Calle
sinuosa como las curvas de la mujer más bella que jamás hayas visto. Corta y
difícil como aquellas calles medievales enrevesadas intentando dificultar las
acometidas de sus enemigos. Calle putativa que acoge a sus hijos sin
preguntarles por su pasado y cobijándolos en su seno de amor y disimulo. Como
la gran puta entrada en años, oficia cada día el gran ritual del dios Baco
dejando entrar en sus entrañas a las diferentes generaciones de devotos del
culto al libre albedrío. Mezclas imposibles de licores con nombres que parecen inventados
después de la más cruda y peligrosa resaca. Siempre tiene una palabra de ánimo
para los jóvenes que se inician con temor en este arte lujurioso como para los
que curtidos en mil batallas ya perdidas, solamente divisan ya la luz del
atardecer en su libido otoñal.
Calle canalla y nocturna, ha sabido
a su modo, desarrollar la teoría de la relatividad. En ella todo es lo que
parece, pero al mismo tiempo nada es cierto. Maneja sus códigos y se necesita
tiempo para aprenderlos. Con ellos puedes circular en ese mundo de grandes
verdades y grandes mentiras. Cuando entras en ella, como en un gran agujero
negro, el tiempo corre más despacio. La vida, mejor dicho, la noche, tiene
otros biorritmos. Su corto metraje es un mundo en miniatura sin nada que ver
con el exterior. Cuando sales de ella es como salir de una burbuja de tiempo
finito a un mundo mediocre que intenta venderte sus certezas infinitas. Las
mismas verdades y mentiras pero revestidas de corrección política y social.
Calle democrática por excelencia. En
ella cabe de todo: rockeros, hippies, modernos, bacaladeros, chonis, lolitas, maduras
y hasta granjeros que buscan esposa. Ricos y pobres, todos juntos, sin que a
nadie le importe la clase social, si subes o bajas. Todos ellos quedarán
igualados por el ritual sudoroso de conquista, por la exhibición sensual de los
cuerpos en busca del goce rápido y sin preguntas. Feria de vanidades
superficiales. En sus bares, la calle alcahueta oficia sin descanso el arte de
su gremio. Relaciones imposibles más allá de sus límites se tejen y destejen
sin descanso al abrigo de sus paredes y de la oscuridad más obscena. Como en un
lupanar de posibilidades infinitas, lolitas de cuerpo largo y falda corta
coquetean con rockeros pasados de vueltas, maduras que intentan no dejarse
vencer por el tiempo dan sus últimos coletazos de amor y sexo prohibido, chonis
de mercadillo de todo a cien caminan pisando con fuerza haciendo babear al
moderno de pocos años y menos inteligencia. Todo el mundo vende su mercancía en
el escaparate del deseo. Nada está diseñado por la razón y ese es su encanto.
Calle viva donde la alcahueta te hace jugar a la ruleta rusa de lo prohibido
haciendo que los amantes vivan su vida oculta como un tiempo muerto del partido
de la negación más absoluta.
Cuando entras en ella todo te puede
pasar. Su música atronadora, que atraviesa sin dificultad las paredes de su
cárcel material, te va acunando entre los vapores etílicos del brebaje elegido
dándote una nueva identidad. Ahora ya eres un miembro más y si quieres, a nada
ella te obliga, puedes pasar el límite que te separa de lo sensual. Juegos y
miradas con sabor a sexo que se cruzan y entrecruzan entre unos y otros dando
lugar a las más inverosímiles visiones orgiásticas.
Como toda calle vividora, también es
peligrosa. Te puede inyectar vida o muerte, según escojas tú. La alcahueta no
se esconde nada y todo lo muestra. Solamente espera de ti que hayas asimilado
sus enseñanzas y elijas bien. Nadie es culpable cuando te han advertido. Entre
sus paredes también existe el arrepentimiento y va poniendo una vela a Dios y
otra al Diablo e intenta purgar sus pecados ganándose el cielo, o intentando
evitar el infierno, celebrando a su Virgen en una imposible romería laica llena
de jolgorio e inocencia perdida.
Calle criticada y denostada por no
realizar sus trucos con guantes blancos, sino con las manos desnudas, y ser el
resultado a contracorriente de una sociedad biempensante en la que se incrusta
como un grano en el culo. Aunque se intentase, es imposible que desaparezca.
Nadie puede hacer desaparecer su imagen en el espejo. Es la otra cara de la
moneda, la más real y la más cruda, de una sociedad unidireccional y de
pensamiento único.
Como cantaba Antonio Vega, el sitio
de mi recreo. Bendita tú naces entre todas las calles. Ego te absolvo de todos
tus pecados, que son los míos.
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