Ya me lo habían
advertido. En el mismo momento en que, por fin, iba a ver cumplido mi sueño de
experimentar una ciudad libre, de aire limpio, vaciada de tics anacrónicos y
confiada a una municipalizada coherencia y al rigor ético de la acción
inmediata, se lo insinuaron: -que tengan cuidado con los compañeros de viaje
que les tocan en suerte por mor de una mayoría absoluta casi conquistada,
llevan demasiadas mochilas, demasiados asuntos pendientes sobre los cuales no
poseen el dominio, el mando-. -Valiente celebración me estás dando, le dije-.
Este dominio, prosiguió mi interlocutor, se halla en manos de prestamistas
políticos del signo opuesto, lo cual lo hace todo más demoniaco, más opresivo y
más intimidador. En realidad, nada se decide aquí, nada deciden las cabezas
visibles de estos adyacentes coyunturales, todo emana, todo se solventa, todo
se ventila desde “Madrid”.
Apenas dos años y medio después se
cumple el vaticinio. Repuntan las ratas envalentonadas por un número más que
vuelve al redil. Sin importar siquiera que los electores les relegaran al
último cajón del podio por suerte de un posicionamiento político más propio de dementes
suicidas que de personas públicas con la razón por trinchera. Sin importar el
abandono masivo del grueso del partido por no aceptar ese alejamiento social,
de vivir y ejercer la política al lado del vecino. Vaivenes conductistas
provocados por la falta del ideario sociológico al que dicen pertenecer, del
conocimiento mismo de sus orígenes, bien es verdad que en consonancia con los
grandes charlatanes del ventajismo feriante en que mutaron tantos y tantos
maquis de salón. Nunca el socialismo dio tantos capitalistas en consejos de
administración. Acaso, puede que todo terminara en Suresnes, comenzando esta
etapa de mamporrerismo al servicio del verdadero poder: el económico.
-Acuérdate de lo que me pasó a mí
cuando fui alcalde-. Lo recuerdo bien, le digo, sentados frente a frente
reflexionado con esta nueva situación, un tanto absurda: un caballo de Troya en
forma de nuevo partido, dirigido por quien formó parte de su equipo de gobierno
por un quítame, o ponme, allá unas obras, en nómina empresarial, ¿cuál?, y, curiosamente,
por quienes deberían defender, ante todo, la legalidad: como políticos y como supuestos
miembros de la izquierda. Mafiosa realidad vertebrada desde hace años y que
asoma de vez en cuando pero que nunca termina por salir a la luz. Solamente
analizando las consecuencias de forma indirecta se puede atisbar la verdadera
realidad. Esa realidad, a secas, que dice que no quieren gobernar, que no les
interesa mientras caigan en la saca los beneficios de la omertá. Es más fácil
así, con cara de oposición pasmada se sí misma, recorrer el desierto
aprovechando el maná generoso, la dádiva caritativa de quien, parece ser, te
tiene agarrado por los huevos. No habrá marcha en New York, pero siempre nos
quedará Rubén Blades, de Panamá mismo.
De este modo, la mano que mece la
cuna desde “Madrid” ejecuta la maquiavélica subversión del resultado
sociológico electoral poniendo trabas al correcto devenir. Mi contertulio me
hace una última reflexión: -piensa en que actividad ha habido más problemas más
allá de la propia dificultad de los procedimientos y de los problemas añadidos
que puedan surgir-. Negligencia, incapacidad u “obra” de Dios.
Susanita tiene un ratón. El
ratón un títere. El títere se viste de Sancho. En el último baile danzará con
la Dama. El “tablao” lo pone un tal Mariano. Es el ciclo de la vida. Hace
tiempo que fue al chino a comprar pinzas. La ética, sobrevalorada.
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