jueves, 20 de julio de 2017

SI PAGA PITI...¡PAGA TÚ!

              ¿Y por qué no paga su partido, el PP, y ella como militante, la parte proporcional del declarado contrato lesivo para el ayuntamiento de Zamora del malogrado edificio de oficinas firmado por sus compañeros de corporación? ¿No había qué salvarlo en ese momento de la bancarrota a la que estaba abocado? ¿Ellos y ella están por encima del bien y del mal? Le resulta fácil plantearse todas esas preguntas y le cabrea el que algo tan digerible sea de digestión pesada para la dama clara. Es muy torpe. Torpe de verdad. Es esta cuestión, ella, hay que valorárselo, tiene un alto sentido de la irresponsabilidad.

            Jugar a la alta política en este tipo de escenarios mínimos, decadentes y periféricos, cuando la habilitación proviene del compadreo social y no del mérito sólido, da lugar a estas pautas de comportamiento político alejadas del devenir diario de una ciudad de provincias. Y ella lo intenta, pero es palpable su falta de conocimiento del medio en el que se mueve, su actitud altanera ante los acontecimientos y su falta de visión global sobre las necesidades sociales de la ciudadanía. Tropieza y tropieza continuamente en la misma piedra, a la que ya le tiene un sincero afecto, en la simpleza de lo nimio, en la intangibilidad de lo exiguo. Así es ella o así se lo han vendido. Así lo cree ella o así se lo han hecho creer. Aunque lo cierto es que, salvo libres designaciones, nada ha conseguido por contenido.

            Acostumbrados en esta ciudad a una oposición municipal de izquierdas responsable y segura de sí misma y de su cometido, en definitiva, de su contrato electoral con sus votantes y con la ciudadanía en general, la otrora corresponsable de las tareas de gobierno del PP provoca la sensación de que, una vez que la izquierda ha asumido las tareas de gobierno, falta una oposición digna de ese nombre. Podría llegar a ser que, para que tengamos los dos estamentos de gobierno municipal, sean los mismos partidos de gobierno los que hagan de oposición de sí mismos ante la falta de bagaje y personalidad que reina en los supuestamente opositores populares.

              Como pasa en muchos deportes, para atacar primero hay que defender y la dama clara no lo sabe. Su libelo contra el equipo de gobierno de izquierdas poniendo en entredicho la estabilidad del ayuntamiento solamente es una huida hacia adelante cuando, en realidad, tienes el culo al aire. Si ahora nos quiere salvar, me pregunto dónde estaba la dama clara en el citado caso del edificio de oficinas, en el caso de ese zulo de mentiras que fue la Sociedad de Turismo, en los casos de los contratos caducados, en la sospechosa relación entre liberar partes de la muralla beneficiando, de paso, a constructores durante la burbuja inmobiliaria en una ciudad con miles de pisos vacíos. Resulta curioso recordar el caso de Siglo XXI, una urbanización en medio de la nada, sin ninguna justificación estructural y de servicios, salvo que fuera porque una de las posibilidades sobre plano de la nueva línea férrea de velocidad alta llegada a Zamora estaba, en aquel momento, trazada no muy lejos. Casualidades. Ahora nadie nos salva mantener unos servicios extemporáneos en lugar inverosímil. Y así un largo rosario de calamidades perpetradas por el PP en Zamora sin que la dama clara acudiera en nuestra defensa sino, más bien, fuera cómplice por convencimiento del colapso municipal.

            Ahora, rizando el rizo, me sales con lo de Ciclos Piti. Que page el derribo del local adosado a la muralla que regentó. Un jubilado. Argumentando ingeniería legal. Judicializando los acuerdos del Pleno. Sin tan siquiera tener la vergüenza de esconder la pantomima leguleya en el anuncio. Cantaba Serrat: “niño deja ya de joder con la pelota”, pues eso, deja de joder con la política. Te queda grande, muy grande, o eres pequeña, muy pequeña. Coge a los tuyos e idos, o íos, ya ves que no me someto al imperativo de la ignorancia lingüística, a joder a otra “de la parte”. 

              Si paga Piti, paga tú. 

martes, 11 de julio de 2017

EL UTILITARIO INMADURO O LA BERLINA MADUREZ

           Se aburre. Echado en el sofá, descarta seguir leyendo o escuchando música. Significa concentrar la atención en el hecho mismo de leer o escuchar y la temperatura alta, demasiado alta para el hecho mismo de vivir, no invita a nada que no sea ponerse en modo “off”. Podría leer o escuchar con desinterés, cuestión alto improbable para él, pero para eso debería sumergirse en algún superventas veraniego de cualquier famosillo de medio pelo o en algún tipo de música como el reggateon, posibilidades que su constitución neuronal y su histórico literario y musical le impiden, ni siquiera, intentar explorar. Aparte de que no entran en su casa ni con mandato judicial ni patada en la puerta. No le gustaría ir al dermatólogo, al otorrino, o lo que sería peor, al siquiatra.

            Termina, sin convicción ninguna, encendiendo la televisión de forma mecánica. En la calle se empieza a percibir el murmullo mundano del final de la tarde que va creciendo a medida que la temperatura baja. Días más largos, ¿para qué? Nos los pasamos penando al sofoco solano esperando llegar lo más indemnes posibles al vespertino solaz ya entre dos luces. Los pobres somos así: creyendo siempre que nuestro verano confraternizará con el de los que tienen una constitución adinerada. Una mierda. Demagogia barata que nos venden y que nosotros aceptamos creyendo compartir el mismo cosmos social. Lo dicho, una visión cosmogónica de baratillo pero que parece ser que proporciona réditos electorales a esos ambulantes de la política vendedores del elixir de la eterna ineptitud.

            Mientras divaga por estos pensamientos fruto de la calentura ambiental reinante, pulsa con obsesión, casi con irritación, el mando televisivo en busca de un oasis de paz catódico. Piensa que hace muchos años, cuando solamente existían dos canales televisivos, todo era más fácil. Había lo que había. Mucha caspa. Ya está. La llegada de la televisión privada aumentó la oferta pero no está muy seguro de que aumentara la calidad y variedad. Lo que hizo fue poner en marcha un ventilador que esparció esa caspa para que ninguna escala social quedara sin contaminar y manipular. Ahora, el crecimiento exponencial televisivo, gracias al cable, es como un ventilador gigante esparciendo mierda a diestro y siniestro. Más, ¿para qué?   

            Sumido en la total incertidumbre, termina, cansado el dedo de dar a los botones, por aceptar la derrota y parar en uno de los canales de cuyo nombre no quiere acordarse. ¡Para qué! Están en esos minutos interminables de publicidad con los que cada poco tiempo nos regalan las cadenas televisivas y termina, ¡por fin!, concentrando la atención en el anuncio emitido en ese momento. Después de tantas preguntas hacia su interior, después de tantos pensamientos intentando comprender el mundo y el lugar que ocupa en él, después de preguntarse si su vida ha seguido un camino lógico quemando las etapas vitalmente marcadas como consecuentes y moralmente correctas, o si, por el contrario, pertenece al reducto marginal de los inmaduros, cree haber descubierto, ¡qué ironía!, la respuesta.

              Sí, definitivamente a su edad es un inmaduro, sentencia para sí. Dejó pasar el tiempo sin atender a las señales. ¿Cuáles? Pues, después de tres vehículos, ¡nunca se compró un Mercedes! He ahí el error. El publicista arenga a la masa telespectadora, curiosamente a través de jóvenes activos, vitales, alegres, a madurar, para lo cual le proporciona, cual diablo sobre ruedas, el “vehículo” apropiado. Ya ves, se ríe, inmaduro por pobre. Si es que el dinero, no es que dé la felicidad, es que te hace madurar. Pero él se ha quedado, en esa cuestión, agostado en el bancal. Una pena. Nueva siquiatría mercantilista para diagnósticos patológicos rápidos. La próxima vez, especula, cuando no se encuentre a sí mismo, no acudirá al médico, irá al concesionario Mercedes más cercano.