jueves, 30 de junio de 2016

¿LA EYACULACIÓN ELECTORAL ES UN BREXIT POSTCOITAL O MASTURBATORIO?

        Parece que el estupor no amaina y la permanente búsqueda de explicaciones que esclarezcan el motivo por el cual se dieron los resultados electorales del domingo sigue generando incertidumbre entre los partidos de izquierda y ciertos titubeos a la hora de encarar un futuro nada halagüeño para el conjunto de la sociedad, incluidos aquellos que han votado, ellos sabrán por qué, al PP. Nos encontramos más o menos como en diciembre, sin que ningún partido pueda formar gobierno sin coaliciones, en algunos casos, contra natura, lo cual induce a pensar que alguien se debe bajar los pantalones de forma contundente para que esto salga adelante y no vayamos a votar dentro de unos meses, cosa bastante peligrosa, ya que si votamos como votamos, sin leer un programa y sin castigar a los corruptos, imaginen nuestra predisposición después de un verano en el cual lo más leído será la carta del chiringuito y con las neuronas bajo mínimos abrasadas por el tórrido sol de nuestra corrompida línea litoral.

            Mi estupor personal, la verdad es que poco ya, este país es así, viene dado porque me cuesta asimilar desde un punto de vista racional, de razón, para quienes no lo entiendan, porqué los ciudadanos siguen votando al PP cuando es el partido político con más casos de corrupción en la historia de la democracia española. Lo de Valencia es incomprensible salvo que siga corriendo la metanfetamina. Ahora sí, ahora coincide el mapa de la corrupción con el triunfo electoral del Partido Popular en casi la totalidad de las mesas electorales. Son como dos hologramas que se superponen y coinciden a la perfección. Como en la película “La invasión de los ladrones de cuerpos”, la maquinaria del PP se ha ido introduciendo en las mentes de los ciudadanos hasta conseguir gobernar su supuesto intelecto, variando su comportamiento y haciéndoles olvidar las agresiones sufridas en la anterior legislatura y convirtiéndoles en muertos vivientes políticos ganados para la causa. De esta forma, todas las medidas adoptadas en contra de los ciudadanos han quedado sancionadas, para los escasos de vocabulario que busquen su significado, por los mismos ciudadanos que las están sufriendo, o al menos, eso creo, aunque agregados los factores, la suma no cuadre. Pueden que se hayan vuelto masoquistas y les guste el porno político duro o simplemente, que son gilipollas. Después de esto último no me sigas si no quieres. Me la suda.

            Algunas veces creo que es una cuestión más de estética que de ética. El sentido de la uniformidad, podrido desde el manual de las buenas costumbres de la dictadura, hace repeler a los conservadores de las buenas costumbres cualquier modo que se aleje de lo estéticamente correcto. Políticos sin uniforme, traje y corbata, que no se corten el pelo o que no se lo corten en forma y gracia de seminaristas salidos, que no utilicen discursos oficiales aprendidos en manuales para aburrir ovejas, son vistos como los supuestos usurpadores de los puestos ocupados desde tiempos inmemoriales por la oficialidad más casposa y con una forma de ver la vida anclada en el Viejo Régimen.

            Tampoco es que la izquierda, exceptúo el PSOE que ya dio hace tiempo síntomas de metástasis conservadora, lo haya hecho de Goya. Instalados algunos dirigentes en el mesianismo político y en el ego trasnochado, fueron vulnerando los principios de solidaridad y respaldo al interés general dando lugar a que muchos votantes dieran la espalda al proyecto regenerador. Aunque cabe preguntar a esos no votantes, ¿no era este el momento de aparcar postureos de socialdemocracia y, si era menester, aliarse con el diablo para desalojar a los corruptos del poder y posteriormente establecer los códigos sobre los que asentar las relaciones entre los partidos coaligados? A veces pienso que algunos viven mejor “en contra”, ya que el opositor les proporciona los argumentos para poder “ser”, a falta de la solidez para ser por “sí mismos”. Otros cuatro años para perorar en los bares, en las redes sociales, proclamando a los cuatro vientos la regresión en las que nos sume el gobierno conservador de turno. Pues a ver ido a votar, cojones.

            La gran paradoja: que la culpa de todo esto no es de los políticos, no nos engañemos, sino de unos votantes para los cuales la experiencia previa de gobierno, el cumplimiento de los programas electorales y la honestidad pública es equiparable a la gran pregunta taumatúrgica de la formación del universo difundido por una conocida marca de compresas: “¿a que huelen las nubes?”. En cuanto a los no votantes, su postura es más parecida a la conquista del jamón en el palo ensebao. Dignidad al principio de la escalada y comicidad final en la caída. Menos orgullo y menos prejuicio, la coalición también se fundamentó en la pérdida de la personalidad histórica del PC. ¡Qué parece que habéis inventado la izquierda!

