Ya está. El murmullo
se extiende por la bancada y se arranca en aplausos estudiados. Se suceden los
apretones de manos y las palmadas en la espalda. Todo ha concluido con
satisfacción. Se ha salvado el presupuesto y, por enésima vez, un francotirador
de la política se ha salido con la suya. Extorsión autonómica en lugar de
interés general. Pero esto es lo que hay y, por mucho que nos duela, somos
cómplices de nuestra propia decadencia.
Ahora asistiremos como quien oye
llover al baile de la autocomplacencia. A la danza nupcial de las
justificaciones más peregrinas para vender al populacho el engendro parido de
mil madres puteras. Pero, ¿acaso importa? ¿Le importa una mierda a los
perpetradores que se resienta el equilibrio territorial y las relaciones de
confianza entre regiones? ¿Nos importa una mierda las consecuencias del
engendro que vamos a sufrir si no somos capaces de salir de nuestra zona de
confort imaginario y exigir otras formas, que existen, de gobernar? ¡No! Porque
somos unos retrasados mentales.
Mientras nos van dando por culo decreto
tras decreto, no empeñamos en no ver que somos gobernados por una ínfima
representación de todos nosotros, si es que somos capaces de representarnos
unos a otros, que lo dudo. Una jodida ley electoral que provoca el
desequilibrio representativo y la infección mafiosa de unos intereses espurios
con los que presentarse ante un electorado mínimo en el conjunto y exiguo en la
cohesión. Victorias pírricas de graves consecuencias para el resto. Coge el
dinero y corre.
A veces pienso que todos deberíamos
ser mínimos y exigir nuestra parte del pastel presupuestario. ¿O ya somos
mínimos pero sin bocado? Entonces, simplemente miserables. Da igual. Llega el
verano y el cerebro, escaso de por sí, entrará en el ralentí veraniego quemándose
al sol de la estulticia. En septiembre comenzará de nuevo la plañidera
quejumbrosa de la cigarra votante. Pero en ese momento, llorarás como
simpatizante lo que no supiste defender como elector.
“La radio y la tele han dado la noticia. Sensacionalismo
y gran expectación. Primeras planas en los periódicos. La foto bien grande del
animal. Dicen que en la calle cada vez se ven más perros. Y alguien asegura que
han comenzado a hablar” (Asfalto. Canción: La Hora de los Perros. Disco:
Ahora).
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