Todos recordareis la famosa frase
cruzada entre Carlos Moya y Carlos Sainz, creo que en el rally de Inglaterra, cuando
se les paró el coche a pocos kilómetros de la meta y con ello perdieron el
mundial de ese año, con la cual ironizo en el título de este comentario. Bueno,
pues parecido es lo que nos ha pasado cuando hemos tratado de poner en
funcionamiento la caldera de la nueva casa, dando de alta el gas.
Los antecedentes son: casa nueva,
inmobiliaria sin ningún tipo de documentación técnica y búsqueda de la misma a
contrarreloj. Ante la falta de papeles acreditativos, nos dirigimos al Servicio
Territorial de Industria para que nos hicieran copias de las documentaciones
entregadas por los distintos instaladores con el fin de poder dar de alta la
luz, el agua y el famoso gas. Una vez conseguidas, no sin esfuerzo, ¡¡¡no
nuestro, por Dios!!!, sino del funcionario que tenía que bajar al archivo a
buscarlas, por eso tardaron seis días, se presentaron ante los distintos
responsables de los suministros. Resultado del partido: fácil el agua, difícil
la luz e imposible el maldito gas.
Con el fin de tener en una misma
suministradora la luz y el gas, como tienen muchos ciudadanos, se decidió ir a
la siniestra oficina que nos ha dejado en herencia Ibertrola, donde “dos
amabilísimas” colaboradoras de la compañía citada nos informaron de
que con la documentación aportada para el gas, la compañía Gas Natural-Endesa,
dueña de las instalaciones, no consentiría el alta. Nos pedían dos certificados
nuevos, a mayores de los presentados. A todo esto, se nos informó de que Gas
Natural había cerrado la oficina de Zamora y que había que remitir la
documentación a León, con lo cual la contestación tardaría unos 15 días.
¡¡¡Horror!!! Otra vez los miembros de la familia Gaitón en lucha a muerte con
el ejercito del gas, que nos mandaba por delante a unos lacayos como
avanzadilla de choque para que desistiéramos de nuestra intención. A veces
pienso que tratar con el gas es como desembarcar en Normandía, tal y como sale
en la película Salvar al soldado Ryan. Totalmente calamitoso.
Así que empezamos un nuevo
peregrinaje, que ríete tú del Camino de Santiago, volviendo a la administración
en busca de dichos certificados. Y, por supuesto, caímos en las garras de la
Ley de Murphy. Imaginaros el peor escenario, pues ese es el que se produjo. En
el S.T. de Industria no estaban los papeles requeridos. Cosa lógica, si como
nos dijeron, no era obligatorio para el instalador presentarlos al pasar la
inspección de obra nueva. Aquí ya te empiezas a mosquear, porque si no son
obligatorios, para que te los piden. Pero, en fin, tiramos para adelante.
Tratamos de localizar al instalador, pero éste, según nos comentaron, había desaparecido
cerrando el negocio y dejando numerosos pufos. Según las malas lenguas estaba
en la República Dominicana. Un poco de cotilleo no viene mal. Para relajar.
¿Qué hacer después de una semana
perdida en idas y venidas? Acudimos a un amigo fontanero e instalador de gas
para que nos diera consejo. Se ofreció a hacer los certificados requeridos y
presentarlos en Industria, pero a la vista de la documentación que obraba en
nuestro poder, se extrañaba de todo lo que estaba pasando. Y hete aquí, que
haciéndose la luz, fuimos al lugar donde se suponía que había estado la oficina
de Gas Natural. Coño, y ahí seguía. Después de unos segundos de reflexión para
no ir a la oficina siniestra de Ibertrola y liarnos a ostias con las Brujas
de Salem que la atienden, entramos en la oficina de Gas Natural y,
aquí sí, una amable señorita nos atendió convenientemente. Pero ahora viene lo
bueno. Nos informó de que no era verdad que ellos solicitaran obligatoriamente
los certificados que nos habían pedido en Ibertrola y que solamente con la
documentación que teníamos, número de cuenta y d.n.i. se podía solicitar el
alta. Entonces se produce la pregunta del millón: ¿por qué la distribuidora secundaria
pide unos papales en nombre de la compañía titular para dar un alta, cuando la
compañía titular de la instalación no los necesita para la misma? Misterio
insondable, como el tres en uno, digo la Trinidad.
Una vez más el gas, como el
quinto jinete de la apocalipsis, aliado con las Hermanas Dalton
que atienden la oficina de Ibertrola, han intentado que esta familia sucumbiera
en clara derrota ante su supuesto poderío. Pero hemos triunfado de nuevo.
Conseguí dominar a la libertaria de mi caldera de gas (ver post “La República
independiente de mi caldera de gas”, en tag: casi personal) y ahora, la familia
unida, que, por supuesto, jamás será vencida, ha conseguido dominar al imperio
del lado oscuro de la fuerza. Del gas, por supuesto.
En fin, que este sainete de
Arniches ha acabado solicitando el alta en Gas Natural-Endesa y la luz, que
estaba en Ibertrola, la pasaremos, en clara venganza, también a la primera.
Pero juro que como me cambie de casa, será con chimenea. Con ella, la mantita y
la añorada bolsa de agua de toda la vida trataré de pasar los inviernos
venideros.
Luis Moya , Carlos , Luis Moya. Que Carlos Moyá es el tenista. No me confundas al personal, anda galán.
ResponderEliminarNoelia
El orden de tractores no altera a Confucio.
ResponderEliminarCarlos.