¿Por dónde empiezo? Realmente,
haciendo honor al título de esta entrada, no sé por donde empezar, ni siquiera
tengo claro de que hablar o emitir opinión, humilde ésta, como no podía ser
menos. ¿Estará seco el pozo con la sequía que hay? El caso es que existen
cientos de cosas sobre las que podría intentar escribir, pero cuando lo intento
comienzo a tener la sensación de agobio propia del inicio de un examen, sobre
todo cuando no se ha estudiado lo suficiente, y eso, si la memoria no me falla,
ahora que ya hace tanto tiempo que pasaron los últimos que hice. Lo único
cierto es el viaje hacia la dispersión, la divagación y la presentación de
señuelos que realiza mi cerebro en cuanto suenan sus alarmas indicándole que
este tipo, o sea yo, me dispongo a perpetrar otro de mis comentarios. Tengo que
reconocer que entre mi cerebro y yo tenemos últimamente una relación de amor y
odio, amistosa, pero cruenta en disparidad de objetivos.
Y resulta curioso porque en
cuanto he comenzado a escribir sobre ese tema, mi cerebro me hace fijar la
atención en una mosca, creedlo, una mosca, la cual se debe haber colado por la
cristalera de la terraza. Son curiosas las moscas y curiosos sus
comportamientos. Éstos, vistos desde el prisma de un observador no
especializado, el punto de vista biológico se lo deja a Elisa y David, biólogos
preparados y amigos. Desde que ésta ha entrado en casa ha fijado su objetivo en
mi persona. Resulta chocante por cuanto su incordio puede suponer que fije mi objetivo
en su eliminación más inmediata y sería más congruente por su parte que volara
libre por la casa en vuelo de reconocimiento ahora que yo he conseguido
concentrarme un poco en estas letras. Y más si conociera que he heredado de mi
madre una especial habilidad para la eliminación de las de su especie. Me vale,
como a ella, cualquier utensilio para su caza y muerte. Especialmente obtengo
buenos resultados, de un noventa y cinco por ciento a la primera intentona,
cuando utilizo un trapo de cocina. Como el Rey con los elefantes, donde pongo el
ojo, mosca muerta.
Pero volvamos del mundo de los
insectos, o no. Como iba diciendo no sé cuando, creo que un poco más arriba,
podría hablar de muchas cosas. De la clase política y de su puta, la crisis. A
la que chulean en nuestros bolsillos y en nuestros derechos como si la cosa no
fuera con ellos. Me ha llegado a través del correo electrónico un comentario
sobre un artículo que publicó el periódico alemán Der Spiegel, en el cual se
mostraba lo escandaloso de nuestra situación en función del despilfarro sin
medida, de la ostentación suntuaria más indecente en medio de una penuria
extrema, que supone mantener a algunos miembros de la casta política española.
En concreto se hacía eco de los gastos del ayuntamiento de Madrid. Un palacio
cuya remodelación ha costado 500 millones de euros con un despacho mayor que el
del Presidente de los Estados Unidos. Una alcaldesa, cuyo único “mérito” es ser
la señora del ex presidente Aznar, que tiene a su servicio un mayordomo cuya
única misión es servirle café, 260 asesores y altos cargos con sus nóminas
correspondientes y una flota de 267 coches oficiales, más que todas las
capitales de la eurozona juntas. Eso sí, esta señora es de misa diaria, o mejor
dicho, de cínica misa diaria. Aunque los políticos se empeñen en ocultarlo,
esta es la imagen que está dando España en el resto del mundo y no la de las
justas manifestaciones y protestas para sublevarse contra tanto latrocinio.
Sin salir del mundo de los
insectos, me fijo otra vez en la puñetera mosca. Estoy dudando entre pensar si
es la más lista de su grupo o la más gilipollas. En sucesivos vuelos
zigzagueantes está intentando salir por la cristalera cerrada y cuando no lo
consigue, se acerca a mí persona, revoloteando con ese zumbido tan
característico y molesto, logrando que inicie una serie de gestos y manotazos
al aire, a cada cual más ridículo, que resultarían la envidia de cualquier asiduo
de las discotecas de “dance”. Esto me lleva a hacerme una pregunta dispersa: ¿no
será que cuando vemos por la televisión esas macro discotecas de Ibiza, con la
gente bailando entre grandes espasmos de sus miembros superiores, en realidad
no es que hayan bebido en demasía, sino que les han echado una plaga de moscas,
incluidas en el precio de la entrada, y las están espantando? Pensad sobre la
idea.
En fin, que ya estoy harto de la
puñetera mosca. Aunque no haya ningún indicador de mi ausencia del relato, me
he levantado y con un despliegue de aproximación sigiloso, propio de los
grandes cuerpos militares expertos en la materia, me he acercado a ella y, con
un movimiento vertiginoso del paño de cocina, como si fuera una extensión de mi
brazo ejecutor, he acabado con su vida de mierda. Como no estoy para muchas
aventuras, esta noche no saldré y veré una comedia romántica, los que me
conocen ya sabrán cual, de esas en las que al final todo sale bien. Así el
boxeador sonado de la semana anterior podrá recuperar un poco de ilusión y
dejará de estar, como decía El Último de la Fila, “como un burro amarrado a la puerta
del baile”. Cosas de la noche y sus conversaciones, que normalmente no son lo
que uno espera. Desgraciadamente, a menudo, la política y el amor son como el
vuelo de una mosca: de mierda en mierda.
Y después de todo este
batiburrillo, a ti, musa, te digo lo que puso el escritor Albert Espinosa como
título a uno de sus libros: “Si tú me dices ven lo dejo todo…pero dime ven”.
Con faro incluido?
ResponderEliminarUn beso.
Con un fado sobrecogido. Desdicha de amor expuesta.
ResponderEliminarNo me referia a un fado, sino al faro del libro, el faro de Capri
ResponderEliminarUn beso.
Carlos, no sé cómo lo haces pero siempre despiertas en mí alguna emoción, muy distintas pero lo haces... Y sí, eso que dices de los examenes, lo recuerdas muy bien... es exactamente la misma sensación. ¡Nos leemos!
ResponderEliminarNos emocionamos porque somos así, lo llevamos dentro y, sobre todo, no tenemos miedo a exponerlo y a exponernos a los ojos de los otros. Por eso escribimos, porque es difícil sentarse a tomar un café y hablar así, cuando los demás callan porque lo identifican con un signo de debilidad. Su silencio no les dejará vivir con plenitud. Te sigo cuando los viernes vas al cine.
EliminarQue mosqueo!! Un pais de moscas donde se acerca el invierno.... Abra que buscar lares mas calidos?
ResponderEliminarCreo que sí. En este país hay demasiada mierda.
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