miércoles, 4 de julio de 2012

EL DESAYUNO DEL OLVIDO


Quiso estar toda la vida sentado a su lado y ahora estaba sentado en aquella mesa de la cafetería de siempre, bebiendo el mismo pringoso café de siempre, escuchando las mismas tonterías de siempre, contemplando desde la cristalera de mil huellas digitales de la ventana el inicio de la jornada diaria de una mañana cualquiera de lunes. Bueno, no de una mañana cualquiera, sino de esa mañana: la última. Aunque se habían dicho “hasta la vista”, era consciente de que nunca habría una vuelta atrás y ella nunca volvería. Realmente era un adiós definitivo. Le mortificaba la constante vulgaridad que planeaba a su alrededor día tras día. Vulgaridad untada en las tostadas quemadas servidas con prisas, aunque mejor que servidas, sería decir tiradas con desdén, como se sirve el asqueroso rancho de los condenados a cadena perpetua. Caro precio el que estaba pagando, la soledad, por ser fiel a un amor imposible, que se le escapó de las manos como se van oscureciendo la voz y los sones cercanos cuando inician el viaje hacia el silencio a través del micrófono y el altavoz de una actuación conocida.
¿Por qué demonios se puso a pensar en el verbo extrañar? Sí, la extrañaba con la furia desatada, la pasión infinita y la intensidad celebrada de su cercanía tan lejana. Pero, no era eso lo que sentía en ese momento. Era la sensación de destierro, clavada en lo más profundo de su ser, lo que le mortificaba. La sensación de ya no pertenecer aún perteneciendo y ser consciente de estar asistiendo al nacimiento de innumerables caminos por los que él ya nunca transitaría, marchitada la posibilidad de cambiar, envenenada por la traición que sentía. Sí, el también se había recordado y se imaginó triste. Con esa tristeza duradera, visceral y punzante que aniquila cualquier intento de renacimiento. Hologramas que laceran sus deseos y que, al repasar su estado, convierten en rojo el balance de cuentas.
Sentado allí, en aquella mesa, ya casi sin gente en la cafetería, deseó proponerle a su otro yo, metáfora de un deseo nunca realizado,  un cambio en su vida. Tener por fin la maravillosa sensación del cambio de escena y decorado. Obra de un solo actor. Representar en el escenario vacío de todo artificio, desnudo de prejuicios, a merced de todos los espectadores de su vida, el ritual purificador donde incluir todos los sudores pasados, los cansancios sufridos, el sueño perdido, el tiempo gastado, las penas pasadas, las alegrías vividas, el amor a destiempo, el desamor todo el tiempo, los desencuentros continuos, las reconciliaciones escasas, los fracasos de fondo, los aciertos de nada, las palabras dichas, las palabras pensadas, las miradas que decían, los ojos que lloraban, los golpes recibidos, las caricias truncadas, los roces ligeros, los abrazos perdidos, el amor sin respuesta, la respuesta esperada, la pregunta atrevida, la osadía castigada.
Y dejar la escena. Olvidos cargados de prontitud, en un aquelarre de risas y aplausos que rompen las costuras tejidas con hilos de otros tiempos más antiguos, incapaces de contener otros quehaceres que prometen más atención. Irse con la sensación de traspaso, cese de actividad sobrevenida en una nueva dirección, que no la suya. Ya solamente queda ir recogiendo los últimos enseres, ahora sí, pasados de moda. Él solo no puede impedir que la lluvia caiga, que las danzas del agua empapen con otros colores y sonidos el tiempo que se avecina. Es difícil escoger entre una canción para cada día o la misma canción todos los días.
           Constancia de un tiempo que declina o que ya ha sido declinado por fin. Un tiempo que reconoce que ya no es suyo. Nuevas celebraciones nacen con la muerte de las pasadas. Molinos que giran con nuevos vientos y perspectivas ante las cuales solamente cabe dejar paso, apartarse. No ser un lastre que cercene las nuevas aventuras programadas. Sones de campanas de despedida repicados en babel de idiomas y escenografías. Puestas sus mejores galas, quizás ayer bailó su último vals.

4 comentarios:

  1. Que decir...fabulodo. Estan hermoso que duele.
    No olvides nunca.
    Un beso.

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    1. No te olvidaré, no me olvidaré. Soy el que soy y el que fui. Letra de Asfalto. Nunca el olvido podrá ser refugio para un corazón enamorado.

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  2. La realidad es muy dura, hay que vivir con una ilusión.
    Hay va una frase "despedidas,si quieres un recuerdo te regalo mi pena".
    Un beso.

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  3. Todos aspiramos a desayunar en compañía. Levantarse una mañana y tener la dulce presencia del ser al que se ama. El café está sobrevalorado.

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