            Repitiendo historia, nuestros jóvenes se marchan en busca de oportunidades sin que sus padres, a la vista del resultado, se planteen quienes son los culpables, como en los sesenta se iban nuestros padres sin que la sociedad se cuestionara el por qué. Y Europa esperando para ajustar otros diez mil millones de euros. Un brexit a la totalidad de la ética y a la ciencia de la conducta reflexiva y razonada. Si es que sois unos Pepitos Piscinas, joder.            

lunes, 20 de junio de 2016

TOS CON FLEMAS

              Parece ser que mi cuerpo no pudo aguantar más y se negó a padecer otra puta campaña electoral sin vengarse, así que después de meses de invierno suaves y acatarrales, cayó sobre mí la madre de todos los gripazos, bueno, la madre, el padre, el cuñado, el abuelo y, en definitiva, toda su vengativa y mocosa familia viral. Así que de esta guisa, como forma de autoengaño y camuflaje, y enajenada la mente por el recurrente cóctel de comprimidos y jarabes antitusivos, intentaba mi ser pasar desapercibido ante la masiva avalancha de noticias que se iba a producir, trufadas como siempre por una innumerable y constante ristra de promesas hechas por los mismos políticos incapaces de ponerse de acuerdo hacía unos meses atrás. Comprendí a mi cuerpo. Intentaba sumergirme en el marasmo de la irrealidad penicilínica, construir una suerte de burbuja mucolítica en la cual mi cuerpo, como en el vientre materno, flotara en un pegajoso líquido amniótico hasta que, supuestamente, finalizara el nuevo calvario. Estoy de acuerdo en que es una forma de ver el proceso gripal, digamos que, un poco paranoica, pero creo que es debido a que todavía no he conseguido expulsar de mi organismo los últimos restos de la farmacopea ingerida y que estos aún vagan por mis conexiones neuronales debilitándolas más y más.

            Sin embargo, es imposible abstraerse, ni siquiera con esta suerte de ruleta rusa bacteriana, de la inmediatez de las nuevas elecciones y de las viejos discursos que utilizan algunos políticos en pos de un triunfo electoral, suyo, no nuestro, que hará que todo siga como ayer. Claro que, si ahora me sale un verso del Dúo Dinámico, es que me he fumado la tisana de hierbas medicinales. No hay remedio para esta alma descaminada. Entre tos y tos llegan, cada poco, nuevos sondeos que barruntan un escenario cercano al pasado en diciembre. Por la derecha, un Partido Popular que sigue arrastrando votos de un gran número de miembros de la clase obrera, seguramente infectados del paternalista sindicato vertical de la dictadura, que todavía sueñan con unicornios en forma de empresarios que les den trabajo seguro y estabilidad económica. Quimeras de ignorancia de clase, sueños de grandeza y de no haberse estudiado bien el manual del capitalismo y el libremercado. Por otra parte, ciertamente, sacarían un sobresaliente en la asignatura de religión y en las prácticas de resignación y conformismo. El resto de trabajadores que votan a C’s, definitivamente están fumados.

            Claro que parte de la ¿supuesta? izquierda,  en concreto el PSOE, no está nada mejor. Partido destinado a que alguien lo dinamite conceptualmente, se debate entre su amor al poder, querencia del spanish way of life de los ochenta, y la carencia de discursos nítidos y creíbles para arrastrar a una parte del electorado de izquierdas que ya les vio definitivamente la matrícula en las pasadas elecciones y su posterior negociación para formar gobierno. Atrincherados en viejos alegatos, la famosa pinza, que hacen enrojecer de vergüenza al elector medianamente cuerdo. La célebre pinza felipista que nadie más supo ver menos él y, claro está, los sociópatas de su partido y de la cual nada más se supo hasta este momento en que se recupera a falta de argumentos más sólidos. En cualquier caso, si pasan a tercera fuerza política en el mapa nacional, pueden preguntarle a su gurú ochentero como se sale de ella, quizás por alguna puerta giratoria.

            Pues bien, ahora que va flojeando por fin el proceso vírico, aunque relevado en parte por una sinusitis que va horadando poco a poco mi cerebro, y con una tos resistente con flemas que me hace delirar a veces que, en realidad, me voy vaciando por dentro y que, cuando ya no quede ningún órgano por licuar y expulsar, caeré muerto con solamente mi exoesqueleto, me doy cuenta de una cosa terrible: que vote a quien vote, Unidos Podemos, lo que haré, a la Liga Fantástica de la Izquierda o a los Guardianes Rojos del Universo, mi voto irá a parar, como siempre, a la derecha rancia y añeja de esta ciudad al oeste del oeste, por mor de una hija de puta Ley D’hont que nadie es capaz de dejar sin efecto, por mor de unas circunscripciones provinciales que suplantan la verdadera proporcionalidad de la verdadera circunscripción nacional y por unas listas cerradas “gracias” a las cuales no votas candidatos sino partidos y, por lo tanto, da igual que quien esté en ellas sea una acémila, que te lo tienes que comer con patatas. Por cierto, tengo hambre.

            Qué asco de vida, joder.

            PD: si alguien conoce al publicista del fármaco que asegura que cuando te lo tomas aparecen el arco iris, unicornios de colores y la energía te rebosa para jugar con los niños, hacer deporte, etc, que me dé su dirección. Quiero explicarle, ¡muy, pero que muy vehementemente!, como es la realidad de las cosas!

jueves, 9 de junio de 2016

79,20 OSTIAS TE DARÍA

                 Pues sí, ya puestos hasta arriba del truño de unas nuevas elecciones generales, nos inyectamos un surtido variado de tranquilizantes y ansiolíticos e iniciamos el postrero viaje a los infiernos electorales, nos destrozamos las últimas neuronas que nos quedan y salimos a maquinear el nuevo temarraco que nos proporciona la calentura estival: “el merengue del P.P.”. Tengo que reconocer que cuando lo oí por primera vez en su presentación ante los medios de comunicación, me sentí bastante anómalo, como si me consideraran un absurdo retrasado mental, cosa que no es difícil de conseguir dada la natural tendencia de los políticos del P.P. a desdeñar a la ciudadanía en general y a sus seguidores en particular proyectando sobre todos nosotros toda su desfachatez intoxicada de elitismo y condescendencia de patronal trasnochada.

            Bien es verdad que en un país donde triunfa la música fast food metalizada acondicionada a machete con una supuesta y aterradora voz pasada por la túrmix del sintetizador, con lo cual puedes poner a berrear a una cabra que siempre habrá alguien que lo considere “súper guay”, es normal que los dirigentes populares se hayan decantado por semejante aberración desarmonizada para su travestismo postmoderno. Ahora solamente hace falta que le pongan una letra adecuada y profunda, como solamente saben hacer los adalides del churrasco poligonero, tipo Quico Rivera, y a triunfar entre la cultura del peinado tapete. Todo más choni y anfetamínico que la Vanessa del Gym Tonic. Claro que, si tenemos que sufrirlo, hubiera preferido un reggaeton, por lo menos hubiéramos perreado un poco.

            Sin embargo todo esto parece un chiste malo al lado de noticias que te informan de que un chaval sin antecedentes penales ha entrado en la cárcel condenado a 6 años de prisión por haber utilizado una tarjeta de crédito falsa y estafar la increíble suma de 79,20 euros a pesar de las más de 300.000 mil firmas recogidas para pedir su indulto. Un chaval, que para más inri, está reinsertado en la sociedad, tiene un trabajo y ha formado una familia. Es la jodida justicia española, a la que se la pone dura encarcelar a los que roban una gallina pero que se baja los pantalones y se vuelve sumisa ante los numerosos casos de corrupción y evasión de capitales de los prebostes políticos y financieros de este país. Para esta persona no ha existido la posibilidad de regularizar económicamente su acto acogiéndose a la formula Montoro, eso queda para los grandes capitalistas al abrigo de un gobierno amigo del dinero.

            Pero si grave es lo del T.S., peor es lo del gobierno del P.P. Negar el indulto en semejantes circunstancias es vejatorio para la inteligencia humana y muestra el grado de sadismo y desconexión con la realidad social de unos políticos empeñados, aquí la patente de corso de quienes les votan por ignorancia tiene mucho que ver, en degradarnos moralmente con el objetivo de despojarnos de toda la dignidad posible y convertirnos en carne para la máquina. Negar este indulto pero indultar a los cuatro mossos d’Esquadra condenados por torturas, al director de un banco que robó 30.000 € a un cliente, a un kamikaze que mató a tres jóvenes, aunque posteriormente fue anulado por el supremo sin que el gobierno diera ninguna explicación de por qué lo concedió, a un alcalde del P.P. acusado de prevaricación urbanística…y así una larga lista de indultos que degradan el propio concepto del mismo, muestra de forma contundente el clasismo y la arrogancia de un gobierno caciquil y preso de una cierta autocomplacencia mamporrera.

            A veces me siento como esos enfermos que vagan por los pasillos del hospital agarrados al gotero de suero y enseñando el culo que no tapa esa bata pornográfica con la que son uniformados. En pelotas ante tanto absurdo. Así que después de todo esto, del nuevo sondeo del CIS y lo de Cartagena, me voy a relajar ya que, no sé por qué, me están entrando unas ganas locas de repartir 79,20 ostias a ritmo merengón.