miércoles, 15 de mayo de 2013

DE NADA...


           Te cuesta. Sabes que hoy es martes y mañana es el día señalado por el hábito cotidiano para que publiques otra entrada en tu blog, pero te cuesta arrancar. Te sientas ante la pantalla del ordenador con el documento de word en blanco y no sabes de que hablar. En realidad si lo sabes, pero no terminas de encontrar el sentido justo a la intención y la estructura correcta a la forma. La realidad te ofrece innumerables temas de opinión para poder juntar unas pocas palabras, pero si está todo dicho y opinado, para que proseguir. Nada de esto te importaba antes, sin embargo en este momento reflexionas sobre la utilidad de una opinión, la tuya, perdida entre los millones de opiniones vertidas cada día en los millones de blogs, que como el tuyo, son ignorados por el potencial público al que un día decidiste intentar llegar en una pirueta vanidosa propia de tu desconexión con la realidad. La palabra pensada y el razonamiento más o menos extenso se quedan caducos ante la velocidad de reacción de las actualizaciones de estado de las redes sociales.
            Además, ¿quién eres tú, salvo un triste y anónimo opinador, ante los verdaderos profesionales? Ya ni siquiera te queda el comodín de la derrota, tan desgastado por el uso, ni el de la ausencia, por fin atemperada. Sin embargo, te empeñas en seguir escribiendo para no incumplir el contrato que firmaste contigo mismo, aquel que te obliga moralmente a escribir una vez por semana. Ahora lo comprendes y por fin aceptas que ese contrato no es más que en un pacto con el diablo, con tu diablo, al que le vendiste tu tiempo con la esperanza de que la musa acudiera semanalmente a tu consuelo. Sin embargo, nada te impide finalizar, no el blog, sino su esclava escritura semanal, esa que hace que se te revuelvan las tripas cuando se acerca el día y no tienes nada que llevarte al teclado, como ahora te está pasando. Liberarte y, al contrario de lo que crees, hacer feliz a un mayor número de gente por la inactividad nueva que por la escritura antigua.
            Has dejado ya muchas cosas atrás y esta queda pendiente, solamente hay que dar el paso de la voluntad y no tener miedo al olvido. Solamente volver cuando haya algo que decir, importante o no, pero que posea la suficiencia de las cosas que merecen la pena. Pero, ¿tienes valor? Yo te contesto: “no”. Y reflejando la duda de tu continuidad estás formalizando por la fuerza otra opinión más que terminará publicada. Ni siquiera sabes si tiene sentido o es un contrasentido, aunque refleja la certeza del fracaso de tu intento por conectar a través de tus escritos. En realidad, eres consciente de que la mayoría de los blogs, iguales o parecidos al tuyo, no son más que las tumbas personales de un anhelo, el de escribir, resultado del atrevimiento injustificado, pero posible, ante la inmensa ventana virtual que se abrió con la red en la que participas.
            Tal vez esperabas respuestas, pero con cada paso que dabas, con cada escrito que realizabas solamente surgían preguntas. Y estallaste en una vorágine de angustias vitales: ¿llegará lo que pienso?, ¿a cuantas personas?, ¿manifestarán su reacción?… En cualquier caso, puede que sí, que ahora sea el momento de parar, de que vuelvas a focalizar los objetivos dispersos y difusos con el paso del tiempo, de tu tiempo. Que no te importe la duración del descanso, en estos momentos no eres más que un resultado perdido entre el millón novecientos mil quinientos treinta y siete que fueron visualizados por google ante la pregunta “voy a tener suerte” de la última persona que tecleo tu destino en busca del suyo.
            Navegas por la red y existen noticias de que hablar, pero eso será la semana que viene, o la siguiente, o tal vez…nunca.                   

