lunes, 7 de abril de 2014

ALEGATO DE LOCURA TRANSITORIA (ORACIÓN)

         En el fregadero, los platos sucios que certifican la desgana. En el estómago, los nervios aferrados a sus paredes con las garras de la incertidumbre que no cesa. En el exterior, la luz se va de repente y la lluvia descarga con fuerza en una tarde cualquiera abandonada al desaire de una semana que comienza con la tristeza fermentada de horas clandestinas.

          Y solamente escribir con la fuerza del delirio. Espantar con la locura del olvido las lágrimas que amenazan. Alejar los vapores del hastío repetido, circular y aceptar que la corriente gana con la fuerza de un río recrecido. Y dejarse llevar. Y no volver a intentar nadar en su contra, ni tan siquiera llegar a sus orillas, tan lejanas como las fronteras de la cordura de rutina cotidiana.

            Pero, ¿acaso no es esta locura que te rehabilita la misma que te enferma y te desangra en las horas de inconsciente colectivo? ¿No es ese mismo delirio el razonamiento último de tu desconcierto?

Insumiso con el tiempo que te acecha y te recuerda, aplicas con esperanza la misma cura que te provoca en horas de martirio sucesivo estas súplicas y letanías de arrepentimiento defendido. Diluir esta ansiedad con el vaso de un veneno que te aplaca la tristeza al tiempo que te mata con la rapidez con la que se traspasa la frontera y se recorre el vernáculo trecho hacia el fondo de cualquier otro abismo por herido.  

Ya la catarsis del tiempo lo atempera. Se suaviza la angustia de este cuerpo malherido y el trecho recorrido limpia con el viento que buitrea los recuerdos que no añora. Otra vez maltrecho se va recuperando el equilibrio fugaz en la cuerda floja de un hilo que amenaza con romperse momentos antes de la hora que le toca.

           Pensar que lo has conseguido y caminar. Cicatrizar las heridas volviendo ese trocito de memoria en carne seca que no siente y acumular allí cada desperfecto que demora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario