miércoles, 25 de abril de 2012

LA CRITICA AMORDAZADA


El viernes pasado nos desayunamos con la noticia que publicaba El País sobre la intención del gobierno de incluir en la reforma del Código Penal la posibilidad de imputar penalmente a los partidos políticos y sindicatos, si sus afiliados causan daños en las concentraciones o manifestaciones convocadas por ellos. Aunque ya estaba incluida en la reforma penal del 2.010 la responsabilidad de las personal jurídicas, ésta excluía expresamente a los partidos políticos y sindicatos. Si bien, todas las organizaciones deben velar por el transcurso pacífico de sus convocatorias, estableciendo los mecanismos de control y prevención adecuados, no es menos cierto que es imposible controlar lo que hacen todos los asistentes a las mismas. Si en principio no se debería sospechar de una medida encaminada a la aceptación de la responsabilidad de los actos producidos, en el contexto actual de pérdida de derechos, ejecutado de manera vertical y sin consenso por el rodillo del Partido Popular, cabe deducir que la dirección tomada va en busca del amordazamiento de la crítica a su acción de gobierno. Resulta verdaderamente sospechoso que dicha medida se tome en vísperas del 1 de mayo, en el que están convocadas manifestaciones por toda España en repulsa por los ajustes excesivos y, sobre todo, partidarios, favoreciendo a los entes financieros en detrimento de los trabajadores.
En otro paso más en el control totalitario del aparato del estado, consistente en controlar todos los medios de difusión, y en especial lo que no comulgan con su nube ideológica, el gobierno del Partido Popular ha roto el consenso político sobre la designación del director general de la radio y televisión pública, presionado por el ala más extremista de su partido, que acusaba al ente de manipulación de las noticias sobre la crisis económica. Esto, unido a la expulsión por decreto ley de los sindicatos del Consejo de Administración de RTVE, deja indefensos a los profesionales del medio, poniendo en entredicho la independencia informativa de dicha empresa y, en general, al resto de ciudadanos, a los que de ahora en adelante se les contarán las noticias desprovistas de cualquier matiz que ponga en entredicho su manera de gobernar. Es irónico leer que la motivación de la medida tomada es el alto número de miembros de ese Consejo, cuando cinco de los miembros van a ser elegidos por el Congreso y cuatro por el Senado, o sea, solamente la clase política tiene derecho a regir los destinos de la televisión pública y no los trabajadores. Y algo a tener en cuenta, en las dos cámaras legislativas tiene mayoría el Partido Popular, lo que da de facto un televisión a “su” carta, sin ninguna posibilidad de veto. Para hacernos una idea de lo que será a partir de ahora la información política, solamente hay que ver la dirección editorial de Telemadrid.
En definitiva, una televisión que, de manera goebbeliana, pueda aplicar postulados del marketing propagandístico social, ideologizando un medio que debe ser imparcial y de todos, como: “la censura o manipulación del hecho será aplicable cuando el conocimiento del hecho pueda producir una reacción indeseada en sí misma”, la comunicación a la audiencia debe llegar antes que la propaganda competidora”, “la propaganda debe afectar a la política y a la acción del oponente”, “la propaganda debe estar perfectamente sincronizada”, etc. Todo un manual de propaganda, control e intervencionismo.
En conjunto, estas dos medidas forman parte de las decisiones totalitarias que desde su llegada al poder, está tomando este gobierno, justificándolas en la crisis que vive este país y que, en el fondo, no es más que un acto reflejo de su ideario político, anclado en una forma de gobernar rancia y antigua, que nunca se adaptó del todo a la democracia. Son reformas ad hoc a su forma de gobernar, que solamente favorecen los intereses de una parte de la sociedad, dejando al resto como sujetos pasivos de la misma. Crean alarma, preocupación y, sobre todo, desmoralización ante el avance imparable, de momento, del conservadurismo político, cuya máxima ambición es explotar la situación actual para volver a una sociedad de desarrollo vertical, en la cual, la base ciudadana y trabajadora soporte sin rechistar las decisiones, que de manera paternalista, nos ofrezcan como limosnas de caridad de las que, según ellos, no somos merecedores. Aunque tampoco hay que sorprenderse por eso: es todo como un dejà vu.       

miércoles, 18 de abril de 2012

LA MUDANZA DE PIEL DE LA SERPIENTE


Si, como dice la sabiduría popular, en el sexo tres son multitud, parece ser que para el gobierno del Partido Popular reunirse en la calle tres o más de tres es sedición. Desde las elecciones generales, se han ido quitando progresivamente la piel que utilizaron para ganarlas, dejando ver, ya sin disimulo, la cara oculta de sus verdaderos objetivos. La intención de modificar el Código Penal para penalizar la resistencia pasiva grande, ¿qué demonios habrá querido decir el ministro del interior con eso?, y la convocatoria de actos públicos por redes sociales que acaben en disturbios, más parece propio de unos tiempos políticos felizmente superados, que de la realidad de un país democrático.
A diferencia de lo que piensa nuestro gobierno, una sociedad que expresa su opinión de manera pacífica en la calle, es una sociedad viva y libre. Una sociedad que no se queda con los brazos cruzados durante cuatro años hasta que pueda volver a expresarse en las urnas. El gobierno tiene que entender que el voto no es un cheque en blanco y que su acción de gobierno debe estar fiscalizada permanentemente por la ciudadanía cuya máxima expresión de rechazo a medidas tomadas en su contra debe ser la manifestación pública de su opinión. Que algunas de dichas manifestaciones acaben con disturbios no debe ser coartada para suprimirlas o criminalizarlas, al contrario, el gobierno debe velar por el desarrollo pacífico de las mismas, por su seguridad y detener a los grupos violentos ajenos, que las parasitan y utilizan para sus propios intereses. Discriminando quién es el que acude de manera social y pacífica y quién no. Ese es su verdadero deber porque para eso se les vota. Si no estaríamos aplicando la estúpida doctrina de que para que no se produzcan más fuegos, talemos los bosques.
Los términos como resistencia pasiva, desobediencia civil o acción no violenta deben de producir sarpullidos en la piel de quienes tienen el autoritarismo como principio que recorre sus ideas de gobierno, muchas veces sin que ellos mismos se den cuenta. Es algo presente en sus genes políticos. Durante el siglo XX hemos asistido a periodos en los que las crisis económicas han llevado a los gobiernos de distintas naciones a partidos cuyo ideario de paz consistía en atribuir a una realidad social efervescente en contra de unos políticos desconectados de la realidad, la carga de la culpa. Aliados con parte de la sociedad más próxima a sus intereses, lanzaban un mensaje populista que los aupaba al poder con la promesa de instaurar la paz social. Una falsa paz social que llevaba aparejada la pérdida de derechos civiles propios de las sociedades democráticas y la constitución de facto de dictaduras disfrazadas, cuando no de dictaduras impuras y duras.
El hecho de que, como colofón al disparate propuesto por el ejecutivo español, sean calificados los actos como terrorismo, da idea del camino emprendido, y repetido no hace demasiados años, por nuestros gobernantes. De manera irresponsable han calificado como terroristas a personas de la talla de Mahatma Gandhi, que con su acción acabó con el colonialismo británico en la India, de Martin Luther King, que consiguió acabar con la discriminación racial en Estados Unidos o con el Dalai Lama, en su lucha pacífica contra la ocupación en el Tíbet. Algunos de ellos premios Nobel de la Paz, rebajados a la calificación de subversivos por los nuevos mesías del autoritarismo español. La visión del ciudadano chino, que solamente con su propio cuerpo, se enfrentó a los tanques en la plaza de Tiannamen durante la represión de la primavera china, y que levantó oleadas de apoyo en el resto del mundo, solamente sería en este país, de aprobarse esta modificación penal, una prueba irrefutable de acto terrorista contra el estado, que lo condenaría a la pérdida de libertad. Exactamente lo que le ocurrió en su país, que no olvidemos que es una dictadura. Como todos hemos estudiado matemáticas elementales, aplíquenle la propiedad simétrica al planteamiento.
Sería deseable que los ciudadanos no se dejaran amedrentar por estas intenciones gubernamentales, seguir ocupando la calle para manifestar nuestra oposición a medidas y ajustes que nos criminalizan como los culpables de esta situación, dejando claro que la frase “la calle es mía”, es algo que no volveremos a consentir. Y si persisten en su intención, que nos metan a todos en la cárcel. Por terroristas.

