Allí, en aquel
despacho fuera de las sedes oficiales, a salvo de los ojos escrutadores de una
sociedad crítica, los dos hombres tejían su futuro entre los claroscuros de una
causa a la que habían ayudado a prostituir. Sus ansias, sus ambiciones
desbocadas habían hecho descarrilar ese tren al que dieron salida sin que todos
los cruces estuvieran orientados convenientemente al destino final. La
realidad, obtusa y terca lo había empotrado, como si fuera una ecuación
matemática, en una realidad paralela, fantasma, por la que circulaba ese espectro
en un bucle sin fin. Y ellos, como el protagonista de Moebius, el matemático Pratt,
se habían subido a ese tren sin destino, aparentemente, final. O, por lo menos,
incierto.
C.P.-
Si te digo la verdad, O.J., me da un cierto vértigo todo este proceso en el que
nos hemos embarcado. Creo que hubiera sido mejor ir de frente aunque esa
tesitura nos hubiera partido la cara. Al final, presentar ante la opinión
pública un escenario falso, tras el cual todos salvemos el culo, con lo que
tiene de estresante, va a significar nuestra tumba de una forma u otra.
O.J.- A veces, créeme, también lo
pienso yo. Entrar al trapo de las elucubraciones de J.M. con el fin de
distorsionar la realidad que los ciudadanos estaban asimilando de forma natural
y extremar las posiciones para no perder la ascendencia ante los propios
correligionarios está siendo una tarea demasiado ardua. Pero piensa que
aceptamos las condiciones con tal de llegar al fin que nos tenemos propuesto.
Aunque esperemos que nadie nunca sepa este juego sucio en el que todos nos
estamos enfangando.
C.P.- Y lo acepto. A veces la
política es una especie de montaña rusa, siempre subiendo y bajando. Nos
presentamos como salvadores de algo que no está muy definido y al día siguiente
nos retractamos y damos marcha en un juego maquiavélico que no puedes exponer,
sacar a la luz. El ciudadano, harto de tanta indefinición y dudas, nos arroja a
los perros por no seguir el camino que, a ellos, les fuimos marcando. Héroes un
día y traidores otro. Y de alguna forma nos lo tenemos merecido.
O.J.- Pero el sistema siempre ha
sido así. Engañamos y falsificamos la realidad para que el ciudadano, el
elector, crea que todo va bien, que el progreso encarrilará sus tristes vidas,
sus vidas de mierda, hacia una etapa mejor. Y ellos lo creen. O necesitan
creerlo. Y ese ha sido nuestro mayor triunfo, no el nuestro en particular, sino
el de la clase política en general, a la que pertenecemos tú y yo, el que se
hayan trepanado a lo largo de los años esos cerebros infantiles y poco
acostumbrados a la libertad de la población haciéndoles un masivo lavado de
cerebro, supuestamente democrático, para que, aunque nunca cumplamos con
nuestras promesas, sigan aceptando nuestra forma de hacer, que es como decir:
de mentir. Estoy de acuerdo con que apesta, pero a nosotros nos va bien así. Y
a los demás, no te olvides. Cualquier opción con ansias de llegar al poder
juega en este terreno.
C.P.- Pero, insisto, hubiera sido
más honesto ir de frente por una vez, creo que el motivo lo merecía.
Arriesgarnos y, aunque el camino fuera más largo y pedregoso, articular una
verdad limpia. Tardaríamos unos años pero sería definitivo. Las cartas hubieran
estado siempre sobre la mesa y todo el mundo hubiera sido espectador y jugador
de su propio destino. Ahora, creo que nos hemos aliado con Satanás, hemos hecho
un pacto del cual el resultado no es ocultado, aunque creamos en lo contrario,
y puede que sea el opuesto al que deseamos. No es bueno bajar a los infiernos.
En ese momento, interrumpiendo la
conversación, sonó el teléfono en la oscuridad. Su sonido, casi de ultratumba,
hizo que sus cuerpos se removieran como si la Fata Morgana estuviera al otro
lado del auricular, como si un nuevo contratiempo les fuera a ser comunicado
por Belcebú provocando otra pirueta mortal ante la opinión pública. Un nuevo
giro de los acontecimientos que la ética ya no podría soportar, la de los demás,
se entiende. La suya había caducado
J.M.- Buenas tardes. Parece ser que
todo va según lo previsto. Solamente hay que aguantar un poco más. La polaridad
cognitiva que hemos creado en torno a la causa hará que solamente pervivan dos
opciones, enfrentadas, no dando lugar a que se cree un tercer frente, el que
piensa, el que reflexiona, y nos joda el invento. M.R. está muy contento. O eso
creo. Considero que no sabe muy bien lo que está pasando pero es un monigote
muy fácil de manejar. Hará su papel a la perfección sin importarle las
consecuencias. Seguiremos como hasta ahora, cada uno enrocado en sus posiciones
y dejando correr el tiempo hasta que la gente se congele. Luego retomaremos el
asunto.
C.P.- ¿Pero P.S. no girará al final,
dado su talante veleidoso y se alineará con ese posible tercer frente? De las
conversaciones mantenidas a más “bajas instancias” solamente se le ha comunicado
una parte. Puede que termine descubriendo que es una mera comparsa y pase a una
acción mucho más directa aliándose con el resto y, entonces, nos quedemos a
medio camino y sin ningún objetivo conseguido. Además está ese irreductible
abanderado al que sería necesario tener controlado. De momento está
respondiendo, pero es como una traca de feria: puede explotar en cualquier
momento.
J.M.- Creedme, no habrá problemas.
Todo está bien atado. A lo largo de los años hemos comprobado como el
imaginario colectivo se mueve a través de pocos resortes. El que estamos
utilizando es uno de los más poderosos y nos servirá tanto a nosotros como a
vosotros. Entiendo vuestra posición, delicada, pero si queremos que esto, al
final, nos sirva como laureles en los territorios resultantes, deberemos
sacrificarnos. Un sacrificio con cava y ostras, pero sacrificio. Si lo
realizamos bien, la pinza resultante arrasará por completo cualquier otra
opción. Este es un pueblo con un ADN mutado, se ha ido modificando a los largo
de tantos siglos de dictaduras, capitanes, reyes, juntas, etc, que, por mucha
democracia que les des sobre el papel, no saben qué hacer con ella. Esa es
nuestra ventaja. Podríamos perpetrar el mayor delito el día antes de las
elecciones y nos votarían igual. Son de recibir órdenes, no de ideas. Y nos
aprovecharemos. Cada uno en su sitio y con su papel. Estoy seguro que
conseguiremos el éxito.
Termina la conversación y en aquel
despacho reina el silencio solamente matizado por el ruido ambiente del
exterior. Por fin, uno de los interlocutores se atreve a hablar.
C.P.- Si esta comunicación era para
que estuviéramos más tranquilos, no lo ha conseguido. Por lo menos en mi caso.
Puede que la maquinaria puesta en marcha haga que el porcentaje que nos falta
para la mayoría se alcance. Pero no sabemos el porcentaje exacto ni el tiempo
que llevará. Lo mismo que ese porcentaje crece puede crecer el número de
ciudadanos que comiencen a pensar, a reflexionar sobre todo este aquelarre y se
distancien. Nuestra maniobra puede provocar el nacimiento de movimiento que
indague sobre el futuro que les espera y se dé cuenta de que no somos de fiar,
que se pregunten: ¿si han sido capaces de hacer esto, dudarán en hacerlo cuando
sean sus puestos los que estén en juego? Aparte, claro está, de que nunca
sabremos si ellos están tratando de incrementar, en secreto, el número de sus
adeptos dentro de nuestra área de influencia y, cuando nos demos cuenta y nos
dejen ejercer lo pactado, seamos, en realidad, minoría. ¿Nos dejarán, en
definitiva, ejercer lo pactado?
Tuvieron razón en todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario