A lo largo de la vida de las personas
son muchos los adjetivos calificativos, o descalificativos, que sobre sus
hombros caen por muy diversas razones. Nuestro comportamiento y nuestras
acciones provocan en los demás múltiples reacciones que les llevan a
etiquetarnos de muy diversas formas. En este caso, un señor que no me conoce de
nada, me ha llamado idiota. Peor aún: idiota al cuadrado. Como suena. El diccionario
de la Real Academia de la Lengua define así dicha palabra: Idiota: (del latín
idiota, y este del griego) adjetivo. 1.- Que padece de idiocia (trastorno
caracterizado por una deficiencia muy profunda de las facultades mentales,
congénita o adquirida en las primeras edades de la vida) 2.- que carece de toda
instrucción 3.- persona engreída sin fundamento para ello 4.- tonto, corto de
entendimiento.
Realmente,
no sé a cuál de las cuatro acepciones se refiere. No tengo deficiencias
mentales adquiridas o congénitas, más allá de las que me hubiera podido provocar
en mis primeros once años de vida la dictadura impuesta en este país por un
sátrapa cretino, gracias a mis padres he tenido la suficiente instrucción para
poder pensar por mí mismo, creo que no soy engreído, aunque algunas personas
puedan pensar lo contrario, y gracias a la instrucción recibida, lo que se dice
tonto tonto, creo que no soy. Entonces ¿Por qué el señor Esteban Pons, miembro
del P.P., se atreve a calificarme de esa manera?
Las
palabra exactas han sido: “no hay ningún español tan idiota que quiera al PSOE”.
Es verdad que esta crisis se está llevando por delante los afectos de muchos ciudadanos
por este partido, pero lo que no puede ignorar el ínclito Esteban Pons, es la
tradición de izquierdas que existe en este país y por tanto el gran número de
votantes de izquierda, que seguirán votando al Partido Socialista, y a los que
ha insultado gratuitamente. Claro que, ¿y si planteamos su frase al revés?: “no
hay ningún votante del PSOE tan idiota que sea español”. En cualquier caso el
resultado es siempre excluyente por alguna de las partes. Blanco o negro,
conmigo o contra mí. Puro ideario político excluyente.
Por
otra parte, este señor se ha cargado el sentido de la palabra democracia. Ésta
responde a una forma de participación de todas las personas de un grupo y el
poder reside en la totalidad de sus miembros, siendo las decisiones resultado
de la voluntad general. Por tanto es esa voluntad la que tiene valor y todas las
voluntades, expresadas libremente en forma de voto a cualquier opción política,
deben ser respetadas. Esto es lo que en el fondo ha hecho el señor Esteban
Pons: no respetar la voluntad de millones de ciudadanos de este país que,
quiera o no, van a seguir votando a la izquierda. Y esto en un político de un
país democrático y libre es intolerable. De nada sirven las excusas realizadas
a continuación, un político que está en la primera línea debe tener la
suficiente inteligencia como para pensar un poco antes de hablar. A este por lo
visto le falta bastante.
Y
lo curioso del caso es que yo, aunque soy de izquierdas, no voto al Partido
Socialista. Por eso me indigna más: me ha llamado idiota al cuadrado, ya que yo
voto más a la izquierda. Es bien sencillo: si nos colocamos en una línea y
vamos en dirección de la derecha hasta la izquierda nos saldría, siempre según
este señor, lo siguiente: los llamados a sí mismos inteligentes a la derecha,
los sencillos en el centro, los idiotas a secas en el primer tramo de la
izquierda y, por regla de tres sencilla, los idiotas al cuadrado a
continuación. Joder con el panorama.
Vuelvo
a repetir, y que quede bien claro, que no entro en los idearios y en las
filosofías de los distintos partidos, sino en el hecho de que el voto de una
persona que vota a un partido es igual de válido que el voto de otra persona
que vota al partido contrario. Y esto es lo que no le entra en la cabeza a este
sujeto. Mi voto, señor Esteban Pons, vale igual que el suyo, aunque eso no esté
parametrizado en su línea de pensamiento.
Lo mismo que en la película
francesa “La cena de los idiotas”, un grupo de amigos se reúne
a cenar disputándose el dudoso honor de quien lleva como acompañante al más
idiota, la impresión que me da su forma de actuar es la de un político
intolerante que ve la política de este país como una gran cena en la que los
que piensan como usted son los anfitriones y organizadores y nosotros los
invitados idiotas. En este caso millones de invitados idiotas. Sin embargo,
nosotros los idiotas, aspiramos a ser como el príncipe Mishkin, el personaje
central de la novela de Fedor Dostoievski “El idiota”, que se
caracteriza por su inteligencia, bondad, sentido de la corrección y la
justicia. Le recomiendo, desde mi más absoluta humildad, que la lea.
Y así, en su infinita inteligencia, quede con “su”
dios, porque supongo que, para usted, los dioses de los demás también serán idiotas.
Este señor está cortado por los mismos patrones que nuestro "gran" diputado en el congreso durante cuatro años, Gustavo de Arístegui. Que en el día de ayer nos sorprendía en un periódico local, pidiéndonos perdón a todos los zamoranos QUE LE VOTARON(aquí supongo que los iditoas no estaremos,no?)por todo lo que NO habia hecho por esta nuestra querida ciudad en estos cuatro años en los que,gracias a los NO IDIOTAS, nos ha "representado" (o no)en el Congreso y ha cobrado un jugoso sueldo por hacer NADA por Zamora.
ResponderEliminarPor si alguien no lo ha leido y tiene curiosidad de ver bajarse los pantalones a este señor, os dejo el enlace al final del comentario.
En fin, amigo Carlos, a la conclusión que yo llego es que definitivamente... SOY IDIOTA. Y por muchos años!!!
http://www.laopiniondezamora.es/elecciones-generales-2011/20n-zamora/2011/11/02/mea-culpa-cunero/556458.html
Noelia.