miércoles, 26 de diciembre de 2012

DEJA QUE ME LEVANTE Y VAYA RECOGIENDO LA MESA


Ahora que acierto a ver en la oscuridad de tus ojos, empiezo a tranquilizar mi soledad repleta de sonidos romos y tonalidad incierta. Ya se apaga el botellón ruidoso de parabienes de saldo y van quedando vacías las litronas consumidas en el fervor religioso de rebajas. Deja que me levante y vaya recogiendo la mesa de la ingesta realizada. Porque acaso, seguro, no supe alejarte y has seguido mi camino desde la distancia. Moviendo los hilos de tu desamor con los que formas el teatro de una vida tan quebrada.
Mientras te hablo, voy apurando las últimas gotas del licor amargo que queda de tu vaso derramado por mis venas. Lo he ido bebiendo en tu lugar al mismo tiempo que el mío, arrasado por la desesperación de tu absoluta ausencia. Deja que me levante y vaya recogiendo la mesa. Ir desapareciendo los indicios de tu recuerdo en esta noche de titánica resistencia. Del desapego ácido del tiempo que no espera, que no me espera, que no te espera. Del tiempo que manejas a tu antojo, deformándolo de su esfera, modelando con tus manos una vida paralela.
Deja de hacerme el amor con los cuerpos de todas las mujeres que se entregan. Deja de mirarme con los ojos de todas las mujeres que me observan. Deja de esclavizar mi alma con la humedad de una tarde de tormenta. Por favor, deja que me levante y vaya recogiendo la mesa. Al terminar te prometo que me entrego a tu recuerdo y mi locura, abandonando cualquier atisbo de regreso a mi conciencia. Siempre tendré que vivir con la pregunta, ya que nunca me entregaste una respuesta.
Hoy me sincero contigo en la medida de mi acierto. Puede ser que sea el hecho de tener que hacer recuento de lo escrito en el pasado, acaso por tanto tiempo consumido, acaso por tanto espacio desolado. Vida yerma,  repleta de monolíticas torres de incomunicación severa. Pero, deja que me levante y vaya recogiendo la mesa. No serán obstáculo los mil cables que conectan mi vida a esta realidad concreta. Seguirá sonando la alarma que prueba que el corazón palpita todavía, aunque el cerebro se abandone poco a poco a su miseria.
Voy recordando apenas todos mis escritos, aquellos en los que intenté escribirte una canción de amor eterna. Ya no podré descifrar el código secreto de la lluvia y se ocultará la luna menguante del amor en mi locura. Ahora sé que mi viaje nunca tendrá llegada, quizás porque Venus se asomó al sol. Perdona, deja que me levante y vaya recogiendo la mesa, esparciendo en ella los escritos que delatan. Seguiré en mi soledad deshabitada, desayunando siempre de tu olvido, nunca podré ir al meridiano 180, ni me calmará el beso que en sueños he sentido.
No existirá final de año ni principio ya que mi tiempo es continuo recorrido. Apuro a grandes tragos la botella del silencio y me emborracho con su transparente sonido, intentando escuchar de fondo en el futuro todo lo que de tu amor me tienes prohibido. Deja que me levante y vaya recogiendo la mesa, por si acaso la muerte llega inesperada, iré jugando con ella el final de la partida, de este amor que nunca tuvo Ítaca llegada. Avanzaré hacia el mundo eterno del Tártaro furioso, cruzando los ríos de la lamentación y del olvido, solamente volveré del inframundo como héroe, agarrado al fuego rojo de tu hechizo.
Van avanzando las horas monocordes y se atisba en el horizonte la mañana, la tentación suicida se aleja una vez más, mascullando entre dientes su derrota. Llegará implacable de nuevo la noche y volveré a seguir el hilo de Ariadna, como Prometeo enamorado intentaré robarle al sol el fuego, porque créeme, que creo que te quiero.
Deja que me levante y vaya recogiendo la mesa, que el ocaso se me acerca silencioso, solo quiero estar contigo bajo la clara piel de tu sorpresa.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

ALEGATO DE UN TIEMPO GASEOSO


Con la premura del tiempo en los bolsillos me atrevo por fin a comenzar. Premura descubierta de pronto, como si en todo momento hubiera estado disfrazando el pretérito imperfecto del tiempo recorrido. Es así como el miércoles se acerca amenazante de vacíos, de paréntesis sin relleno, de locuras sin amor. Sin querer, me he ido deslizando por el precipicio finalista del mes y del año, fin del mundo anunciado por los propagandistas del tremendismo mercantil, con la ausencia calmante del repetido y coyuntural escenario del falso oropel bienaventurado que no deja de nacer por estas fechas para regocijo de sus lugartenientes terrenales.
Durante todo este año nos hemos formulado todo tipo de oraciones. Hemos ido pasando de las subordinadas de modo, como, a las subordinadas causales, porque, para finalizar en las subordinadas finales. ¿Para qué? Nos hemos ido acostumbrando a vivir con las preguntas sin buscar las respuestas, como si estas no existieran, con la comodidad relativista de la ignorancia empírica. Hemos convertido nuestra vida en un vulgar juego de la oca en el que vamos saltando solamente a las casillas del olvido, aquellas que por un tiempo alejan los problemas cotidianos de nuestra realidad más cercana. De oca a oca y tiro porque me toca, Navidad; de oca a oca y tiro porque me toca, Semana Santa; de oca a oca y tiro porque me toca, vacaciones; de oca a oca y tiro…pero ya no me toca.
Sin embargo tengo la penosa sensación de que hace tiempo que nuestro futuro está inmóvil en la casilla carcelaria. A nuestro alrededor se producen cada día muestras de la descomposición moral que socava la estructura social de nuestra comunidad. Hemos conseguido asumir como daños colaterales a nosotros las desgracias ajenas, resultantes de una actividad política y económica que no ha tenido, salvo contadas excepciones, la respuesta adecuada por nuestra parte. La calle lleva meses llena de manifestaciones de los más variados colectivos: funcionarios, médicos, enfermeras, policías, pensionistas, mineros, trabajadores del naval, etc, pero tengo, no puedo ocultarlo, la triste sensación de que estas acciones quedan demasiado aisladas dentro del descontento general. Como si el puñetazo ideológico y social de dichas manifestaciones al supuesto cerebro de este desgobierno del partido popular, fuera encajado demasiado fácilmente por sus miembros, dopados, como parecen estar, con la letanía cuartelera del orden y la ley marcial de su pensamiento único. Después de meses y meses de manifestaciones solamente faltan por salir a la calle, pero para celebrar su triunfo, precisamente quienes se están repartiendo el botín de los últimos resultados electorales: banqueros, empresarios defraudadores amnistiados, políticos corruptos, empresarios destinatarios del desmantelamiento del sector público, jueces conservadores del destino grande y libre, etc.
