos postulados hieráticos en los que se mantienen y enfrentan. Habrá que recordarles, tiene cojones, que hubo un atentado y víctimas que merecen un respeto.

            Pero, ¡cómo no!, faltaba otro de esos malos actores que se cuela en cualquier sarao aunque no haya sido invitado e, incluso, no sea bienvenido: la jerarquía católica. Esa jerarquía católica una, santa y trina. Y, en este caso, como representante mediático de la misma, ese tonto “consagrao” al que llaman el cura de la tele. Sí, de la tele pública, desde la que adoctrina un domingo sí y otro también a sus huestes, aunque la misma la paguemos todos. Animado, debe ser, por el libre albedrío de acusaciones entre todas las partes en conflicto, ha añadido dos sujetos más a la culpabilidad general: Ada Colau, alcaldesa de Barcelona y Manuela Carmena, su homóloga en Madrid. Haciendo un proselitismo del que se desprende la idea de que le importan un bledo las consecuencias del atentado, acusa a la primera de ser culpable por no instalar bolardos en las Ramblas y a la segunda de que, por la misma razón, el atentado se podría haber producido en Madrid. Pero añade el matiz por el cual se le ve el plumero: las anatematiza con el calificativo de “comunistas”, como si por esto ellas hubieran conducido la furgoneta criminal. O la hubiéramos conducido todos aquellos que, de alguna manera, nos sentimos de izquierdas. Simplemente juega a ser la voz de su amo sin percatarse, ¿o sí?, de la manipulación ideológica en la que cae. Da la impresión de querer igualar a los asesinos con las personas que se señala. Pura tradición ultracatólica y simple procedimiento ya aplicado por la Inquisición de la que es un digno heredero.

            Sin embargo, este cretino, porque no tiene otro cariz su razón, no cae en la cuenta de que su soflama puede traer consecuencias muy graves si entre sus beatos interlocutores se encuentra personas proclives a la acción desmesurada, como los terroristas del caso, dado su cociente intelectual entre 5 y 9, o lo que es lo mismo: una discapacidad cognitiva profunda. Su postura, más cercana a una especie de yihad católica, puede soliviantar los ánimos entre los más tontos de su parroquia, entendiendo parroquia en sentido amplio, haciendo que las posturas se extremen hasta límites insoportables y todo, al final, sea “ojo por ojo y diente por diente”. Catolicismo bajo palio no muy lejano.

            Algún superior debería mandar a este capullo uncido a alguna casa de descanso en la cual pasar los años que le queden en el mayor de los ostracismos, tanto religioso como social. No necesitamos extremistas de ningún bando dando lecciones de comportamiento y actuación. Porque es curioso que cuando les afecta a ellos, como los casos de curas pederastas, la culpa, ¡cómo no!, es de los niños. Debe ser que todos ellos, los niños, son comunistas. 

lunes, 21 de agosto de 2017

NUNCA UN DESNUDO PUEDE SER MÁS PELIGROSO QUE UN FASCISTA

              Que facebook tiene genes americanos, concretamente estadounidenses, es innegable en cuanto es capaz de bloquear a usuarios por subir alguna imagen con desnudo, aunque sea parcial y artístico, tipo Helmut Newton, pero no elimina ni bloquea contenido violento, agresivo, ya sea contra las personas o contra los animales. Vestido con el puritanismo pionero del Mayflower, navega con mano larga y cerebro corto en una sucesión de decisiones arbitrarias, absurdas y parciales. A imagen y semejanza de las películas americanas emitidas en los canales televisivos, donde la violencia y el número de muertes al por mayor es uno, sino el único, de los argumentos, y se censura o circunscribe al cable las películas con algún contenido erótico o sensual, esta red sigue los mismos patrones hipócritas y cínicos sin el menor sentido de la verdad. Aquí, en la red, también gana Chuck Norris y pierde el sentido común.

            Pero, cuando se trata de racismo y xenofobia, facebook se lo debería hacer mirar. Como si la falta de lluvia hubiera atorado las cañerías del riego sanguíneo, la escalada de comentarios de este tipo ha ido in crescendo tanto en número como en agresividad. El odio, la hostilidad y la patriotería surgen por doquier contra las diferencias de opinión, cuando no simplemente se usan de forma torticera para descalificar, de forma muy grave diría yo, al contrario político o diferente por razón de raza, sexo o religión. Que alguien, ante la foto de una ejecución en Irán, solamente sea capaz de articular que un partido político constitucional estaría contento con la misma ya que, según él, son financiados por Irán, según el manual de derechas que han aprendido de memoria, que no comprendido; que aquí, en Zamora, pocos y beatos, o precisamente por eso, se plasme en la red la bilis y la degradación humana hacia lo diferente por un tema como el uso del burkini en una piscina pública con una serie de comentarios a cada cual más vejatorio y segregacionista, o que, viendo las imágenes de las manifestaciones supremacistas en el sur de EE.UU., se forme un enorme coro de adhesiones a cada cual más aborrecible, ejemplifica dos cosas: un incremento a escala mundial del fanatismo más insultante y un agujero en la escala de valores censurables de la misma red que los soporta.

            ¿Cómo se puede entender que un pecho, un culo o un pene atenten contra la moral de los miembros de la red, y se censuren, y esos comentarios difamatorios, repugnantes, discriminatorios, intransigentes y fanáticos no? Y, cuando los califico de esta forma es porque la mayoría de ellos están, en contenido e intencionalidad real, a la par que los postulados nacionalsocialistas que dieron como resultado la II Guerra Mundial y el Holocausto Judío. Aunque ahora serían muchos los colectivos incluidos en la lista por estas ratas de alcantarilla fanatizadas por su propia ignorancia. A diferencia de facebook, Alemania, que sufrió de forma directa el nazismo, actuó con diligencia y de forma expeditiva ante el saludo nazi de un ciudadano americano en la ciudad de Dresde. Legitimada en una legislación que no permite ni un desliz en este sentido, este ciudadano está siendo investigado por exhibición de símbolos anticonstitucionales, al mismo tiempo que dos ciudadanos chinos fueron arrestados por el mismo saludo la semana anterior en Berlín. Todo lo contrario, desgraciadamente que aquí, en España, donde un gobierno inepto es incapaz de actuar con la misma rapidez ante el incremento de actitudes y simbología anticonstitucional de forma pública. ¡Cómo si nazismo y franquismo no fueran hijos de la misma mierda!

            Pues bien, no estaría de más que facebook actuara con igual celeridad ante modos totalitarios y de filiación fascista y bloqueara, al igual que hace Alemania, cualquier atisbo o conato de purulencia patriotera discriminatoria y excluyente. Señor Zuckerberg: nunca un desnudo puede ser más peligroso que un fascista. 

lunes, 7 de agosto de 2017

LEBENSRAUM PLAYERO O EL ACOSO DE LA TOALLA VECINA

            La individualidad como respuesta a la constructivista sociedad actual se encuentra en peligro de extinción. Ese exceso de contigüidad como conducta colectiva relacionista provoca, bajo su punto de vista, la anulación del principio de unicidad en el que cada uno de nosotros nos deberíamos reflejar absorbiendo los postulados generalistas, y mayormente mediocres, de una comunidad basada en la simpleza y la facilidad de objetivos. Congregaciones postuladas en la incautación de nuestro espacio vital, en la violación sistemática de nuestra zona de confort, en el borreguísimo complejo de vecindad.

            Exceso de reflexiva seriedad, piensa, pero no puede por menos que acatarlo. En su mente se activan esas anuales imágenes repetitivas de los entornos playeros de ciertas costas hispanas. Esa rendición incondicional del yo ante la masa. Esa subordinación del deseo personal ante el convencionalismo vacacional. Utilizados como reclamos publicitarios, cabe preguntarse: ¿efectivamente hay algo de humanidad debajo de tanta sombrilla colorista o simplemente discurre la tecnicidad dispuesta por ejecutivos de programación ministerial para ciudadanos de sociedades modernas?

            En realidad, es como si el individuo derrotado, el que ha renunciado totalmente a su especifidad unitaria, por miedo, por desconfianza en sí mismo,  necesitara de un punto de anclaje, el otro, para anclarse al entorno, para sentirse seguro, a salvo de ese mismo entorno en el que ansía permanecer. Piensa que, realmente, no nos diferenciamos mucho de esos bancos de peces que se mueven al unísono en la inmensidad del mar: iguales, difuminados, diluidos. Todo esto le lleva a la siguiente pregunta: ¿por qué si existe tanto espacio ante nosotros, por ejemplo una playa, o varias, en el que seríamos capaces de poseer nuestra habitabilidad individual asegurada, entendiendo ésta como espacio vital, nos empeñamos en amontonarnos unos junto a otros dibujando edificios de vecindades contrapuestas, toalla con toalla, sombrilla con sombrilla, derrota con derrota?

            Círculos concéntricos que se solapan unos con otros hasta emborronar la imagen, que difuminan las líneas personales. Desde la distancia se ve como si, en la lejanía, existen espacios vacíos, hemos podido llegar a esta acumulación espacial, a esta vicisitud temporal tan mediocre de sociedad consumista. Total, está bien participar pero sin avasallar, sin que te echen el aliento en la nuca, sin que, en definitiva, uno se sienta, al buscar su toalla, como esa madre o ese padre pingüino recién llegado a la colonia teniendo que buscar a su retoño entre un océano de repetitivas imágenes de sí mismos. Puesto que había espacio suficiente, ¿por qué cojones se tienen que colocar al lado mismo de uno? ¿Qué no entendisteis del espacio vacío y la ocupación dinámica de las zonas disponibles, panda de borregos?

