miércoles, 30 de noviembre de 2011

EN DEFENSA PROPIA


           ¿Quién es más sabio: quién sabe rectificar a tiempo o quién piensa primero en la decisión que va a tomar, consulta con sus allegados, valora los pros y los contras y al final afronta las consecuencias de su acción? Si saber corregir una mala conducta o una decisión equivocada es de sabios no es menos cierto que rectificar es de sabios equivocados y de necios hacerlo a diario y por tanto parece ser más importante la segunda parte de la pregunta planteada. Decía D. Santiago Ramón y Cajal que: “lo peor no es cometer un error, sino tratar de justificarlo, en vez de aprovecharlo como aviso providencial de nuestra ligereza o ignorancia”. Y en esto está la alcaldesa de Zamora: conjugando el verbo justificar.
            En estos tiempos de crisis en los cuales se están produciendo ajustes y recortes en todos los ámbitos de las administraciones públicas y se está intentando desmontar el estado del bienestar por parte de los que nunca aceptaron, o aceptaron a regañadientes, que los trabajadores tuvieran unos mínimos derechos laborales y vitales, nuestra alcaldesa ha intentado subirle el sueldo a un asesor de su gabinete, que no es ni siquiera funcionario de carrera por oposición, y solamente está en ese puesto por designación directa, o sea a dedo, la nada despreciable cifra del 35%. Su razonamiento: si al citado trabajador, que lleva la asesoría de la alcaldía, ahora se le va a acumular la asesoría de todas las concejalías del Ayuntamiento, habrá que subirle el sueldo en dicha proporción. Otro intento de explicación de lo inexplicable: por el mismo trabajo, en la empresa privada cobraría más que lo que percibe actualmente en su puesto público. Suena plausible, pero no cuela. En estos momentos no es razonable ni, sobre todo, ético. Así que desde la ética de los que estamos soportando los efectos de una crisis que no hemos provocado, vamos a desmontarlos.
            Habla la alcaldesa de acumulación de funciones. En estos momentos las ofertas de empleo público de las distintas administraciones están congeladas por falta de presupuesto y por tanto a los profesionales en activo se le están acumulando tareas que quedan sin hacer porque no se cumple con la tasa de reposición. Personal sanitario, profesores, y en general todos los trabajadores públicos, están llevando a cabo tareas que pertenecían a trabajadores que ya han dejado su vida laboral y que no han sido sustituidos por nadie. La administración general, la sanitaria, la de educación, la de seguridad del estado, están llevando a cabo el mismo mandato público de servicio al ciudadano de siempre pero con menos trabajadores. Por tanto, en principio, no existe diferencia entre el citado asesor y el resto de los trabajadores públicos. Pero en lo que no ha caído la ínclita regidora zamorana es que, a diferencia de la subida de sueldo que quiere aplicar por esta acumulación de funciones a su personal de confianza, el resto de los trabajadores públicos lo están haciendo por menos dinero, ya que a ellos se les rebajó el sueldo el 5% dentro del Decreto de medidas económicas contra la crisis que se sacó de la manga el gobierno de PSOE. Entonces por analogía, no habría que subirle el sueldo, sino bajárselo. Así todos iguales y dando ejemplo.
            En cuanto al segundo razonamiento de que en la empresa privada cobraría por este trabajo mayores retribuciones, habrá que contestarle ¿por qué? Eso dependerá de la valía que demuestre en el ámbito del trabajo privado. Si es un inútil, cobrará menos o se quedará en el paro. Como no lo sabemos, es muy peregrino por su parte, suponer que sí y subirle el sueldo. Que deje su puesto, trabaje unos años en la empresa privada, acredite unos conocimientos mínimos y luego vuelva. Por otra parte los médicos, ingenieros, arquitectos, abogados, etc, de la administración, con el mismo razonamiento, también cobrarían más en la empresa privada y que yo sepa no hay ninguna intención por parte del gobierno del estado entrante en subir dichos sueldos. Es más parece ser que los van a bajar de nuevo. Y encima este gobierno es de su propio partido, con lo cual la coherencia política entre los miembros del mismo da la impresión que es escasa. Debe ser lo que ha llamado la alcaldesa acoso político. Además, este trabajador siempre podrá ejercer su derecho a renunciar a su puesto de trabajo por considerar que sus retribuciones no están acordes con su trabajo. Estoy seguro que esto no va a ocurrir, con lo bien que se está al abrigo del partido, pero por si acaso, le hago saber a la alcaldesa que en el ayuntamiento de la capital existen muchísimos funcionarios capacitados para realizar el trabajo encomendado a este señor, ¿para que quiera su asesoría jurídica?, y si no le convence la propuesta, ahí va otra: en el paro hay infinidad de trabajadores cualificados que estarían encantados con poder trabajar por el sueldo de este señor y así normalizar una vida que la crisis destruyó.
            En fin, que después de que todos los actores políticos y sociales de la vida zamorana criticaran la propuesta de la alcaldesa, ésta ha decidido no llevarla a cabo. Incluso no contó con el apoyo de la dirección de su partido, que ya es meter la pata. Pero en vez de asumir el error y aprender de él, como decía D. Santiago Ramón y Cajal, neciamente a tratado de justificarlo y persistir en el mismo argumentado que la tarea de asesorar a las distintas concejalías le saldrá más cara al ayuntamiento, y por tanto a los ciudadanos, al tener que contratar a una empresa externa.
            Y aquí parece estar el quid de la cuestión: no se trataba de la valía del funcionario para su trabajo sino llanamente de subirle el sueldo por la cara, ya que sin subida no se le van a acumular más funciones. Que digo yo que tendrá que ver una cosa con la otra, salvo que sus neuronas funcionen como las máquinas tragaperras y cada vez que se le encomiende un trabajo haya que insertar monedas.
            Aunque se me ocurre otra cosa: que sean los votantes que le dieron la mayoría absoluta en las pasadas elecciones municipales quienes sufraguen la subida de sueldo a su personal de confianza o que sean los concejales a cuyas concejalías pretende asesorar, quienes se bajen sus retribuciones en la misma proporción. A fin de cuentas este señor está ahí porque lo han puesto ellos.
            Zamora, la quiero pero me mata.     

miércoles, 23 de noviembre de 2011

AMARGA CAIDA PARA MORIR EN AZUL


         Desde hacía tiempo lo venía presintiendo. Aunque sus esperanzas y esfuerzos fueron amortiguando su desconsuelo, el paso del tiempo iba señalando el camino contrario a lo que siempre había soñado. Nunca trató de huir de este hecho, sino de explicarse y convencerse a si mismo de que no estaba equivocado, que desde el concepto intelectual que le guiaba, era posible hacer un lugar mejor para vivir, que había que insistir en ese concepto y en ese manual de vida, aunque las circunstancias actuales hicieran pensar en todo lo contrario. Le ayudaba a insistirse a si mismo el hecho de que su tierra más cercana, en la que vivía, había sido uno de los primeros lugares ocupados por la nube gaseosa azul, que ahora amenazaba con extenderse al resto, hacía ya mucho tiempo. Quizás demasiado. Y esta circunstancia, la de haber vivido siempre en política al otro lado, le empeñaba más en su cometido, intentando que no desaparecieran las últimas aldeas irreductibles donde desarrollar el proyecto, como René Goscinny y Albert Uderzo imaginaron para los galos en lucha permanente contra el Imperio Romano. Pero el tiempo se iba agotando y los síntomas eran cada vez peores. El día elegido para la confrontación final se acercaba con la amenaza manifiesta de arrasarlo todo a su paso. Por fin llegó.
Estaba sentado en la mesa con una taza de café humeante en las manos ocultándole el rostro. La mirada perdida en ninguna parte. En su cabeza martilleaban constantemente las mismas palabras: “por fin lo han conseguido”. La televisión seguía vomitando datos y más datos sobre lo acontecido durante la jornada que estaba a punto de terminar. A cada conexión con el gabinete de crisis, la pesadumbre se iba adueñando cada vez más de las personas que siempre creyeron hasta el final que la situación podía cambiar. Durante todo este tiempo atrás, múltiples organizaciones nacionales e internacionales, foros de internet, redes sociales y personas a título individual lo habían advertido. Un tiempo que no había sido corto, pues desde casi más de dos años las advertencias habían ido en aumento constituyéndose en clamor en el tramo final. Pero los que tenían la solución para liderar el cambio de rumbo hicieron oídos sordos y, encerrados en sus castillos de cristal, permanecieron ajenos a las súplicas.
            Ahora no había solución. Él, como muchos que tenían las mismas ideas sobre el mundo, quedaba definitivamente al otro lado. La nube gaseosa azul, densa, avanzó sobre la tierra de manera implacable, difuminando todos los contornos y enmudeciendo a la gente. En su concepción inaprensible, se escurría de las manos de la gente que intentaba entender cuál era el delito que le obligaba a volver la vista hacia el pasado. El aire era irrespirable y la constante niebla gaseosa azul, agarrada con sus garras a la tierra, confundía los sentidos y las distancias, haciendo más difícil el mero hecho de sobrevivir. Nunca avisaba cuando golpeaba. Como la peste negra, solamente sabías cuando te golpeaba cuando ya la tenías dentro de ti.
            Incluso el mundo polícromo en el que habíamos vivido hasta entonces estaba en entredicho. Se crearon diversas alternativas de colores verde y rojo para enfrentar la situación en la resistencia, pero el arco iris de la felicidad caminaba hacia la desaparición. La nube gaseosa azul, omnipresente, lo iba inundando todo. El cielo, las montañas, los valles, los ríos, los árboles, las casas, mutaban al color dominante. Cada mañana al levantarse, algo a su alrededor ya no tenía su color original. La televisión noticiaba sobre la monocromática mancha, que avanzaba sin piedad.
            Una noche, en su casa, la pantalla de la televisión se volvió completamente azul y empezó a notar como le aparecían manchas azules en la piel. Se dio cuenta de que él también estaba contaminado. Aquella sustancia pegajosa, como ámbar, que le había caído de la rama de un árbol en su paseo vespertino, y a la que no dio importancia, estaba realizando su trabajo de zapa en todo su cuerpo y amenazaba con convertirlo en un fósil, atrapado en su interior, para el resto de la eternidad, salvo que paleontólogos del futuro lo descubrieran y sirviera de testigo de lo que pudo ser y no fue. Resignado al final que ya asomaba por su horizonte mental, tomó la decisión de continuar despierto y verlos llegar de frente. Consumió su último cigarrillo justo cuando vio acercarse el momento. En ese instante miró a la ventana, que daba a la plaza de La Memoria Histórica, en cuyo alfeizar se había posado un ave, ¿era una…?, lanzando su graznido de aviso, pájaro de mal agüero. La reconoció por fin y masculló entre dientes. Comenzaba la travesía del desierto azul, larga y dolorosa.            

miércoles, 16 de noviembre de 2011

UNION TEMPORAL GROSERA (PUBLICIDAD)

           Veo poco la televisión. Si no es algo que me atraiga de verdad prefiero realizar otro tipo de actividades, como leer, escuchar música y últimamente escribir en el blog. El amplio abanico de cadenas televisivas que existen en la actualidad, después de las últimas incorporaciones, no ha supuesto una subida del índice de calidad del producto ofertado. Al contrario, la lucha por la audiencia, los está llevando a la producción de programas cada vez más enfocados a la parte visceral y emoticona de la persona, cayendo la calidad de los contenidos ofertados en la más absoluta mediocridad, cuando no en la más odiosa chabacanería. Por otra parte, la eliminación de la publicidad en la televisión pública ha traído consigo que el tiempo de publicidad en las demás cadenas sea exagerado, o por lo menos a mí me lo parece. Mi tiempo televisivo se reduce a La Dos, algo de la Uno y de La Sexta, esta última cada vez menos, después de su prometedor comienzo. De las demás cadenas poco a nada. De Telecinco nada de nada.
            Dentro del poco tiempo dedicado a los espacios visuales es inevitable ver algo de publicidad, aunque cuando llega, rápidamente aprovecho para realizar cualquier otra tarea que hubiera quedado pospuesta. En la publicidad, como en cualquier otro aspecto, cabe de todo y, por eso, ¡hay de todo!: buena, regular y mala. De vez en cuando he visto resúmenes de los premisos internacionales de publicidad y se ven auténticas joyas publicitarias, de entre las que destacan las argentinas. Auténticos mini cortos cinematográficos, que en algunos casos, llegan a oscurecer el producto. Ya sé que esto último va en contra del concepto publicitario, pero si hay que interrumpir un programa interesante, por lo menos que lo que van a venderte venga bien presentado.
            Tengo que reconocer que a mí la buena publicidad no me hace comprar, pero la mala publicidad si me hace no comprar el objeto presentado o dejar de comprarlo. Por ética y sensibilidad artística. Es una publicidad en la que el sujeto receptor, nosotros, somos tratados como seres escasos de inteligencia y nos tuvieran que presentar los productos de manera simple y parvularia: la m con la e, me, la s con la a, sa, ¿lo entendiste?, ¡¡¡compra una mesa!!! Nunca he entendido el anuncio de la mujer que viene del futuro para presentarnos un producto de limpieza que quita todas las manchas. A mí lo que siempre me ha sugerido es que en el futuro las personas serán igual de guarras que en la actualidad. El hecho de que cuando me plantee suscribir un seguro que tenga un amplio abanico de coberturas, tenga que hacerle caso a un erizo, me da grima. Una mujer nos presenta un producto de limpieza extrema que quita la suciedad de los baños y para demostrarlo hace una prueba en el suyo: señora, no haría falta comprar ese producto extremo si limpiara a diario la bañera, que tiene más mierda que los baños de una fonda de tercera división, ¡¡¡guarra!!!  Perros que se llaman rastreator, perros que se fugan con un premio de la lotería, etc. ¿Alguien lo entiende?
            Lo último que me ha hecho renegar de este tipo de publicidad, ha sido un anuncio en el que se da una asociación contra natura, casi ilícita. Todos los productos tienen su corazoncito, y los colchones también. Ellos han asistido silenciosos a nuestros primeros sueños. Esos que íbamos componiendo antes de que nuestros ojos se cerraran y en los que imaginábamos como sería nuestra vida futura. En nuestra infancia, nuestras madres ahuecaban los colchones para que nuestro descanso fuera más placentero, como si fuéramos uno. En la cama, y por tanto encima del colchón, hemos sido arropados en nuestra infancia con amor. Despiertos nos han contado cuentos que llenaban nuestra imaginación de múltiples aventuras. Hemos pasado enfermedades sintiendo que ese era el único lugar donde nos podríamos curar. Asisten impasibles al acto de amor con la mujer amada, discretos, haciéndonos sentir que ese rectángulo mullido es lugar conocido y por tanto ajeno al fracaso. Hasta se apenan, cuando sin querer, hacen algún ruido que pueda perturbar el ritual amoroso. Cuando estamos cansados y caemos rendidos en la cama, nos acogen y nos envuelven para que nuestros cuerpos recuperen su fuerza vital. En ese lugar cerraremos los ojos para siempre, entre la compañía de nuestros seres queridos.
            Entonces ¿por qué cierta compañía lo ha unido al de un presentador televisivo, cuyas iniciales son J.J.V., asociado a programas cuyo concepto está en la más despreciable telebasura? ¿Por qué, si siempre ha intentado vender su producto revistiéndolo de cierto estilo, ahora pretende venderlo como si fuera un producto corriente y vulgar? Realmente el presentador escogido no creo que haya realizado un programa normal en toda su vida. En muchos casos las empresas asocian su producto con el de un personaje conocido que le de cierta capa de credibilidad, pero en este caso la credibilidad de este personaje, envuelto en todas las tramas televisivas de la más baja estofa, está por los suelos para la gente que mira las cosas con sentido crítico. Salvo que la empresa pretenda acercarse al tipo de público que religiosamente asiste al espectáculo vulgar, mediocre y chabacano en el que se mueve como pez en el agua el personaje escogido, para hacer más ventas y más caja. O sea, masificar vulgarizando: la panacea de esta clase de creativo publicitario.
            Bien. Si es así, perfecto. Pero que cambien la campaña publicitaria y se la encarguen a los de Callejeros. Estaría más acorde con la asociación que el público hará al ver al personaje vendedor. La imagen del colchón se acercaría a los que se ven en los poblados chabolistas dedicados a turbios negocios. Yo, por si acaso, no compraré ese colchón, no siendo que tenga pesadillas nocturnas, que ya tengo bastantes con las diurnas.    

miércoles, 9 de noviembre de 2011

EL BESO SENTIDO

          Llevaban tiempo rondando por su cabeza ciertos pensamientos que tenían su origen en algunas situaciones que habían ocurrido tiempo atrás. Hechos nimios que no tenían ni siquiera cierta categoría como para que le preocuparan más de lo necesario, pero que como cuadriculado que era de mente, necesitaba reflexionarlos. Quizás el estar leyendo “Los enamoramientos”, de Javier Marías, había disparado su necesidad de poner en claro y por escrito lo sucedido.
Como cantaba Asfalto: “nunca está de más una sonrisa, nunca está de más un gesto cordial”. Había recibido mucho, quizás demasiado, en estos últimos tiempos. Lo agradecía, pero en el fondo, él sabía que no era precisamente eso lo que necesitaba de cierta mujer. En realidad, para él esos gestos no eran más que vías con recorrido limitado, vías de servicio cuya única dirección era la de circunvalar el extrarradio de su vida sentimental. Como una gran estación decimonónica, llena del encanto de un arte en desuso, había quedado apartado de las grandes líneas del recorrido emocional que lleva a la felicidad.
Su disolución visual por decisión propia llegaba al absurdo de que fueran sus amigos quienes le dijeran que estaba siendo observado con interés por alguna mujer. Sin embargo la mirada insistente, la mirada ocasional, la mirada interpuesta, la mirada invisible, eran juegos que ya se negaba a jugar. Estrategia artificiosa que se convierte en banal si no tiene resultado concreto y se convierte en un fin en sí misma. Como había comprobado muchas veces, la noche estaba llena de este tipo de movimientos.
Quizás fuera esto lo que causaba la reflexión que estaba llevando a cabo, con cierta solemnidad en la forma y en el fondo. Una especie de crítica, con algo de moderado resentimiento, ante la falta de concreción y de acción directa que se produce en el juego del amor y del deseo, y que a él, que ya no tenía la habilidad para la interpretación de los signos, le desesperaba.
            Aún así, despertaba cierto interés. Aunque de esto último, como ya quedó dicho, no se daba cuenta. Con el paso del tiempo había puesto en cuarentena su corazón y había dejado entre paréntesis la zona emocional de su cerebro, en un intento de que no se produjeran más daños irreversibles. Por su naturaleza quijotesca, había visitado demasiadas veces los talleres del corazón. Él ya no era un modelo nuevo y resultaba difícil encontrar las piezas originales con las que un día fue capaz de conquistar el corazón de una mujer. Quizás esto tampoco fuera así del todo, pero nunca se sabe dónde está la línea argumental que separa la prudencia del riesgo y el grado de pérdida que uno está dispuesto a soportar. Le quedaba poco equipaje que llevar, y el último, por si acaso, lo quería llevar con dignidad camino del ocaso.
            ……….Estaba de viaje con un grupo de amigos, entre los que se encontraba ella. No tenía muy claro cuál era el objetivo de dicho viaje, o acaso no tenía importancia, o acaso le resultaba muy cercano. Ni siquiera sabía con nitidez la ciudad en la que estaban, aunque tenía cierto parecido con el lugar en el que había estado en un viaje realizado hacía poco tiempo. Lo que si tenía claro era que estaba decidido a decirle lo que pensaba y lo que sentía por ella. Nada de juegos, miradas y estrategias, de las que estaba ya harto. Todo iba muy deprisa y en un momento eléctrico sus caras se encontraron, quedando una junto a la otra con la mínima distancia de un aliento. El estaba decido a besarla, pero fue ella quien tomó la iniciativa y, rozándole los labios, le dio el beso sentido que tanto había deseado. Toda la oscuridad desapareció y la luz se hizo más fuerte, brillante y cegadora. El resto de los amigos no dijeron nada al ver lo sucedido, la nueva situación era para ellos normal desde antes de que los besados lo supieran……….
            En ese momento se despertó. Perplejo, se preguntó cómo podía ser que siendo tan real lo que había vivido y sentido, hubiera sido solamente un sueño. Recordó las reflexiones de la tarde del día anterior, se levantó de la cama y dando tumbos en la oscuridad, se fue hasta el ordenador, lo encendió y allí estaban escritas.
            Había dado “su” respuesta a la inquietud que le había llevado a relatarlas. El inconsciente había venido en su ayuda para cumplir el deseo que no había sido capaz de realizar en la vida real, exorcizando viejos fantasmas, bello fantasma rojo, que de vez en cuando, se le aparecía por el camino de los sueños. En el fondo, no eran las miradas de ellas, los juegos de ellas y las estrategias de ellas, lo que no entendía. Si no su propia incapacidad para el juego directo en este tipo de situaciones. Y su moderado grado de resentimiento provenía del hecho de que todas las miradas, todos los juegos y todas las estrategias vividas, no se resumieran en una sola mirada, en un solo juego y en una sola estrategia, en la vida real, de la mujer eclipsada en rojo, que en el sueño le besó.
            Apagó el ordenador y se dirigió nuevamente a la cama. Quería volver al sueño por si podía conseguir de nuevo estar donde estuviera ella. Era su locura de amor vivida en un mundo onírico e irreal. Ojeo un momento el libro de Javier Marías y de entre sus páginas cayó una nota en la que había escrito un pensamiento escuchado días antes, no recordaba donde: “El amor es como Don Quijote, cuando recupera la razón es que está a punto de morir”. Más tranquilo, apagó la luz y se durmió.       

miércoles, 2 de noviembre de 2011

NOSOTROS LOS IDIOTAS

A lo largo de la vida de las personas son muchos los adjetivos calificativos, o descalificativos, que sobre sus hombros caen por muy diversas razones. Nuestro comportamiento y nuestras acciones provocan en los demás múltiples reacciones que les llevan a etiquetarnos de muy diversas formas. En este caso, un señor que no me conoce de nada, me ha llamado idiota. Peor aún: idiota al cuadrado. Como suena. El diccionario de la Real Academia de la Lengua define así dicha palabra: Idiota: (del latín idiota, y este del griego) adjetivo. 1.- Que padece de idiocia (trastorno caracterizado por una deficiencia muy profunda de las facultades mentales, congénita o adquirida en las primeras edades de la vida) 2.- que carece de toda instrucción 3.- persona engreída sin fundamento para ello 4.- tonto, corto de entendimiento.
            Realmente, no sé a cuál de las cuatro acepciones se refiere. No tengo deficiencias mentales adquiridas o congénitas, más allá de las que me hubiera podido provocar en mis primeros once años de vida la dictadura impuesta en este país por un sátrapa cretino, gracias a mis padres he tenido la suficiente instrucción para poder pensar por mí mismo, creo que no soy engreído, aunque algunas personas puedan pensar lo contrario, y gracias a la instrucción recibida, lo que se dice tonto tonto, creo que no soy. Entonces ¿Por qué el señor Esteban Pons, miembro del P.P., se atreve a calificarme de esa manera?
            Las palabra exactas han sido: “no hay ningún español tan idiota que quiera al PSOE”. Es verdad que esta crisis se está llevando por delante los afectos de muchos ciudadanos por este partido, pero lo que no puede ignorar el ínclito Esteban Pons, es la tradición de izquierdas que existe en este país y por tanto el gran número de votantes de izquierda, que seguirán votando al Partido Socialista, y a los que ha insultado gratuitamente. Claro que, ¿y si planteamos su frase al revés?: “no hay ningún votante del PSOE tan idiota que sea español”. En cualquier caso el resultado es siempre excluyente por alguna de las partes. Blanco o negro, conmigo o contra mí. Puro ideario político excluyente.
            Por otra parte, este señor se ha cargado el sentido de la palabra democracia. Ésta responde a una forma de participación de todas las personas de un grupo y el poder reside en la totalidad de sus miembros, siendo las decisiones resultado de la voluntad general. Por tanto es esa voluntad la que tiene valor y todas las voluntades, expresadas libremente en forma de voto a cualquier opción política, deben ser respetadas. Esto es lo que en el fondo ha hecho el señor Esteban Pons: no respetar la voluntad de millones de ciudadanos de este país que, quiera o no, van a seguir votando a la izquierda. Y esto en un político de un país democrático y libre es intolerable. De nada sirven las excusas realizadas a continuación, un político que está en la primera línea debe tener la suficiente inteligencia como para pensar un poco antes de hablar. A este por lo visto le falta bastante.
            Y lo curioso del caso es que yo, aunque soy de izquierdas, no voto al Partido Socialista. Por eso me indigna más: me ha llamado idiota al cuadrado, ya que yo voto más a la izquierda. Es bien sencillo: si nos colocamos en una línea y vamos en dirección de la derecha hasta la izquierda nos saldría, siempre según este señor, lo siguiente: los llamados a sí mismos inteligentes a la derecha, los sencillos en el centro, los idiotas a secas en el primer tramo de la izquierda y, por regla de tres sencilla, los idiotas al cuadrado a continuación. Joder con el panorama.
            Vuelvo a repetir, y que quede bien claro, que no entro en los idearios y en las filosofías de los distintos partidos, sino en el hecho de que el voto de una persona que vota a un partido es igual de válido que el voto de otra persona que vota al partido contrario. Y esto es lo que no le entra en la cabeza a este sujeto. Mi voto, señor Esteban Pons, vale igual que el suyo, aunque eso no esté parametrizado en su línea de pensamiento.
Lo mismo que en la película francesa “La cena de los idiotas”, un grupo de amigos se reúne a cenar disputándose el dudoso honor de quien lleva como acompañante al más idiota, la impresión que me da su forma de actuar es la de un político intolerante que ve la política de este país como una gran cena en la que los que piensan como usted son los anfitriones y organizadores y nosotros los invitados idiotas. En este caso millones de invitados idiotas. Sin embargo, nosotros los idiotas, aspiramos a ser como el príncipe Mishkin, el personaje central de la novela de Fedor Dostoievski “El idiota”, que se caracteriza por su inteligencia, bondad, sentido de la corrección y la justicia. Le recomiendo, desde mi más absoluta humildad, que la lea.
Y así, en su infinita inteligencia, quede con “su” dios, porque supongo que, para usted, los dioses de los demás también serán idiotas.