miércoles, 8 de mayo de 2013

LUDOPATAS Y GOBIERNO


            A nadie le extraña ya que España, o el estado español, según el grado de periferia que a cada cual le corresponda, es un país donde el juego y el azar se han convertido un tándem básico en la vida cotidiana de sus ciudadanos. La única esperanza de que algún día podamos saborear las mieles de la abundancia y vivir sin las preocupaciones inherentes a las clases media y baja, una vez comprobado que con los sueldos que se cobran, quién lo cobra, no vamos a llegar a tiempo. Un mercado de futuros para pobres que intenta emular, como un vulgar Monopoly para esas frías tardes de invierno en familia o como fin de fiesta etílico después de una cena con los amigos, a aquél en el que juegan los verdaderos responsables de las finanzas y economías mundiales. Tozudas inversiones semanales que en un noventa y nueve por ciento van al balance de pérdidas. El estado convertido en una gran banca de casino invitándote a que dejemos en sus arcas el poco remanente que nos queda.
            Al igual que cualquier club de carretera nos intenta seducir con sus brillantes luces de neón a que gocemos de los placeres de la carne por un precio, no lo pongo porque no lo sé, al igual que vosotros, el estado y las empresas autorizadas para el juego nos martillean con seductoras campañas publicitarias en las que nos instan a jugar con la esperanza de que en algún momento puedes ser tú el afortunado. Al final, es ese mismo estado el que se queda con la mayor parte del dinero, que se supone que va a parar a la financiación del estado del bienestar. O sea, a ese estado gaseoso en el que se convierte el dinero que se recauda para esos fines. Actualmente, con el agravante de que si te toca un premio el estado se queda con un veinte por ciento del mismo, en una nueva versión de la bolsa o la vida del bandido fendetestas, de la película de José Luis Cuerda, El bosque animado, pero ahora en versión gubernamental.
            Las clases de juego son innumerables. Una relación somera incluiría la lotería nacional, quiniela, quinigol, lotería primitiva, gordo de la primitiva, bono-loto, euromillones, lototurf, quíntuple plus, cupón diario, cuponazo, súper cupón, extraordinario, combo, lotería instantánea, rasca plus; además de casinos, bingos, salones recreativos, máquinas tragaperras en bares, etc, etc. Si cada día le tocara a un español y este fuera distinto,  en esta simulación no entra Fabra, expresidente de la Diputación de Castellón, en unos años todos seríamos ricos y la crisis estaría superada. Pero no, es curioso como seguimos jugando y nada, no toca. Os propongo un reto: ¿alguien puede decir a bote pronto diez personas de su entorno a las que le haya tocado el cupón de la Once? Personalmente creo que no le toca a nadie y así se lo he dicho a mi vendedor, que me da números que no están en el bombo, porque no puede ser que si me da un diez mil salga un cincuenta mil y si le pido un cincuenta mil salga un diez mil. Es que no se acerca ni a veinte mil números del que sale. Si hubiera un premio a la mayor distancia con el número premiado ese me lo llevaba yo.
            En fin, que no estoy haciendo campaña antinada, como si perteneciera al ejército de liberación moral, cada uno que se gaste el dinero en lo que quiera, yo también me juego mi dinerito. Lo único que quiero señalar es la gran práctica en juegos de azar que tenemos los españoles y lo que es peor, como esto se ha extendido a los miembros del gobierno, que vaticinan a largo plazo resultados que ni ellos mismos se creen, utilizando a los ciudadanos como fichas de casino con las que apostar. Las previsiones del gobierno, solamente pueden explicarse bajo esta premisa. Como si esto fuera el gran bingo de la economía, apuestan que para el año 2.019 la tasa de paro será del 14,9% y la deuda será del 85,6%. Teniendo en cuenta que apostaron en su programa electoral por la creación de 3 millones de empleos para la legislatura, prácticamente iban a terminar con el paro, la apuesta es arriesgada.  Pero, puestos a apostar, por qué no el 2.025, el 2.057 o el 3.075. Por qué no el 11,3%, el 7,50% o el 0%. Mientras tanto, cada vez más gente carece de recursos y no puede esperar a que se cumplan sus vaticinios de malos jugadores, apostadores de la vida y de los sueños de los demás.
            Tengo la impresión de que los consejos de ministros de los viernes se celebran en el casino de Torrelodones, ese del que echaron al Sabina, se ponen unas copas, es lo que se llama copas de trabajo, y eligen el juego de la semana, ruleta, black jack, póquer, tomando sus decisiones económicas en función de los resultados obtenidos. Ya que estamos de esta guisa, les animo a que sus decisiones sean incluidas en las casas de apuestas, para que, por lo menos, los ciudadanos podamos apostar el acierto o desacierto del vaticinio. Aquí estoy seguro que ganamos dinero. Yo dos a uno a que no.
            Para terminar, no sé si el dicho es afortunado en el juego, desafortunado en amores o afortunado en el juego, afortunado en amores. O todo esto al revés o inversamente proporcional. No lo sé. ¿Lo sabes tú?, o nos lo apostamos a las chapas.       