Resisten en su cruzada, disfrazada de movimiento nacional, ante nuestro conformismo y resignación. Se regocijan en sus cuevas de Alí Baba cuando aceptamos sin levantar mucho la voz manifestaciones como la del Ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón: “gobernar es a veces repartir dolor”, teniendo en cuenta que el dolor siempre está repartido entre los más desfavorecidos y no entre sus huestes aduladoras. O como cuando tenemos que escuchar al Presidente del Consejo General del Poder Judicial afirmar: “da mala imagen que un Presidente del C.G.P.J. viaje en clase turista”. Afirmación, que por exclusión, nos lleva a la aseveración de que cuando el ciudadano normal viaja en turista da mala imagen y, por tanto, somos culpables de no tener el poder adquisitivo suficiente para viajar en bussiness. Aunque son más dolorosas estas palabras cuando, en clase turista, se están yendo de este país numerosos trabajadores cualificados, investigadores, etc, por no tener oportunidades de trabajo. Y ya es sangrante que lo diga el Presidente del órgano que inhabilitó al juez Baltasar Garzón por querer investigar los crímenes realizados en una de las épocas más oscuras de la historia de España: la dictadura franquista.
Mientras tanto, otra persona se ha suicidado cuando iban a quitarle la casa. Otro apunte más en la cuenta de resultados de esos bancos saneados con fondos públicos y, por lo que parece, con la sangre humana de sus clientes, servida en bandeja por los políticos de turno. Y, en un alarde de cinismo mayúsculo, el Ministro de Economía, Luis de Guindos, se saca de la chistera una ley para indemnizar a las personas que fueron expoliadas a través de las opciones preferentes, eso sí, siempre que se demuestre que haya habido mala praxis por parte del banco. Su caradura le impide decir si esa mala praxis va a llevar aparejada la oportuna sanción administrativa o penal contra quienes la perpetraron. Cualquier casa de apuestas no nos daría nada por el resultado, de tan fácil que tiene la respuesta.
No sé si los mayas tenían razón y el fin del mundo está a la puerta de la esquina. En este caso sería una putada que acabáramos la historia de la humanidad dirigidos por la tropa de impresentables más palmaria que ha dado la clase política española. En caso contrario, que solamente fuera el producto de la ingesta de un variado cóctel de sicotrópicos, imitémosles y salgamos a la calle a recuperar la verdadera democracia, esa que nunca quisieron aceptar.
P.D. Un obispo chileno pide dejar en testamento todos los bienes a la iglesia antes del fin del mundo. Con tal de no irse con los bolsillos vacios. Pero, ¿a que hay algún imbécil que lo hace?