            Si con esto no tenía bastante, salió de casa a desarrollar de forma empírica el aserto. Buscó un bar lo bastante vacío como para sentarse en la barra de forma solitaria, al margen de todo. ¿Cuánto tardaría el siguiente cliente en entrar, observar la barra, y, teniéndola toda a su disposición, colocarse a esa distancia en la que a uno le entran ganas de batearlo hasta la puerta de salida por cretino? Adivinad. 

martes, 1 de agosto de 2017

RAULITO: DEL EXTRARRADIO AL EMBALSE

            Apacentando la indolencia al solano de una tarde de verano, después de un aceptable refrigerio en el chiringuito playero y fluvial al que habíamos acudido, conocimos a Raulito. Raulito es un joven emigrante moderno, de interior. Acude todos los años al pueblo de sus padres desde que tiene uso de razón, acompañándolos en la tradicional romería veraniega de plato puesto y gastos pagos en ese “todo incluido” en que se convierten las casas de los abuelos durante el estío. Bien es verdad que esto último no figura en el contrato, hay que mantener el crédito ganado a base de horarios laborables inacabables, tiempos perdidos en traslados y ausencia de ocio en sus periféricos lugares de residencia al amparo del desconocimiento que sobre ello tienen quienes les reciben anualmente.

            Los padres de Raulito, suponemos, se fueron del pueblo jóvenes en busca de un futuro más allá de la agricultura y la ganadería de subsistencia. Se acomodaron en el dormitorio vital de la periferia de la gran ciudad y prosperaron. Incluso cuando votan se creen clase media. Así son ellos y otros muchos que olvidan los conceptos vitales de sus orígenes y sus enseñanzas. Y allí nació y creció Raulito, nuestro protagonista. Por lo que vimos y dedujimos, Raulito es un joven como todos los de su edad: vital, inquieto, deportista, pero trabajado en esa competitividad insana que se les inculca a los jóvenes desde muy temprano. Siempre compitiendo por cualquier cosa, aunque la causa sea de lo más intrascendente. Fomentando el éxito como única meta, sin reparar en formas y métodos y expulsando del entorno a quien no comparta el camino.

            Y así, con estos mimbres, ocurrió todo el resto. Raulito, alentado por unos padres inmersos en una realidad virtual en la cual su hijo es el estándar del triunfo, un modelo de posibilidades de futuro por desarrollar, lo desafiaron a cruzar el embalse, como si eso fuera lo más normal del mundo, en público, como si a nosotros nos importar una mierda Raulito y sus hazañas. Una muestra pública del triunfo emigrante y del, también, competitivo retraso mental acumulado. Raulito se desafió así mismo, como no podía ser menos, y a los dos amigos que le acompañaban con cierta cara de arrepentimiento por haber aceptado pasar las vacaciones con Raulito y sus engreídos padres. Pero les perdió esa competitividad de la que hablamos.

            Mientras Raulito y sus amigos penaban, no podía ser de otra manera, por las aguas del embalse, una sinapsis de los comentarios parentales. Raulito los pierde de vista enseguida. Es normal, Raulito es muy buen nadador y tiene unas espaldas enormes. Yo le he visto unos abdominales increíbles. Mira, Raulito se para, pero por esperarlos. Se lo toma con calma para no desanimarlos. Si es que destaca en todo, es un gran deportista. Los otros dos deberían aprender de él…Nos tomamos otras copas mientras vuelven.
            Sinapsis de lo que vimos. Raulito no tiene ni puta idea de nadar. Después de diez metros a crawl, tuvo que nadar a braza, pero como nadan las personas mayores en los aquagym del los hoteles, con la cabecita fuera del agua y resoplando porque no tienen fondo. Los otros dos le dieron alcance sin querer. Llegaron muertos a la otra orilla y allí, exhaustos, fueron incapaces de volver inmediatamente, con lo que se apagó la fanfarria familiar. La camarera del chiringuito tenía más espaldas que Raulito. Raulito no tiene abdominales. Raulito es un chico de su edad, alto, delgado y sin desarrollar. Raulito es un cretino, joder, y sus padres unos retrasados mentales.

            No sabremos nunca lo que pasó el resto del día. Después de esa paliza absurda, lo más lógico es que Raulito se acostara esa noche con un gran vaso de cola cao preparado por la abuela, con ganas de no vivir, mientras sus padres darían las explicaciones pertinentes en la fiesta nocturna sobre su ausencia argumentando la recuperación que necesitan los grandes deportistas como su hijo entre las risitas mal disimuladas de los jóvenes del pueblo. ¿Qué le deparará a Raulito el tiempo venidero? Su vanidoso carácter, su fatuo perfil social, ¿no será un obstáculo imposible de salvar? ¿No le reducirá, como a sus padres, al gueto existencial de sí mismos?

            Posible ficción futura. Raulito vuelve al año siguiente. Y vuelve a cruzar el embalse. Raulito, como no podía ser menos según sus padres, se liga a la más guapa de la verbena. Raulito, ¡como me puede pasar esto a mí!, la deja embarazada. Raulito, tan engreído como tonto. Los padres de Raulito ante el feliz alumbramiento: mirad, acaba de nacer y ya tiene las amplias espaldas de su padre. Al cambiarle le he visto unos abdominales enormes. Ya tenemos otro cruzaembalses en la familia. Y así, sin filtro, la humanidad va creciendo en éxitos fútiles en vitrinas de extrarradio.