Tiempos
de cambios y de mudanzas, aunque en realidad solamente exista un tiempo, que en
nuestro caso, se muestra corrompido y putrefacto. Este tiempo político que nos
ha tocado, en mala suerte, vivir. Asistimos perplejos, bien es verdad que unos
más que otros, de algún sitio habrán salido, digo yo, los diez millones de
votos que auparon a este gobierno, a la mayor estafa electoral jamás perpetrada
y al desmantelamiento del estado social democrático, a manos de unos personajes
saineteros, construidos en serie ilimitada, a imagen y semejanza de los peores
arribistas que la clase política ha dado, herederos en negativo de las
fotografías en blanco y negro de los medios de comunicación del movimiento.
Lupanar político de gomina barata, pasado todo por la centrifugadora
democrática que enmascara, que no lava, pasados y conciencias, como los
detergentes baratos.
El
estado de las autonomías, que en principio debió ser la antítesis del
centralismo rimbombante de pandereta oficial, ha derivado en monstruos
esperpénticos, fagocitadores de todo lo público, dejando sus defecaciones en
manos privadas, ávidas del beneficio que la carroña pueda suponerles, como
hienas al amparo de la noche. Y todo esto con la chulería propia de las “nuevas
generaciones” de niñatos con coche oficial, con puestos conseguidos a dedo
gracias a sus bien probadas capacidades serviles, que suponen que están por
encima del bien y del mal, ante la parsimonia del resto de los partidos
políticos, salvo excepciones, y de gran parte de la sociedad que no reacciona
en la medida que este vil y asqueroso saqueo debería. El gran ejemplo de este
olor a miseria política que nos invade, con permiso de la Comunidad Valenciana,
es la Comunidad de Madrid.
Como
en la Isla del Doctor Moreau, los experimentos contra natura han dado como
resultado la mayor parada de monstruos políticos, benefactores únicamente de
sus bolsillos. Aquella comunidad, que el origen de la democracia, se
enorgullecía de su cinturón rojo, llena de trabajadores que lucharon por la
llegada de la democracia, ha devenido con el tiempo y votación tras votación en
el paraíso de la derecha, como si todos los trabajadores se hubieran convertido
de pronto en clase media-alta y los miles de inmigrantes llegados con el
crecimiento económico hubieran abrazado el evangelio capitalista salvaje,
curiosamente, ese mismo evangelio que los expulsó de sus países en busca de un
futuro mejor. Con este tipo de regalías electorales, no es extraño que ahora,
con una más que éticamente dudosa dirección de la propia comunidad, los
advenedizos, esos reyes de la caricatura política, desmantelen la estructura
pública en su beneficio al amparo de la caradura más sectaria.
En
noticia recogida por diversos medios de comunicación, la empresa del antiguo
responsable de la sanidad madrileña, Juan José Güemes, se ha quedado con los
análisis hospitalarios que el mismo, desde su puesto público, privatizó.
Además, dicha empresa forma parte del grupo Capio, que gestiona numerosos
hospitales de la red pública madrileña y que son soportados económicamente con
dinero público. Este hecho, no puntual, forma parte del reparto de los despojos
del sector público, que ellos mismos ha ayudado a atrofiar para después
justificar sus acciones. En situaciones de crisis, el sector privado empresarial,
al que tanto molesta la intervención del estado en épocas de bonanza, es el
primero que exige la inversión pública para su beneficio y, en caso de no
concretarse, posiciona a sus peones políticos, rehenes de su condición y
carrera política deudora de su financiación, con el objetivo de legislar a
favor de sus intereses, aunque esto suponga el latrocinio de los intereses de
la mayoría de la sociedad. Sociedad que por otra parte, les importa un bledo.
Y ante
todo esto, ¿qué? Desgraciadamente el primer partido de la oposición hace tiempo
que vive sin vivir en él. El descalabro de las últimas elecciones ha dejado un
partido dividido, sin ideas y sin liderazgo alguno. Las últimas declaraciones
de su Secretario General, Alfredo Pérez Rubalcaba, en las que dejaba para otoño
la resolución de la crisis interna del partido, mueven a pensar que su
oposición a las medidas del gobierno de la derecha no tendrá la firmeza que
requiere la situación actual y, por tanto, los ciudadanos estaremos vendidos
ante tamaña dejadez democrática. Se constata este hecho en la bajada de
intención de voto del PSOE, que no consigue atraer votantes de la mayor bajada
que sufre el PP por su política económica y social devastadora.
Personalmente
echo de menos un líder progresista que diga las cosas que todos los que creemos
todavía en una política de progreso económico y social de izquierdas, estamos
deseando: que en el momento que accedan al poder, todo el fraude privatizador
del PP será revertido, será público lo que nunca debió dejar de serlo y se
ejecutarán las expropiaciones que sean necesarias, a coste cero, ya se han
beneficiado bastante, aunque para ello haya que cambiar todas las leyes.
Todavía no lo he escuchado y ya ha pasado un año. Mientras no se consiga,
seguirán estas nuevas generaciones campando a sus anchas por la política, como si fueran los únicos
ungidos por el creador para ello, realizando cada día su ejercicio de hipocresía nociva, tóxica y sectaria.
Pues eso. Si ya l dices todo. Anda por facebook la resolución que el congreso a dado a una petición con 500.000firmas que ha promovido el follonero, en la que se pedia que los senadores dejaran de percibir dinero público xuando dejen el cargo. ¿La respuesta? Pues te la puedes imaginar: que no. Que siguen cobrando.
ResponderEliminarSaludos. Noelia
A mi lo que realmente me tiene indignada ahora es el caso Bárcenas. Es una autentica verguenza, con la que esá cayendo....y tiene los santos cojones de reirse del pueblo.
ResponderEliminarUn beso