miércoles, 12 de diciembre de 2012

RECORDÉ EN VUESTROS OJOS


Ya están las puertas abiertas. Dentro, sobre el escenario, se agolpan los recuerdos enmarañados, oblicuos, tangenciales. Tienen el sabor seco del esparto, haciendo que la garganta se seque y apenas consiga tragar. Solamente la sombra de uno de ellos recita su monólogo de manera repetitiva, con el lamento ancestral de ese recuerdo que nunca quiso irse y del que, quizás, seguro, nunca hemos querido desprendernos. Recorro la memoria en su busca destejiendo poco a poco, sin prisa, desnudo de prejuicios, a la vista de todos, la capa de tiempo que perfila el olvido. Y no es fácil. Algunos se clavan en las manos dejando su esquirla de venganza por el tiempo transcurrido. Otros se niegan a ser devueltos a la vida, serpentean entre iguales en su vano intento de no ser parte de la memoria colectiva que llega. ¿Quiénes han sido los druidas que han enmarañado la memoria?
Ahora suenan las alarmas, una, dos, tres, pero todo ha sido recordado a tiempo. Uno a uno los recuerdos han sido puestos en el lugar que le corresponden. La sombra, aquélla que nos representa desde el mundo de los sueños, ha seguido infatigable guiándome a través de ellos y, haciéndose cuerpo, femenino singular, me recuerda que ya sobro, que mi trabajo ha terminado, que el tiempo no me pertenece, ahora mandan los recuerdos, no los míos sino los vuestros, que ya van a ser expuestos.
Se oye el sonido del tambor y la flauta a lo lejos. Ya llegan cargados de mensajes para ti. Atraviesan las fronteras y escalan las murallas en su imparable caminar. Fe atravesada por el polvo acumulado de tantas jornadas de infatigable creencia trinitaria. Mundos ajenos que nos recuerdan el nuestro, quizás porque, en realidad, son el mismo. Momentos fugaces que de pronto se disocian en el eterno inevitable: masculino y femenino. Con el filo de la quimera se corta el amor y, éste, se hace tangencial. Es su lado femenino que canta el orgullo de la lucha fratricida. Desafío acompasado, ritual incruento de machos en celo. Aunque al final no hay victoria y el amor se desliza por la propia tangencia de los ojos que los miran. Asoman las lágrimas, no del desamor pasado, sino del recuerdo perplejo y perpetuo de la ausencia, del desagarro del dolor por la pérdida. ¿Será ese recuerdo la sombra que nunca cesa en el reflejo?
Ya se mecen los recuerdos. Con tristeza comprobamos lo que queda y lo que no está. Nanas que acunan los quebrantos pasados y la amargura de la soledad. Nanas que no celebran las llegadas sino que mitigan el desconsuelo de las despedidas imprevistas. Quejidos de voz a grito para que su recuerdo nunca se pierda. Cruces clavadas en los sueños como oraciones laicas que impiden el olvido, letanías repetidas en mil lenguas diferentes que componen el camino al universo en el que nos encontraremos una vez transitada esta vida, que asimos con la fuerza del que no sabe porque llega a ella.
Inventamos recorridos y plasmamos rituales que intentan explicar el mundo que vivimos, sus alegrías y tristezas. Es hora de rezar. Ya salen los hombres de las sombras que encienden nuestros días. Llaman a juicio eclesial y entonan oraciones de gloria al imaginario creativo, que es como entonar oraciones a uno mismo, ya que dicho imaginario fue creado por nosotros, los hombres. Onanismo explicativo de nuestra fe, satisfacción inmediata de nuestro miedo a lo desconocido. Pero ya no queda más remedio que seguir. Los recuerdos han venido para quedarse y hay que vivirlos todos. Es hora de cantar, cantar en todas las lenguas de todos los hombres para que nadie quede extraño. El rumor de la pandereta ya asoma por el horizonte con su voz femenina, alejando el sombrío paisaje de enjutos lutos castrantes.
Ya se celebra la boda. La niña mira al suelo en lugar de a los ojos del amado. ¿Qué piensa? Un velo separa a los contrayentes de los invitados a la celebración, mientras las plañideras desgranan sus versos con la seriedad propia de otras tristezas. Escápate niña y vuelve a la libertad de los espacios abiertos, allí donde liberaste del cerco de linóleum al que quieres que sea tu esposo. No lo ensombrezcas con la futilidad de lo correcto. Huye y tropelea, deja que canten a tus oídos estrofas de amor eternas, pero no tropieces ante sus versos hechiceros de promesas, ante las representaciones de amor heroico. Déjate querer por el deseo de los hombres pero no pierdas la libertad. No necesitas bula para vivir y amar. Piérdete en tu camino mientras recorres la senda de tu vida. Y no temas, los recuerdos se irán acumulando según lo vivido, esa es tu ventaja. Nosotros ya los tenemos cargados de fantasmas. ¿No oyes la plegaria flamenca de los campos? No sientas pesadumbre por su partida, únete a ellos y se feliz.
Ahora es tiempo de celebrar la vida y la luz. El color de los recuerdos tiene el brillo de la alegría. Se volverán a enredar en nuestra memoria, pero siempre volverán a ser desenredados para volver a vivir la catarsis que nos mantiene vivos. Yo pude volver a recordar sin dolor al reflejarme en vuestros ojos.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

EL CRUPIER DE LA JUSTICIA ESPAÑOLA


Por si España no ardiera por los cuatro costados cada verano dejándose en el camino parte de su patrimonio natural, ahora nos sale el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, e incendia la justicia cual Nerón de tres al cuarto, haciendo recaer en la ciudadanía la culpa de tamaño incendio. Su megalómano sentido de la política y su práctica, como ya puso de manifiesto en su periplo por la alcaldía de Madrid, alcanza niveles delirantes en la reforma propuesta por el ministerio que supuestamente dirige.
 Aunque existen múltiples versiones sobre las causas del incendio romano y el grado de implicación del emperador según quienes sean los que transcriban los hechos, si nos fiamos de la más extendida por el imaginario popular, podríamos trazar el paralelismo entre el enajenado emperador romano que incendia Roma y luego traza un nuevo plan de trama urbana para evitar en lo posible las causas que supuestamente lo originaron, aprovechando las nuevas construcciones para su mayor gloria y boato, culpando a los cristianos como los autores de dicho incendio, y el ministro de Justicia español que pone en jaque a la justicia que representa con sus soflamas y aprovecha para aplicar una reforma que, por defecto, culpabiliza a los españoles del incorrecto funcionamiento de la misma por la supuesta facilidad con la que acudimos a los juzgados para dirimir cualquier pleito, en lugar de solucionar la falta de medios de los que dispone y que originan su bloqueo.
Aunque desde todas las instancias: Consejo General de la Abogacía, Consejo del Poder Judicial, todas las asociaciones de jueces y fiscales, todos los partidos de la oposición, etc, se le haya criticado por dicha reforma, una reforma populista y barata que va destinada a las tripas y no al cerebro, su monolítica concepción del ejercicio del poder, propia de la piedra berroqueña de las laderas del Guadarrama, allá por El Escorial, le impide sentarse a consensuar unas medidas que suponen una vejación al artículo 117.1 de la Constitución: “la justicia emana del pueblo”. Con esta reforma el pueblo es expulsado del amparo de la justicia y regresa de golpe (de estado) a periodos involucionistas que creíamos superados.
Dicha concepción política junto con el afán recaudador de este gobierno, ha hecho surgir una nueva justicia basada, no en el derecho, como sería lógico, sino en el nivel económico de la persona que acude a ella. A menor nivel económico menos posibilidades de poder recorrer las distintas instancias judiciales en busca de recurso al tener que pagar tasas excluyentes por su importe. Queda así el ciudadano expuesto a los abusos de los mejor posicionados a nivel económico, que no tendrán reparo en acudir a unos tribunales hechos a la medida de su impunidad, mientras el resto de los mortales deberemos pedir un crédito para defender la verdad.
Con el escándalo de las preferentes ofertadas por los bancos a sus clientes de plena actualidad, sin la debida información al tratarse de un producto complejo, y que hasta ahora ha sido ganado por los clientes en los tribunales de justicia, a partir de la citada reforma le costará a una persona que demande por la vía civil a un banco para recuperar unos ahorros de unos 100.000 €, un mínimo de 800 € y un máximo de 3.800 € para que se estudie su caso, dependiendo de si llega hasta el Tribunal Supremo o no. Barreras económicas que en muchos casos harán que los ciudadanos afectados renuncien a recurrir ante la mayor capacidad económica de quien con su forma de actuar originó su descalabro financiero. Además esta ley da carta de naturaleza de impunidad al Estado, que queda excluido de pagar dichas tasas y por tanto puede tener la tentación de judicializar sus actos administrativos ante la previsible renuncia a la lucha de aquellos a los que debería defender. Un caso pueden ser las expropiaciones a la baja.
Como un adelanto de la instalación en España de Eurovegas, el ministro de justicia ha convertido en casinos a todas las sedes judiciales, donde habrá que pagar por entrar, donde los jueces habrán sido sustituidos por crupieres y donde la fortuna y no la razón serán los argumentos para decidir nuestras reclamaciones. Rojo, par y pasa. Podremos escoger entre la ruleta de lo contencioso, el blackjak de lo civil o los dados de lo social. Para los juicios rápidos estarán a nuestra disposición las máquinas tragaperras, donde las tres cerezas han sido sustituidas por el símbolo de la justicia con el logotipo del euro en cada uno de sus ojos, llevando en la balanza fajos de billetes provenientes de los bolsillos de los ciudadanos.
Mientras tanto, se producen los indultos del exalcalde de la localidad malagueña de Valle de Addalají, condenado por corrupción y tres concejales condenados por delitos continuados de prevaricación, todos del Partido Popular. Incluso se indulta, por segunda vez, a varios Mossos d’esquadra condenados por tortura en dependencias policiales, delito éste que no puede tener nunca indulto de ninguna clase al ser una acción que nos inhabilita como seres humanos, que nos despoja de toda naturaleza humana.  
Todo ello me lleva a pensar que como siempre la realidad supera a la ficción, aunque en este caso sea el de una gran película dirigida por Martin Scorsese: Casino. ¿Qué personaje estará haciendo Don Alberto?...