Se me han ido vaciando
de voluntad todos los intentos. Procuro recoger tiempo de ese mar de tiempo
aparentemente infinito que se supone que es la vida. Acompasarme en agigantados
trechos, procurar que no se me enreden las notas y los pasos que me cantan, que
me bailan en su exigente demanda.
Jirones de quehaceres que se desgajan al mínimo roce de cruda realidad, que se solapan y empapan de esa dulce y tramposa melaza de la desgana. Voy abandonando poco a poco, aunque, a veces, huyo de forma intempestiva en una complementaria dualidad, acaso irracional, de huídas sucesivas.
¿Y qué hacer cuando las miradas ya son otras? Incrédulo asisto al espectáculo del ocaso. A la belleza decadente de cuanto fuimos.
Ahora ya descanso y no se me colorean de rojo las mañanas.
Jirones de quehaceres que se desgajan al mínimo roce de cruda realidad, que se solapan y empapan de esa dulce y tramposa melaza de la desgana. Voy abandonando poco a poco, aunque, a veces, huyo de forma intempestiva en una complementaria dualidad, acaso irracional, de huídas sucesivas.
¿Y qué hacer cuando las miradas ya son otras? Incrédulo asisto al espectáculo del ocaso. A la belleza decadente de cuanto fuimos.
Ahora ya descanso y no se me colorean de rojo las mañanas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario