miércoles, 4 de enero de 2012

LA TORTILLA, EL PIMIENTO Y UN CAMARERO CIENTIFICO

 
           Desde hace un año tomo el café de media mañana en un bar diferente del que venía siendo habitual hasta entonces. La distancia al mismo es la adecuada para poder ir y regresar al trabajo fumando un cigarrillo, ya que con la ley antitabaco no se puede fumar dentro. Conoces otro tipo de gente, de actitudes y sobre todo a esa clase especial y tan característica que son los camareros. En este caso concreto es al mismo tiempo el dueño del bar.

            Personaje curioso este tipo. No sé si tiene la carrera de físicas o cualquiera otra y se ha dedicado a barman por destino familiar o por casualidad, pero lo que tengo claro es que ha conseguido, como un destacado científico, desmontar el principio físico de la impenetrabilidad de los cuerpos, llevando el pensamiento científico a sus más altas cotas. Tantos años de evolución del conocimiento humano en el campo de las ciencias para que, al final, en un bar de barrio de una ciudad como Zamora, quede superada dicha teoría.
            Dice dicho principio, a grosso modo, sobre la impenetrabilidad: cuando un cuerpo ocupa cierto lugar, ese lugar no puede ser ocupado simultáneamente por otro. A las partes de un cuerpo no se le pueden asignar las mismas coordenadas que a las partes de otro. ¡Falso!. Este camarero ha realizado en un experimento tan simple como efectivo demostrando que dos cuerpos pueden ocupar el mismo lugar y que, por eso mismo, un átomo pueda estar, en el mismo espacio de tiempo, en dos sitios a la vez.

            No le han hecho falta grandes laboratorios, choque masivos de electrones, etc, sino simplemente dos trozos de pan, un trozo de tortilla de patatas y un pimiento frito. En su modestia ni siquiera utiliza delantal. Cuando llego al bar, invariablemente le pido un café con leche y un bocadito de tortilla de patatas con pimiento. Por eso de no subir los precios, utiliza un pequeño panecillo partido por la mitad donde, en un acto imposible de aceptar para la mente humana, es capaz de introducir dos trozos de tortilla y un trozo de pimiento. Su afán por ofrecer este pequeño canapé al cliente ha hecho posible el milagro. Es imposible que en ese espacio tan pequeño quepa tanta comida, sino es porque ocupan el mismo lugar.

En algunas ocasiones, al carecer de estos panecillos, me ha partido un trozo de barra de dimensiones normales, pero el debe ser consciente de que siempre hay que ensayar el experimento con resultados favorables y en vez de introducir unos trozos adecuados al nuevo receptáculo, oficia de nuevo el milagro y tomando de los platos respectivos un trozo de tortilla y un pimiento de dimensiones claramente superiores al pan, transforma aquel pequeño bocadillo en un agujero negro donde la gravedad masiva hace que todo quede dentro y a mí preguntándome cómo demonios lo ha conseguido.

            Es como si quisiera demostrar que todo es penetrable. De hecho el gremio de camareros está lleno de este tipo de científicos proclives a estas ciencias de lo imposible y, aunque tú veas fehacientemente que el bar está hasta los topes y más allá, te gritan desde la barra que entres, que al fondo hay sitio. Es curioso, pero en los bares siempre al fondo hay sitio. Otro agujero negro de profundidades insondables. Muchas veces creo que cuando a alguien lo dejas de ver de repente estando en un bar, es que ha ido al fondo y ha desaparecido surgiendo de nuevo por el otro lado de la tierra. Alguna explicación habrá que darle. De hecho conocí un bar en un pueblo de la provincia de Cádiz, Jerez, que se llamaba así: “Al fondo hay sitio”, que no tendría de ancho dos metros por cinco de largo, en lo que no deja de ser un ejercicio de ironía típico de la gracia gaditana.

            Para terminar os diré que al mismo tiempo está trabajando en el principio de invisibilidad de los cuerpos. El experimento es sencillo y los conejillos de indias los clientes. Cuando le das el primer muerdo al nunca ponderado bocadillito de tortilla, inmediatamente desaparecen el noventa por ciento de la misma y el pimiento en una especie de fusión nuclear. Todavía no domina del todo este procedimiento ya que aparecen al cabo de unos segundos, pero no en el mismo sitio, sino en el suelo, en los pantalones o en el periódico. Pequeños detalles técnicos que estoy seguro que solucionará. Nadie dijo que la ciencia fuera fácil.
    

7 comentarios:

  1. me gusta el bocadillo de tortilla con pimientos, picantes mejor, pero agarrado con las manos y escurrinéndose el aceite del pimiento por las comisuras de la boca, mhuuuuummmm... que rico OLi

    ResponderEliminar
  2. UMMM La penetrabilidad, ese campo tan estudiado por el hombre a lo largo de la historia de la ciencia...

    ResponderEliminar
  3. Los experimentos físicos más difundidos en los bares son el del choque materia-antimateria y el de anticipación; sobre todo a la hora de leer el periódico con el café. Siempre hay algún husmeador que prácticamente te arrebata las letras del diario, metiendo sus ojos de ave rapaz prácticamente en tu hombro. Bueno, quizá ahora menos desde que desapareció el horóscopo del diario local.

    l.

    ResponderEliminar
  4. Desde luego, ese camarero no solamente se salta (¿a la torera?) las leyes de la física, sino también los principios racionales básicos de la filosofía; pues ya el mismo Aristóteles (no el otro Aristóteles...) postuló que es imposible que una cosa sea algo y su contrario, a la vez y respecto al mismo aspecto (en este caso, el espacio que ocupa un cuerpo).
    Pero claro, como tú bien dices, el infringir las leyes de la naturaleza conlleva sus desbordamientos de tapa por el suelo y quizás camisa... (¿No será para ahorrar pan y a la vez simular mayor grandeza de tapa?)
    Juanma (el anónimo)

    ResponderEliminar
  5. Muy bueno. Yo creo que también tengo problemas con la conocida ley de la física, en este caso al comer la empanada. Ves el cuadradito, perfectamente adaptado al tiempo y al espacio, pero cuando intentas llevártelo a la boca, la masa interior se desborda por los cuatro costados,lo que me obliga a realizar un brusco movimiento del trasero hacia atrás para que no me caiga en el primer michelín, pero que finalmente me caiga en la punta del lustroso zapato. Tendré que comenzar a interesarme por la asignatura de cinemática que estudia la trayectoria de los cuerpos en su caida libre o comerme (como hace Pedro)un bocadillo de jamón, sin tomate porque también pinga. Por lo que veo tiene razón Miguel Jr. que asegura que la Física es esencial en este mundo, incluso a la hora de confecionar las tapas.

    ResponderEliminar
  6. yo creo que donde esté un buen bocata de buen jamón con tumaca amigo alquimista, ¡¡dejemos la física donde está ¡¡, y nosotros a lo nuestro.

    ResponderEliminar
  7. ves?? yo no tendría ese problema. A mi me sobraría espacio en el pan. Yo le quitaría los pimientos y le pondría otro trozo de tortilla. Eso si, probablemente también acabaría en mi abrigo, zapato, etc...
    Que le vamos a hacer, amigo Carlos, la física es la física y estoy segura que la vida no sería lo mismo sin esos pequeños misterios de "a diario".
    Noe

    ResponderEliminar