Ya están las pateras
descansando sus sueños rotos. De nuevo vuelven a naufragar las esperanzas entre
alambre de espino clandestino y mortal. Una vez más la criminal mandolina toca
otra vez a muerto entre acordes de disparos de occidental advertencia. Tristeza
seca que apergamina la piel en el laberinto de un viaje que parece que nunca
tendrá fin.
Jirones de carne seca colgados como
trofeos que cercenan, no ya cuerpos, sino espíritus en busca de la salvación.
Revelaremos a la luz las sombras que nos acechan y descubriremos toda su
podredumbre y miseria. Aquella que ensucia y enfanga nuestro destino, por
cobardes, vuestro destino, por valientes, y todos los destinos de quienes se
aventuran a exponer la verdad de su condición de expulsados.
Solamente volverán a saltar sobre el
agua las piedras lisas de cualquier niñez. Tiempo desprovisto de todo paso del
tiempo que lo sustenta y que lavará la mancha de la muerte absurda. Bucearemos
en la memoria de los criminales para que nunca olviden y renieguen de sus
actos.
Ya llegará vuestra
primavera, que es la nuestra, y saldremos juntos a la calle con claveles de
acusación. Sus muros de papel timbrado caerán con el estruendo sordo de su
derrota y sus absurdos requisitos, impresos con la tinta de la exclusión y la
soberbia de su élite corrompida, servirán para empapelar el horizonte de su
condena.
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