jueves, 25 de mayo de 2017

PATADA EN LA BOCA

          El resultado del Congreso del P¿S?¿O?E, en el que se elegía el nuevo Secretario General, puesto vacante después del golpe de estado político que descabalgó a Pedro Sánchez del mismo en octubre pasado, no deja de ser una gran hostia a mano abierta a la nomenclatura histórica de este partido anclada en el determinismo capitalista y alejada de forma vergonzosa de sus militantes y simpatizantes. Unos militantes que han visto a lo largo de estos años como sus representantes políticos han ido derivando hacia el conservadurismo más añejo, convirtiéndose en una suerte de oligarquía de izquierdas capaz de pactar y mantener en el gobierno de la nación a los hijos y nietos de los sátrapas del anterior régimen, fascista y autoritario, aquel que persiguió, encarceló y expatrió a los familiares de aquellos y a ellos mismos.

            Desde el abandono del marxismo en el Congreso de Suresnes, la deriva ideológica del P¿S?¿O?E ha mostrado el grado de fariseísmo que motivaba a sus líderes, llegando a estar más preocupados de su posicionamiento jerárquico en el entramado partidista y su posicionamiento social en el entramado público que de posicionar de nuevo en la izquierda ideológica a un partido cuyas actitudes se alineaban sospechosamente con los mandatos y recomendaciones de los mercados y poderes financieros; los mismos poderes que fueron dando cobijo a muchos de sus dirigentes más conocidos. Todo este tiempo perdido en luchas internas y canibalismo absurdo ha ido minando la confianza de su electorado sociológico con la consiguiente pérdida de presencia representativa en los foros democráticos de poder, a lo que se ha sumado sus pactos con fuerzas de derechas que suponen la definitiva perversión de su ideario y que se revuelvan en sus tumbas los que cayeron por defenderlo.

            La nomenclatura, representada por el “susanismo” rampante, por el felipismo y guerrismo rancio y por las puertas giratorias hacia la seguridad económica, esa “beautiful people” socialista de salón de té, erró en sus conclusiones a la hora de medir el grado de afección de la militancia, una militancia cansada de que hicieran oídos sordos a sus mandatos, los únicos que debería ser válidos para el político que, supuestamente, los representa, y, por eso, con ganas de pasar factura a tanta tontería y gilipollez, a tanta palabrería sin mensaje, a tanta decisión sin resultados, en definitiva, a tanto mirar por encima del hombro a la base y a la ciudadanía que sustenta todo el edificio democrático. ¿Se puede ser tan imbécil como para no sospechar de esto último y creerse más importantes que los auténticos socialistas de verdad, los militantes, y que éstos seguirían, por ignorancia, su juego? Se puede ser. Y quedarse tonto, como Carmona.

            Uno de los ejemplos que ponen al descubierto la lejanía entre la militancia socialista y sus representantes ciertamente marcianos, y que ha traído, entre otros, este resultado, es el caso de Zaragoza, en donde el gobierno municipal intenta remunicipalizar los servicios privatizados por el Partido Popular entre sus correligionarios ideológicos y amigos empresarios con la oposición de los representantes socialistas, alineados todos con el Susana Díaz en el Congreso celebrado y cuya corriente y líder ha sido derrotada por los militantes seguidores de Pedro Sánchez. ¿Dimitir? ¿Aceptar la opinión de la militancia? Para eso hay que tener vergüenza política y no sé yo si hay de eso en la mochila de tanto bilioso…Lo mismo se podría decir de todos esos barones regionales “susanistas” que menospreciaron al candidato Pedro Sánchez, llegando incluso al insulto personal, y que han sido derrotados en sus feudos por este último. ¿Ahora qué?

            Y por último, ¿limpiar la mierda o unir fuerzas? Para el candidato vencedor decantarse por esto último puede ser una espada de Damocles sobre su cabeza, ya le cayó en octubre, puesto que el resentimiento de la derrota anida entre tanto dirigente podrido de bilis y con ganas de venganza ante lo que consideran un atropello de los militantes, sin aceptar la legitimidad que nace de la propia militancia. La primera opción, deseable. Separar las manzanas podridas de conservadurismo del partido y a quien no crea en los postulados de Pablo Iglesias, su fundador. Proceso lento y duro, pero exigible a un partido que ha ido perdiendo el significado de las palabras socialista y obrero.

            Patada en la boca del socialismo ochentero que, como la movida madrileña, han sido uno de los mayores pufos que ha sufrido este país en democracia. Ahora: patada a seguir.

jueves, 18 de mayo de 2017

LA TURBIDEZ OPOSITORA DE TU NOMBRE

            La doña está sola. Nadie comprende su hastío ante el escenario imprevisto que nunca cupo en sus planes ni sueños. La doña está desolada. Pasan los días y ni un contexto problemático que llevarse a la boca. Apenas una baldosa suelta aquí, alguna valla sin pintar allá, algún desbroce sin hacer acullá. La doña está vacía. Van cayendo las piedras de esta Jericó escondida de sí misma y, al unísono, va desapareciendo el remoto castillo de naipes de su propaganda personal. La doña está desnuda. Nada ni nadie puede vestir lo que nunca ha sido ni nunca será. Nada ni nadie puede enmendar su error de perseguir el continente en lugar del contenido como fórmula de victoria. Nada ni nadie puede llenar el bagaje personal de las experiencias verdaderas que dan impulso a los proyectos políticos cuando nunca se ha pasado por el tránsito laboral. 

            La doña está desierta. De su interior hace tiempo que desaparecieron las personas, los lugares, las ideas, los proyectos, la sociedad. Es lo que tiene vivir siempre en política, de la política, como profesión unilateral, que termina uno desierto de sí mismo y de los demás por el abandono, por el desaliento, por el desánimo de quienes acaban por descubrir el vacío interior de la esfinge, el desocupado féretro sin muerto del sepelio. La doña está desesperada. Apenas un festival juvenil con banderas tricolores, una memoria que ella desconoce y proscribe, una calle sin nombre. Como los orates, recorre las rúas, los callejones, en busca del gulag que debería existir así como existe ese gulag en el imaginario de su verdad, esa verdad que le adoctrinaron muy derechosamente. En su lugar encuentra sonrisas y tranquilidad, el correcto movimiento de la simplicidad aplicada al devenir público.

            La doña está abandonada. Ella que siempre se imaginó como la derecha guiando al pueblo, con su pecho descubierto, símbolo del nuevo matriarcado político. Como una cazadora torpe de tesoros, se deja deslumbrar por el brillo engañoso de cualquier baratija con la que poder deslumbrar al populacho. Pero desconoce los entresijos, la maquinaria, el hilo conductor de su supuesta actividad. Desde su observatorio de marfil acolchado de sueldos es incapaz de desentrañar el juego. La doña está aislada. Ha sido entoñada por tanto tufo de capacidades desmedidas cuchicheadas a su oído en los momentos precisos dejándose querer. Su ejército es escaso. Acaso dos peones más preocupados  de sí mismos y de su permanencia, de su disponibilidad servil para la ocasión, que el sueldo lo pintan calvo. La doña está bloqueada. Ese desapego diario no le deja entender los tramposos conatos de oposición de su situación, de las batallas perdidas de su tesitura política, de las balas de respuesta con las que arma a los otros.

            Como el coronel de la novela de García Márquez espera en vano su pensión, la doña espera el triunfo que no llega mostrando mientras tanto el desasosiego ante tanta espera, a veces de forma extemporánea, a veces de perfil altanero, las muchas en vano por su fatuidad. Pompa y circunstancia carente de mensaje, pues el mensaje no importa a esta clase de políticos, sino el poder intrínseco, la victoria soberbia, el trabajo posterior escaso, acaso, la representación notarial de su estatus. Y mucho de desprecio al otro, al que vive la ciudad, al que la sufre. Si es preciso se enfanga el argumento, se impugna la decisión, se recurre ruidosamente. ¿Le preocupa, acaso, las consecuencias sociales y económicas? No. Solamente desprestigiar tramposamente al contrario.
  
            La doña está triste. No es alcaldesa como sí lo fue su querida Botella. Si por eso está sufriendo, tenemos un césped nuevo para mirar las estrellas.

jueves, 11 de mayo de 2017

SOCIALISMO "HAUTE COUTURE"

                 Parece ser que la salvación del hombre en general, de acuerdo con la mitología católica, y la del socialismo español en particular, según la mitología socialdemócrata, ha dependido, en gran medida, de la llegada de un mesías, de un líder que ejerciera de gran timonel. La diferencia estriba en que entre la llegada del primero, el católico y la llegada del segundo, el socialista, ha habido dos mil años de diferencia, aunque es justo reconocer una gran similitud: a los primeros de nada les ha servido dado el marasmo conceptual en el que se encuentran  y a los segundos de nada les valdrá, me temo, dada la falta de densidad y texto en un mensaje vaciado de los ideales que hicieron surgir esta forma de entender la política y la sociedad y viciado de liberalismo y capitalismo que ha gangrenado definitivamente su dialéctica.

            La nueva mesías del socialismo español, versión low cost, Susana Díaz, ha presentado su candidatura a liderar el PSOE, partido que ha suplantado el Consejo Federal por los Consejos de Administración, apostando en escena lo más arquetípico y añejo de los fastos congresuales, disponiendo a su alrededor una asamblea polifónica de adulación y adoración, arropándose en referentes de un socialismo caduco y demodé que no son, precisamente, un gran trampolín para definir el futuro del partido socialista, un futuro más que dudoso, por otra parte. La banda de los cuatro ubicada frente a la tribuna, aplaudiendo acompasadamente como hacían aquellos adustos jerarcas soviéticos desde la tribuna de autoridades en el desfile de la revolución, representa de forma clara y contundente sobre que bases se sustenta el discurso de la candidata: la nomenclatura intocable, la jerarquía socialista elitista, el desapego con los militantes y el electorado potencial. Una casta que simbolizó, consejos de administración mediante, el triunfo del dinero sobre lo social, las grandes reconversiones industriales, la primera huelga general, la preponderancia del sistema financiero como fuente de riqueza en lugar del sistema productivo real, etc, de los años ochenta y principios de los noventa.

            El evento excursionista de bocata con mortadela soslayó cual es el lugar que le corresponde a un partido supuestamente de izquierdas en un país todavía repleto de tics autoritarios en su estructura. Parece ser que el triunfo es el único objetivo pero luego, ¿qué? Evitar ese debate supone poner en entredicho el estado del bienestar y dejar desprotegidas a amplias capas de la población y en manos, no lo olvidemos, de un sistema productivo basado en el capital y que, por esa misma razón, solamente concibe al trabajador como mano de obra barata y carente de derechos laborales, o sea, la antítesis de lo que se supone que es el socialismo. Deberíamos no olvidar el listado de “virtudes” con el que la nueva postulante del socialismo español se presenta: golpe político en contra del secretario general del partido elegido democráticamente alentada por la vieja y vetusta, guardia, gobernar en la Comunidad de Andalucía con el apoyo de Ciudadanos, representante de la nueva, en formato, derecha, pero derecha al fin y al cabo, estar a favor, en consonancia, con poner en manos del Partido Popular el gobierno de la nación, representante de las políticas más nocivas para la ciudadanía, tanto económicas como sociales en lugar de pactar con el resto de partidos de izquierda, y así un largo y pedregoso camino de probidades. Mesiánica y autoritaria con perfil floricaturesco de abril, representa ese socialismo de salón “haute couture” que, parece ser, no importa a sus feligreses, independientemente del calado de su ideario y su formulación práctica. Aunque, ¿lo conocen?

            El paradigma conceptual y político de Susana Díaz bien podría ser como el falso curriculum de la susanista Estela Goicoechea, Directora del Observatorio de la Salud de Cantabria y oradora telonera en los fastos de proclamación de aquella: su falso e inflado testamento de capacidades para el desempeño de la política, ya que en una empresa privada no hubiera colado, simplemente le hubieran pedido el título, que parece ser que no tenía, no es más que el arquetipo del socialismo de la candidata: falsario, mendaz, intrigante, palaciego, todo lo contrario de lo que representó el fundador del partido, Pablo Iglesias, y alejado de la capa social a la que, en teoría, debiera representar.

            Parafraseando a la inimitable folclórica Lola Flores,…aunque bien podría parecerse…bueno, dejémoslo que nos enfangamos: susanistas españoles uníos, pero luego, si queréis al partido, irse. ¡Vaya PSOEZ!

martes, 2 de mayo de 2017

PLAN ZAMORA10: EN BUSCA DE LOS OTROS NUEVE

             Hace unos días se produjo el encuentro Plan Zamora10, en el cual los agentes sociales zamoranos debatieron sobre que propuestas serían necesarias para colocar a Zamora en el lugar que se supone le corresponde dentro del mapa del turismo nacional e internacional. Al hilo de los resultados preliminares y de las propuestas presentadas para su posible concreción en un futuro, que esperemos no sea muy lejano dada la situación de ocaso en la que estamos inmersos, uno tiene la sensación de que es más de lo mismo y de que los presentes no se lo han currado lo suficiente como para justificar dicho encuentro. Románico, gastronomía, Semana Santa, etc., son recursos manidos hasta la saciedad desde años atrás sin que, según parece, hayan sido suficientes para sacudirnos el alelo de pasmo en el que vivimos.