miércoles, 11 de abril de 2012

POR FIN ES LUNES


Ya es lunes. Otra Semana Santa ha caído. Desde hace once días la ciudad se convierte en un lugar sitiado en el que todo lo que no sea participar en alguno de los actos programados, ya sea como penitente, cargador, directivo o mero espectador, es visto como traición a la supuesta tradición que todos debemos llevar a gala por decreto, independientemente de que seas ateo, agnóstico, etc. La individualidad religiosa que cada uno pueda tener, si es que la tiene, se convierte en espectáculo de masas a mayor gloria de una jerarquía eclesiástica que aprovecha cualquier ocasión para hacer proselitismo de anuncio e impedir que la lógica y la razón separen del devenir ciudadano un hecho, como el religioso, que nunca debió salir de la más estricta intimidad.
Para ello, se siguen representando procesiones desubicadas de la lógica del tiempo y, en una especie de bucle temporal, Jesús de Nazaret es llevado a la cruz antes de que haga su entrada, por supuesto triunfal, en Jerusalén. Pero no una, sino dos veces. Por insistencia que no quede. Claro que, con el hecho de no dejar ningún día y hora sin procesión, el domingo triunfal, aquí en Zamora, nos hemos inventado otra procesión, con parte de la del Santo Entierro del viernes santo, que chirría con lo ocurrido por la tarde. Alegría infantil congelada prácticamente en horas, como queriendo indicar que salvo el dolor, lo demás no interesa. Así se va pasando la semana, de crucifixión en crucifixión, reiteración apocalíptica y pesada en grado sumo, hasta el domingo de resurrección, en el que para que siga representándose tamaño espectáculo se resucita al múltiple enterrado.
Uno tiene la impresión, visto desde fuera, de que todo este espectáculo no es más que un lavado de conciencia de una ciudadanía que el resto del año carece del más mínimo interés por los asuntos de su confesión. Cualquiera puede comprobar como a cualquier hora de misa de cualquier iglesia, los feligreses asistentes al oficio son llamativamente escasos. Esto choca con la gran muchedumbre que durante esta semana se lanza a la calle imbuida del espíritu religioso dominante. Es como si el olor a almendra garrapiñada los hiciera despertar de la profunda apatía con la que el resto del año adornan su vida, experimentos de Paulov aparte. Al acabar la semana pueden creer que han expiado sus pecados, sobre todo los que participan activamente desde dentro de las organizaciones semanasanteras, ya que el resto del año se han dedicado al “navajeo” más obsceno, entiéndase “navajeo” como intriga.
En fin, que otro año se ha perdido la ocasión de enmendar errores del pasado y hemos vuelto a ver desfilar pasos de semana santa escoltados por fuerzas de seguridad del estado… de todos, pasos llevados al ritmo del himno nacional, que teóricamente es… de todos, al representante municipal, en este caso la alcaldesa, ofreciendo el silencio de la ciudad en nombre de todos, como si… todos fueran católicos. Igualmente, y debido a la lluvia que ha caído durante estos días, hemos oído expresiones como “el cielo está de luto”, por el nublado gris, y el “cielo también llora por la muerte de Cristo”, en esa ambición sin límites de convertir también a la naturaleza en instrumento divino. Yo simplemente pienso que, si hubiera que darle una interpretación religiosa al fenómeno atmosférico, no es más que el castigo del señor por tanto peloteo anual cuando el resto del año si te he visto no me acuerdo.
Mientras tanto y con la que está cayendo en el terreno económico, el país cierra por vacaciones durante una semana, que ya es cerrar, y el verdadero diablo, un señor con aspecto patibulario, llamado De Guindos, nos cuela de refilón nuevos ajustes, esta vez en medios tan sensibles como la sanidad y la educación. Nos lo tenemos merecido por meapilas y cretinos. Solamente un apunte más: ¿a quién se le habrá ocurrido poner las vacaciones escolares después de las fiestas? Es como construir un puente y ponerlo desde la orilla del río en dirección tierra adentro. Además, si la mayoría de los padres tienen que coger días de vacaciones para cuidar de los hijos, habrá que sumarle otra semana de cierre a la propia semana santa. Puede que entremos en el cielo, pero de Europa nos echan.
En fin, que no hay que preocuparse, el año que viene seguro que hay más que para eso lo resucitamos, aunque me da la impresión de que cualquier año se cansa y nos manda a freír espárragos. Bueno, mejor un “dos y pingada”.            

miércoles, 4 de abril de 2012

ASTRONOMIA CAOTICA DE UNA SOSPECHA


Él como kilómetro cero. Pero a diferencia del eternamente televisado cada Nochevieja, este invertido, totalmente del revés, confluyéndole todos los caminos o vías sentimentales o emocionales que cada día recibió. Acaso, incluso, los que estarían por llegar en un viaje que no imaginan que será de no retorno. Imaginando su cuerpo como un horizonte de sucesos donde todos los recuerdos, alegrías y tristezas caen a un profundo agujero negro de desesperanza de donde nunca más podrán salir ya que en él no habita la luz posibilitadora de huida. Puede que ella misma, la luz, se ría de él a velocidad de sí misma, jugando el juego del gato y el ratón. Certificando un nunca me podrás atrapar, dejándolo sumido en la oscuridad y yéndose a iluminar otras vidas. Atrapado por el horizonte de influencia, se ve afectado por los sucesos ocurridos fuera de él, pero siendo incapaz de influir en su exterior. Incapaz de mostrar su yo más interior por ello.
Siempre deseando poder acabar con esta característica de la teoría de la relatividad aplicada a su vida. Anhelando convertirse en una singularidad desnuda, desmontando su dualidad gemela de agujeros negros, uno incapaz de mostrar su luz interior y otro incapaz de retener la luz exterior cada vez que ama y es amado, desaparecido su carcelero horizonte, donde la imposibilidad de enamorarse de nuevo fuera perfectamente posible escapando de la negrura de su espacio y de su tiempo. De este modo invertir las direcciones de entrada para convertirlas en direcciones de salida y recorrer los kilómetros en un sentido y su contrario tantas veces como las circunstancias así lo exigieran. Sin miedo a la posible inmovilidad castradora que fosiliza la vida enterrándola bajo capas de experiencias malogradas.
Poder así, una vez liberado, agrupar y convertir los caminos, las vías, cualquier senda en pentagramas donde solamente se pudieran crear notas en clave de sol. Como lo imagina y dibuja en su mente por la noche, una vez se ha ido la luz que siempre vuelve, cuando sobre el cielo se dibujan las estelas de los aviones en viaje, cometas de nuestro tiempo, quizás para volver a reunir a dos corazones demasiado tiempo separados. En este caso ¿no sería deseable poder recorrer la dualidad espacio-tiempo a través de un agujero de gusano, plegando el universo a nuestro favor para nunca llegar tarde? Acaso, podríamos intentar poder convertir la luz en nuestro vehículo y viajar a su velocidad recorriendo el espacio de las estaciones solares de manera que su influencia en nosotros fuera la mínima, haciendo del tiempo futuro el más eficaz remedio contra la tristeza.
Quizás deberíamos poder acelerar el tiempo y en un universo que se expande, llegar al final y, como dioses de nosotros mismos, de nuevo volver a empezar con otro big bang en el que podamos influir con nuestras decisiones y deseos y nos lleve por caminos reconocibles, reordenar nuestro pequeño mundo en el que las coordenadas de espacio y tiempo jueguen a nuestro favor creando una nueva plenitud sin oscuros. Puede que el destino nos esté reservando  su premio, quizás, en una nueva estrella que esté naciendo en un rincón perdido de una galaxia perdida y esté empezando a emitir su luz. Solamente queda esperar de nuevo, a que llegue y su claridad nos abrace. Puede que esta vez sí sea nuestro momento. El tuyo y el mío. Así nos embarcaremos en el penúltimo viaje interestelar en busca de una nueva vida, de la vida tal y como la soñamos.
En ese momento definitivo, nuestros corazones rotos, acaso ya irrecuperables como sumas de una nueva zona cero del amor, comiencen a revivir de golpe, sin explicaciones, y consigan una cinta que pueda atrapar su tiempo. El que tanto esperaron. Un nuevo tiempo de furia desatada, de pasión e intensidad que los sumerja en la vorágine de sudores y fatigas de dos cuerpos a los que, en la ruleta del deseo, les llegó su hora.