jueves, 29 de junio de 2017

A BAJA REVOLUCIÓN

            Las temperaturas han descendido. Quizás llegue mayo de una vez, ahora que estamos a finales de junio. Supone que, con el tiempo, habrá que quitar meses, alargar unos, renombrar otros, modificar el calendario gregoriano por uno nuevo y ecléctico. Que todavía haya tarados que nieguen el cambio climático da la pauta del grado de involución que, como especie, estamos sufriendo. Aún así, sale de casa en modo estío. Ni las primeras gotas de lluvia que llegan al ritmo de un viento racheado le hacen dar la vuelta y esperar. Si es junio es junio. Ostias. Ya le jodieron el concierto de los Burning el domingo pasado.

            A pesar de su inconsciencia, camina rápido y molesto, mojado y fastidioso, enfriado y aburrido. Ve como todo dios va abrigado menos él, sintiendo las miradas conmiserativas, cuando no acusativas: ¿no lo vistes venir?, y sigue transitando hasta alcanzar algún sitio que le resguarde de la caladura y de este tiempo tan refrigerado. Aunque, realmente, no le importa. Prefiere que llueva, que llueva siempre, a soportar temperaturas más propias para hornear pan o asar pollos. Un trecho más y ya. Una cervecita de avituallamiento al calor del bar de siempre. Un momento para especular. Para comparar tiempos anuales.

            Antes de salir de casa asistió a las acrobacias aéreas de un grupo de aviones militares desplazados para deleite del personal. Mucho ruido y pocas nueces, cree, pero no será él quien entre en esa dialéctica. Allá cada cual con sus gustos malabares, pero piensa que saldría más rentable comprar una entrada para el Circo del Sol. Aquello lo pagamos todo el año. En cualquier caso, hubiera sido un guiño a la actualidad haber formado las figuras acrobáticas, ya que se usa humo para su visualización, con los colores del Día del Orgullo Gay, lo que hubiera dado un halo de normalización a algo tan churre como lo militar. Eso sí, a riesgo de algún soponcio entre la católica y apostólica comunidad de esta reserva espiritual al lado del Duero.

            Pero hay que seguir rondando el festivo, no queda otra, para que no te traten de marginal. Un festivo menos divertido que el del año pasado cuando aquel concejal absurdo, ahora desaparecido, alimentó la asonada civil de unos cuantos subnormales ante la supuesta deriva izquierdista de las fiestas. Un momento mágico que vino a engrandecer la estupidez de esta derecha zamorana atiborrada de garrapiñadas. En este año, sin embargo, solamente han enviado al becario de la lista electoral a hacer fotos de la supuesta suciedad y falta de limpieza municipal de los espacios festivos, ¿con bolígrafo espía?, me pregunto, para descalificar al municipio. Claro que, si los equipos de limpieza son los mismos y que no se les habrá olvidado limpiar de un año para otro, cabe preguntarse si no somos este año un poco más guarros o, simplemente, que depende de cuando hagas la foto. Tergiversación y manipulación para simpatizantes sin escrúpulos. Como dijo aquél: “la madre de la ignorancia siempre está embarazada”.

            Le da igual, en cualquier caso, no tiene mucha fe en la reflexión humana. Hace una compra rápida de un cacharro cerámico y para casa. Solamente espera que regrese, acurrucarse junto a ella y soñar.

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