jueves, 9 de noviembre de 2017

BANDERA ROBA, PEÓN MUERE

       ¿Quién ha decidido que la mediocridad, cuando no, la más absoluta mezquindad, decida que está bien o mal? ¿Quién ha decidido tirar al pato de la razón y cambiarla por ese rencor instalado en lo más profundo de sus genes? Es imposible aceptar que quienes son incapaces de hacer progresar a un país por los parámetros de una contabilidad ética se erijan en los paladines del control presupuestario de los que sí han hecho sus deberes. La intervención del Ayuntamiento de Madrid, que ha reducido su deuda consiguiendo superávit presupuestario, es una nueva boutade de un gobierno sumido en la más absurda y paralela realidad.

            Es imposible esconder el escenario de que dicha medida obedece más a un concepto de gobierno represivo, autoritario y, porque no, vengativo, que es capaz de restringir la inversión de los ayuntamientos saneados en el bienestar de sus ciudadanos por mor de una falsa política de estabilidad que solamente obedece a sus intereses. Semeja en su concepto con el saqueo que los bancos y cajas hicieron con los ahorros de los depositantes al cuadrar sus cuentas a costa de los mismos, al estructurar la economía del país en el deber de ahorrar de las todas las administraciones que no sean la estatal. Y esto adquiere una importancia capital en estos momentos en los cuales el gobierno del Partido Popular no puede ofrecer una recuperación real de las cuentas públicas al terminar con el desvalijamiento del fondo de pensiones, finalizando el espejismo que nos ha estado vendiendo, e incrementando los recortes presupuestarios para el próximo año. No le queda otra. Lo cual demuestra la falsa recuperación que han ido publicitando a lo largo de estos años funestos de una legislatura implacable con los derechos sociales.

            Y es inquietante pensar que, mientras se prohíbe generar bienestar y amparo social, ese mismo gobierno puede estar comprando armamento para el ejército, desviando gastos ocultos para su sostenimiento y, de paso, incrementado el déficit público que, aquí está la broma macabra, obliga a enjugar a ayuntamientos y comunidades autónomas. Pero, realmente, todo esto no importa. La última encuesta del CIS revela hasta que punto nos hemos convertido todos en unos auténticos retrasados mentales. Un ambiente de esquizofrenia general lo invade todo retratando de forma nítida una sociedad movida más por grandilocuencias, vísceras y automatismos nostálgicos que por lo que realmente importa: su futuro.

            Así, en la más absoluta impunidad, los Gurtel, Púnica y demás miembros de la mafiosa familia que conforma la derecha nos siguen robando, nos siguen metiendo la mano en los bolsillos, nos siguen privando de nuestros derechos, amparados por la impunidad que resulta de una sociedad en estado de metástasis colectiva. Parece ser que, mientras quienes nos roban vayan enfundados en su traje españolista, arrebolados con la bandera de España, no importa. Solamente importa el independentismo aunque puede que al finalizar la función nos demos cuenta de que nos han dejado a todos totalmente desnudos.
    
            Convendría que la razón se impusiera a la desfachatez, declararnos independientes sociales de este gobierno abyecto y, si nos aplica el artículo 155, con las mismas, empotrárselo por el culo. 

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