lunes, 30 de mayo de 2016

EL EXTREMISTA POST-COITAL

          “Lo siento cariño, pero tenemos que hablar. No eres tú, soy yo. Creí que lo tenía todo controlado, que mi monolítica concepción de la realidad podría con cualquier fuerza perversa que pudiera entrometerse en nuestras vidas. En realidad no te puedo explicar como ha sucedido porque ni yo mismo me lo explico. Te juro que no he hecho nada a propósito, nada de lo que avergonzarme, para perpetrar tamaña insensatez. Quizás, ni yo mismo lo sé, he sido mutado, he sufrido los rigores propios de la evanescencia de la quietud, que, cual mujer fatal, ha dejado en evidencia mi colapso existencial, la endogámica noción de la realidad en la cual hemos sobrevivido todos estos años esquivando los vaivenes que, arrebolados, nos rozaban intentando quebrar nuestro espíritu, queriendo hacer zozobrar nuestros ideales forjados en la quintaesencia de la libertad y en la grandeza de nuestra imperial historia. Siempre hemos caminado unidos cara al mañana, ese mismo mañana que, ahora, no nos deja ver las cumbres nevadas de nuestro futuro. No hay perdón para mi pecado ni misericordia que me consuele. Solamente sé que, como siempre, me acosté y dormí profundamente, pero, al despertar por la mañana, me había vuelto…¡¡¡EXTREMISTA!!!”.

            Pues bien, así podría ser la nueva situación post-coital de muchos de ustedes si no tienen cuidado con quien se acuestan durante estas semanas previas a las nuevas elecciones generales. Esta desgarradora advertencia nos la hace el nuevo Doctor Amor de la política zamorana, la nueva Elena Francis del sentimentalismo patrio, un Martínez Maíllo, Secretario de Organización del Partido Popular, que nos recomienda no follar mucho con desconocidos/as, ya que sin adhesión inquebrantable no hay gozo y podríamos sufrir de tormentos varios que nos hicieran votar más por fornicio arbitrario y ocasional que por costumbre y hábito doméstico, abandonando a su suerte a quienes han blandido con puño de hierro la espada eterna e íntegra de la moralidad patria, tanto política como ¡sexual! Parece ser que, como eyaculador de instintos, el conservadurismo político-popular nos deja coquetear, jugar a seducir, flirtear con las demás opciones del abanico partidista, algo así como echar una cana al aire en un Pétalos cualquiera de cualquier carretera secundaria, pero a la hora de (follar) votar, ejercer de intachables ciudadanos y practicar la coyunda (el voto) en casa, cada uno con el suyo o con la suya, salvaguardando las leyes morales inmutables y imperecederas de la decencia y del decoro y elegir, ¡cómo no!, derecha. Pues, ¡una mierda!, yo me acuesto, políticamente hablando con quien me da la gana y cuando me da la gana, me levante extremo, defensa o mediocentro.

            Este galimatías pamplinesco y cuernil con que nos regala, generosamente, el señor Maíllo, parece basado en la teoría geocéntrica del Universo. Simula un paralelismo entre la tierra como centro fijo del mismo y el partido popular como centro del espectro político, cosa esta última que no se cree cualquiera que tenga dos dedos de frente. Incluso con uno creo que bastaría. En cualquier caso, fijado el centro, es evidente que cualquier sujeto o entidad bascula a un extremo o al otro quedando así un mapa político plano, una tierra plana, al que le sigue un abismo lúgubre y aterrador que, curiosamente, cosas del PP, termina en Venezuela. Obvia el interesado que lo que hoy es negro mañana es blanco y que el movimiento y la posición de un objeto son relativas con respecto a un observador (Einstein dixit) y, por lo tanto, los estados pueden variar tanto si se mueve el objeto en cuestión como si el que cambia de lugar es el espectador. A fuerza de creerse centro y soslayar la continua transformación y matización de los contenidos y posiciones de sus contrincantes, lo que el señor Maíllo llama extremos están más cercanos a la realidad  transformadora que a la revolución, dejando de paso, desnudo, y en el sitio que le corresponde, a su partido: la derecha pura y dura veteada de extremismo derechil y un pelín fascista.

            En cualquier caso, y volviendo a la coyunda pura y ¡DURA!, podemos añadir a lo dicho por el Secretario de Organización del PP unos cuantos supuestos post-coitales que no ha contemplado, suponemos que por olvido y no por interés: “te acuestas con el PP y te vuelves Gurtel”, “te acuestas con el PP y te levantas Acuamed”, “te acuestas con el PP y te levantas Púnica”, “te acuestas con el PP y te levantas Bárcenas”… Todo un rosario de cuernos que conforman un libre albedrío que, es necesario apuntar, comenzó cuando algunos olvidaron que para ser en este momento hubo que acostarse con la extinta Alianza Popular. Palabras mayores y pelos de punta.
     
            Desengáñese señor Maíllo, el bipartidismo ha muerto. No acostamos con quien más nos satisface y si nos engaña, probamos en otra cama. La política debe ser orgiástica, casquivana y un poco putón. De nada.

lunes, 23 de mayo de 2016

EL CONCEPTO DEL ABSURDO EN CLAVE ROMERO-ZAMORANA

               “Tenía 16 años y corría el año 1980. Por entonces tenía una novieta dos años mayor que yo, con lo que eso suponía de diferencia de madurez pero también de farde ante los amigos por su desarrollo, digamos, físico. Era de un pueblo del alfoz de Zamora al que se podía, entonces, ir en tren, en esos míticos ferrobuses, con ambiente a diligencia del oeste, cargados de cotidianidad rural. Un día de aquella lejana pubertad, la acompañé hasta la estación de Renfe y, entreteniendo la espera, nos abrazamos y nos besamos como se besan dos inexpertos amantes: con castidad y torpeza. Nos dimos cuenta enseguida de que, a nuestro lado, un coro de urracas vestidas de negro nos observaba con las miradas típicas de desaprobación de los manuales del decoro de la España franquista, dejada atrás, en teoría, hacía algunos años. No pasaron ni unos minutos cuando un guardia de seguridad de la compañía ferroviaria se acercó hasta nosotros y nos conminó, con muy malas maneras y talante autoritario, a que suspendiéramos tan depravadas muestras de amor. Su explicación, relatada a mi manera venía a decir, más o menos, lo siguiente: violentábamos el monótono discurrir de las vidas vacías de quienes teníamos a nuestro alrededor en ese momento, poniendo en evidencia su fracaso vital”.

            Esta historia me ha venido a la memoria a cuento del folclore ocasionado ante la decisión de la Alcaldía de Zamora de no ofrecer el edificio municipal para el retiro y solaz de la proclamada por unos como patrona de la ciudad, la Virgen del Concha, con lo cual se demuestra que el nacionalcatolicismo vetea todavía de forma grosera, como en los malos jamones, la vida pública y social de esta ciudad al oeste del oeste. La oposición de mantilla y peineta de la señora San Damián, desde el Observatorio que la cobija, ha puesto el grito en el cielo tachando de sectaria dicha decisión, llegando incluso a pedir un referéndum para dilucidar la cuestión, broma cósmica de mal gusto democrático, por cierto, ya que el partido al que representa, el PP, no ha sido muy proclive a los referéndums solicitados últimamente.

            Reconozco que no entiendo muy bien esto de que una figura estrictamente religiosa se convierta en patrona o patrón de una ciudad o de cualquier colectividad aconfesional por definición, salvo en lo que afecta a los fieles de dicha confesión, que pueden adorar a cuantas deidades deseen, como si quieren rellenar un álbum. Me la suda. Pero adjudicarnos a los demás una patrona confesional no solicitada es, cuanto menos, ofensivo para nuestra libertad de elección y de albedrío. En un país en el que la norma fundamental que lo regula legalmente, La Constitución, lo proclama laico y aconfesional, es una falta de respeto adueñarse, por una supuesta tradición, del lugar común de todos, ese lugar que nunca debería significarse por ninguna inclinación que supusiera la prevalencia de una idea sobre otra. La tradición, que en derecho puede informar o usarse como fuente, siempre que no exista legislación al respecto, no puede, en este caso, ponerse por encima de la norma fundamental del estado, teniendo en cuenta que dicha tradición nace en los años cuarenta, recién terminada la guerra civil, a partir de la cual la iglesia se convierte en un factor más de decisión política vertebrando toda una serie de conductas más proclives a legislar en función del credo religioso de los golpistas que en las verdaderas necesidades del pueblo, parte del cual quedó atrapado en la tela de araña de la casposa realidad creada. Ahora se explica lo de la estación de tren.

            Pero si todo lo dicho anteriormente es lo suficientemente grave por la disfunción democrática mostrada por la oposición y por el colectivo católico-romeril, éste, al parecer, traicionando las conversaciones con el alcalde y sacando un comunicado por su cuenta contrario a lo dialogado con la representación municipal de gobierno, no es menos peligroso para el correcto funcionamiento de las instituciones democráticas proclamar titulares tóxicos e infectados de oportunismo como el expuesto por el señor Balbino Lozano en la columna de opinión del periódico local: La virgen desalojada de su casa. Ante esta reflexión tan terriblemente mediocre y falaz, solamente cabe ponerse serios de una vez.

Señor Balbino Lozano, desalojados de su casa han sido y siguen siendo las víctimas de un ideario económico basado en las diferencias de clases que ha empujado a parte de la población a la pobreza más extrema sin que el gobierno de la nación, más preocupado por contentar a los poderes económicos y que, casualidad, es del mismo signo político que ostenta la oposición municipal, haya hecho nada, salvo encomendar a sus sacrificados conciudadanos a la posible ayuda divina, ¡qué ironía! Prefiero una casa municipal que de cobijo a los inmigrantes, a los sin techo, a los que lo ha perdido todo, a los que verdaderamente lo necesitan, que llena de imágenes cubiertas de oro, sean de la confesión que sean.

En esta ciudad, en esta provincia, que ve como sus habitantes huyen en busca de las oportunidades que aquí se les niegan, el pensamiento crepuscular, maduro, perdón, decrépito, se dedica a entorpecer la labor municipal que, por lo menos, intenta sacar del atolladero nuestro posible e incierto futuro, bastante comprometido en las décadas anteriores por quienes, ahora, se autoproclaman los adalides de nuestra salvación espiritual y de la santa cofradía del gozo profundo.

       Dejen de entorpecer, de hacer el gilipollas y de crear falsos problemas. Desfilen o procesionen, la calle está a su disposición, pero cada uno en su casa y dios, solamente, en la de los católicos. 

jueves, 19 de mayo de 2016

LOS CERDITOS QUE CONSTRUYEN CON PAJA

          Te levantas un día y compruebas en las noticias que aquellos que solamente ven su futuro político en los consejos de administración de las grandes empresas, para mayor gloria de su socialismo de café manchado, te han llamado izquierdoso y extremista. Simplemente por defender una postura que va en contra de ese estado de las cosas que ha llevado a la ruina a la mayoría de los españoles en clara contraposición con el incremento de los privilegios de una casta de desahogados cuyo mayor mérito para estar ahí arriba es la historia, y ya sabemos que la historia reciente de España es como para echarse a llorar.

 Sin embargo, ellos, que son como los tres cerditos, pero encarnando solamente al hermano tonto, el de la casa de paja, van dando lecciones de ciencia política al resto de la humanidad con el único afán de perpetuar el bipartidismo, o sea, su sueldo, su pan de cada día, aquello que los mantiene vivos, ya que en caso contrario, el aumento de las opciones políticas progresistas con posibilidades de ganar las elecciones o influir en la formación de un gobierno de vanguardia, significaría su desaparición de la escena pública por inutilidad manifiesta, escasa enjundia y discurso vacío. Se les notarían las costuras en sus trajes de “pret a porter” de izquierdas con los que se pavonean en los salones de los poderosos con el único afán de medrar, traicionando de paso a sus mayores. Desnudos y al descubierto.

            Pero, para cerrar el círculo de la semana, y una vez calificado de izquierdoso y extremista, o sea, el diablo comunista de sus peores pesadillas de barrio alto, de puertas de hierro o de moralejas de confesionario, por el socialismo de salón, por mi opción política, en el día de hoy, a mayor gloria de la estulticia más regresiva instalada en facebook, he sido calificado de vago por mi ejercicio profesional: funcionario. Comunista y vago, un blody mery de sensaciones en las bocazas de aquellos que razonan como el culo a falta de facultades neuronales para el ejercicio deductivo en función, no de discursos aprendidos en manuales de la FAES o en catecismos sectarios de propaganda capitalista, sino de datos objetivos y en la interpretación imparcial de la realidad.

            En la ciudad del Sexto Sentido todavía habitan seres que, en su ceguera, creen jugar el partido político y economico de la primera división. A falta de grandes empresas, han ocupado ese nicho conceptual adjudicándose el papel de empresarios de metrópoli en una urbe rural y falta de futuro, no por rural, sino por moribunda. Empresaritos con el ego de Rockefeller que ven en los trabajadores y en los funcionarios los enemigos a liquidar siguiendo las consignas de la Gran Patronal a la que rinden pleitesía en pos de su reconocimiento y aceptación a cambio de mamporrear en sus juegos capitalistas. Curiosamente, en esta ciudad no existe la clase media, esa clase a la que ellos creen pertenecer,  sino que es una ciudad atiborrada de pensionistas y soportada económicamente por los mismos trabajadores y funcionarios que son denostados un día sí y otro también por el imaginario entramado empresarial y que, vaya por dios, pueden decidir gastar su dinero en tal o cual comercio. ¿Qué, no habías pensado en eso?

            Creo, sinceramente, y parafraseando a James Rhodes, que es más fácil que me tire a Rihanna a que verdaderamente lo entiendan. Un saludo de este “vago, izquierdoso y extremista”, pero que os aprecia por lo divertidos que sois, ¡pendejos!