Tal y como hubiera
dicho ese bombero-torero que hemos tenido hasta la fecha como presidente del
gobierno: “los presupuestos no son cosa menor, dicho de otra forma, son cosa
mayor”, algo así como la cerámica de Talavera, según él. Se supone que es la
ley anual más importante que un gobierno puede promulgar determinando su
política y las bases sobre las que se moverá la economía y estructurará el
entramado social. Aunque todos los P.G.E. están viciados, en mayor o menor
medida, por concesiones que nada tienen que ver con la economía y sí con la
política del mercadeo, determinan la solidez de un país y su seriedad ante la
comunidad internacional.
Sin embargo, tras la moción de
censura que lo ha mandado al limbo expresidencial, con sus privilegios,
faltaría más, los P.G.E. que él y su equipo de gobierno presentaron al
Parlamento para su aprobación, resuelta ésta favorablemente con los votos
decisivos del P.N.V., parece ser que, ahora, necesitan chapa y pintura
urgentemente, según se desprende de las declaraciones de los representantes del
grupo Popular en el Senado, donde aún mantienen mayoría, y por donde debe
seguir la tramitación parlamentaria después del Congreso. Estamos ante un
capítulo más de la eterna desfachatez pepera en materia democrática y una muestra
definitiva del cinismo con el que este partido afronta su papel demócrata tras
la dictadura franquista.
Choca esta postura con la alegría en
las mismas filas del P.P. tras el consentimiento peneuvista y su aprobación y
las distintas manifestaciones vertidas por los dirigentes populares en tal
sentido. Es curioso constatar que, a pesar de la asunción de dichos
presupuestos por el nuevo gobierno con el fin de no paralizar el país, al P.P.
le dé igual esta grave circunstancia con tal de dinamitar al nuevo ejecutivo.
Se insiste: no son los presupuestos de la nueva fuerza política sino los suyos,
por los que se felicitaron tras su aprobación. Este nuevo escenario revela de
forma clara el poso de bilis, de amargura, de rabia y de ira con el que se
manejan estos individuos a la hora de pulular por la vida pública. Solamente el
poder por el poder satisface su ansia ancestral de dominación, el ejercicio de
la supremacía absoluta por encima de la soberanía popular.
Cabe suponer que, acostumbrados a
las continuas corruptelas durante su mandato, fueran conscientes de lo
incompleto de su proyecto presupuestario y necesitaran una nueva vuelta, a
través del Senado, esa cámara por donde bullen elementos sospechosos de
incapacidad intelectual manifiesta, en donde incluir sus modificaciones
bastardas al albur de su mayoría absoluta. Como si fueran esas obras
megalómanas, sin objetivo real, y adjudicadas a dedo a sus correligionarios
que, modificado tras modificado, duplicaban o triplicaban el presupuesto para
mayor gloria de sus bolsillos sin dar alguna explicación plausible sobre el
porqué de la adjudicación original sin las garantías suficientes para llevarse
a cabo en su totalidad. Eso o que, simplemente, sean unos auténticos ineptos
haciendo rotondas presupuestarias.
El retraso que puede ocasionar en la
aprobación definitiva de los P.G.E. las trabas toxicas de P.P. en el Senado
puede acarrear incertidumbre en los mercados financieros y en la confianza que
dichos mercados tengan sobre la estabilidad de la economía española, que es, en
definitiva, lo que persigue esta jauría con tal de volar
al nuevo gobierno. Las consecuencias que sobre la ciudadanía en general puedan
traer estas trabas consigo no entran entre sus parámetros de actuación como
nunca lo han estado, gobernando siempre desde su impronta paternalista para la
cual los ciudadanos no son más que menores de edad a los que tutelar desde su
altivez jerárquica. Conviene que el nuevo ejecutivo sea capaz de superar de
forma ágil esta maniobra legal, pero carente de toda ética, antes de que se
alarguen en demasía los plazos y añadan a esta estratagema obstaculizadora la
movilización banderil de sus seguidores en las calles con la consiguiente
agitación españolista conducente a mostrar al mundo una percepción falsa y desenfocada
de la nueva realidad. Ya se sabe que, citando de nuevo al bombero-torero, y
manipulando un poco: es su elector el que elige a su corrupto y es el corrupto
el que quiere que sean sus electores el corrupto. Marca España.
Por cierto, si no tienen un portavoz a la altura del
ardid que van a perpetrar, desde esta ciudad al oeste del oeste le pueden
enviar a un nuevo bocachanclas que ha surgido de forma imprevista, su eminencia
el obispo, que parece haber hecho un curso acelerado de manipulación informativa
y adiestramiento en las artes de la intoxicación y la amenaza. Ni con sotana
desentonaría en medio del grupo popular.
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