            Es evidente que poseemos una riqueza monumental considerable, sobre todo en románico, que deberíamos poner en más alto valor. Pero no deja de ser algo que muchas ciudades y pueblos de España poseen, ya sea el citado arte románico, o gótico, o modernista, o simplemente un pastiche al uso antiguo. Por si solo, no es un valor que consiga la permanencia durante días de los posibles turistas o viajeros de la cultura. Las piedras se ven, se gozan, se viven y, una vez terminada la jera, ¿qué? Pues se van. Lo mismo pasa con la tan cacareada gastronomía zamorana, que parece ser que en los demás sitios del orbe nacional no comen o no poseen en las viandas ofertadas al viajero ese sabor y ese tipismo del que creemos estar en posesión única. Si por algo se caracteriza este país es por la cantidad, que no calidad, de Denominaciones de Origen o Indicaciones Geográficas Protegidas concedidas a cualquier comestible o bebible que tenga, o se le confiera “ad hoc”, alguna reminiscencia atávica en su producción, dando como resultado que lo único que no está protegido en este país es el sentido común.

            Semana Santa. Vale. Perfecto. La compro, pero, según el diccionario de la R.A.E., semana significa “conjunto de siete días” y, por lo tanto, no da para más la Santa que tenemos y que, como no podía ser menos, tienen otras muchas ciudades, que aquí vale lo mismo que para la gastronomía, se conceden los distintivos de interés a poco que vistas a dos paisanos de romanos “péplum”. Solamente nos quedaría la solución de estirarla hasta el infinito y más allá, si es preciso, pero dando lugar a que terminemos narcotizados de tanto incienso y con la glucosa por las nubes de tanta garrapiñada. Por tanto, tres posibilidades que por sí solas no surten el efecto deseado, ni siquiera conjugadas por muchas reuniones que se realicen.

            Es preciso articular la ciudad en clave cultural para que sea una ciudad viva, algo que muchos turistas y viajeros echan en falta. Que su entramado posea la viveza y el vigor de un conjunto ciudadano en movimiento y con los suficientes recursos para ofrecer al visitante. Es preciso alejar el amateurismo como forma de presentación, organización o estructura en la que basar los proyectos, sin renunciar a él, pero siempre como articulación interna de la dinámica diaria, dejando en manos empresariales y en los profesionales de cada ramo la labor de emprender de forma eficiente de cara al exterior los diversos planes, los cuales tendrían una base más solida. El amateurismo, por sí solo no atrae visitantes, sino que cae en una endogamia persistente en la que los protagonistas y sus espectadores son las dos caras de una misma moneda. No se crea riqueza por su propio origen, comenzando y finalizando sin ninguna trascendencia exterior. Abuelos, hijos y nietos representando los papeles asignados, unos en el escenario, otros aplaudiendo, y todos creyendo que la ciudad sigue viva, siendo, desgraciadamente, mentira. Válido, pero ineficaz y escaso para lo que se necesita.

            Un simple ejemplo: si dentro el mundo de la tradición hay zamoranos y foráneos que recorren kilómetros y pasa varios días en festivales de folclore de ciudades y pueblos más pequeños que Zamora, que sí han sido capaces de dotarlos de una capacidad de convocatoria atrayente para el posible cliente, ¿por qué esta ciudad no es capaz de fomentar un festival de folclore, que lo tiene, que atraiga a espectadores de otros lugares? Ya está dicho, por endogamia, por abandonar el mercado exterior de grupos profesionales y caer en el ombliguismo aficionado de grupos locales para consumo local. Y así con todos los festivales y acontecimientos que han sido en Zamora: festivales musicales, de teatro, de cine, etc, unos desaparecidos por falta de apoyo y otros en la decadencia más absoluta. La sentencia parece clara: si no te gusta, no vayas, pero deja crecer algo que, a la postre, te beneficiará. No seamos mendaces y miserables obstaculizando los intentos por hacer resurgir esta ciudad del ocaso a la que está abocada si no ponemos manos a la obra.

            En cualquier caso, si esto no es así, propongo una medida desesperada, o no: sustituir a los zamoranos por irlandeses, por ejemplo, o madrileños, o alemanes, o marcianos. Porque, a diferencia de lo que piensan muchos de aquellos, aquí no se vive bien, aquí se muere bien, con tesón.