miércoles, 1 de mayo de 2013

EL AMOR LÍQUIDO


            Baja caudaloso y despierto el arroyo en esta mañana de primavera. Corretea por las piedras y entre las raíces de los arboles con la juventud de su estación lluviosa y cambiante. Los árboles comienzan a desentumecer sus ramas y su vigor asoma ya pleno por las yemas de sus dedos. Justa compensación por los sinsabores de los pasados fríos tan cercanos, tanto los físicos como los del alma, que dejan lacerados, llagados, heridos, el ánimo y el deseo.
            Pero, hoy he vuelto a ti y no me he encontrado. Caminando por tus sendas, acompañándote, solamente he visto a un muchacho vagar sin rumbo fijo en aquellas tardes apacibles de verano ya lejanas. En aquel tiempo de realidades inciertas, de vidas eternas y horizontes plenos. Descubriendo las incertidumbres vitales que se nos abrían a cada paso enfrentadas a la materialidad de lo cotidiano. Aquellas vacaciones inacabables e inabarcables que nos empujaban a lo desconocido más cercano, tu caminar perezoso desde más allá de donde nuestras mentes podían imaginar e intuir, pero que cada verano nos empeñábamos en descubrir, el origen de tu misterio. Caminos que ya nadie recorre ante el paseo oficial que la muchedumbre ejercita de manera rutinaria e indolente, camuflados con sus vestimentas de deportiva modernidad antiestética, equivocados de pasarela para su lucimiento. Caminos que se van cubriendo de maleza ante el abandono de sus direcciones, como si no condujeran a ninguna parte. Qué equivocados están. Son esos caminos los que permiten conocerte en tu realidad más esencial, los que hacen que muestres tu verdadera dimensión, aún cuando muestran las heridas de la mutilación ejercida por la barbarie desarrollista que atentó contra tu esencia natural, imponiéndote una urbanización que no pediste nunca, convirtiéndote en algunos de tus tramos en un muestrario publicista de jardín: tu hermano domesticado.  
            Hoy he vuelto a ti para rendirte cuentas. No tengo porque hacerlo, ni siquiera estaba programado, pero la soledad de estas primerizas horas de la mañana, el silencio compartido con tu rumoroso discurrir, me empujan a ello. Probablemente algún día, en aquellos vagabundeos por tus dominios, te lo prometí en compensación ante tanta molestia, no lo sé. En cualquier caso, es como si me lo exigiera a mí mismo, como que algo me incitara a hacerlo. Qué más da, ¿acaso nos podemos engañar? Nos conocemos lo suficiente después de tantos años y no cabe la simulación pueril de lo contrario a lo que fuimos, somos y seremos. Los dos. Déjame que descanse, que me siente junto a tus orillas, aunque tus aguas ya no sean las mismas, tampoco lo son ya mis ojos, y enfrentémonos ante corriente.
            ¿Recuerdas tú los sueños contados en el vespertino quehacer de nuestra mutua compañía? Yo no. Entonces, ¿cómo comprender si de verdad los cumplimos? Hacer balance es difícil cuando se han olvidado los puntos de partida. En cualquier caso, el hecho cierto es que aquí estamos, como quizás prometimos. Fuiste testigo de mi paso por la infancia y la adolescencia, antes de partir hacia otros destinos que erróneamente intuí definitivos. Épocas de alegría y desilusiones cuando aquellos primeros amores juveniles comenzaban a aflorar en mi vida.  Tú fuiste, muchas veces, mi confidente de secretos y alcahuete de moradas. Fuera, el sentido de la vida varió por completo. Se olvida el origen de las cosas que nos construyeron, que nos moldearon y formaron el concepto de nosotros mismos. Ahora volvemos cambiados, ya mayores, en primavera, sí, pero camino de nuestro propio otoño.
            Deduzco, por el ágil discurrir de tus aguas, que me intentas ahorrar tantos desengaños. Tal vez, cuando nos conocimos te llevaste alguno de los sueños compartidos corriente abajo, primero al gran río que nos lleva y luego al mar. No me arrepiento, eran sueños honestos, futuros construidos por la imaginación y la ilusión ignorando las trabas que toda vida adulta conlleva. Pero, como si fueras el guardián de todos nosotros, equilibrabas la balanza deslizando algunos de ellos hacia el olvido. Ahora, sentado aquí en tus orillas, podrías llevarte también las lágrimas de este tiempo, guardadas hasta este momento de reencuentro para confundirse con tus aguas. Llévatelas por el mismo camino por el que te llevaste aquellos sueños hacia el mar. Allí, estoy seguro, se confundirán con todas la lágrimas transportadas por todas las corrientes líquidas que, como tú, desahogan el alma de los enamorados en silencio y serán recogidas por otras personas que le darán otra razón de ser. Allí, estoy seguro, serán de mayor utilidad que aquí, donde nacen sin razón, o con la razón ya equivocada por la ausencia del amor que las provocó, ya partido. Allí, estoy seguro, habrá alguien que junte los sueños que dejé ir y las lágrimas que deje caer y, quizás, sea feliz.