Esta es la historia de una caldera de gas que ya desde su nacimiento empezó a dar muestras de querer llevar una vida independiente y no respetar las reglas de juego reflejadas en el contrato que tenía con su dueño, que soy yo.
Nació esta caldera en el año 2.005, sobre junio. Ya desde entonces empezaron los pequeños problemas, pero como era una recién nacida, los achaqué a su temprana edad y creí que con el tiempo y el funcionamiento habitual se normalizaría. Como la vida útil de las calderas de gas está en unos diez años, la madurez la alcanzan muy jóvenes y la mía, al año, pasó de pronto a la edad madura. Esa edad difícil y llena de decisiones transcendentales, que para mí significó que llegaran los problemas serios. En mi casa no se le exige mucho: que tenga agua caliente para la ducha y calefacción en invierno. Pero todo muy normalito: temperatura ambiental de 21 º C., por lo del efecto invernadero y duchas rápidas, por lo del gasto de agua corriente. Pero con su mayoría de edad decidió que eso sería cuando ella quisiera y no cuando yo se lo demandara. Si decidía ducharme ella decidía bloquearse. Si cuando llegaba el invierno ponía la calefacción ella se mantenía encendida cuando no estaba en casa y se bloqueaba en cuando llegaba a ella. En estos casos me ponía a escuchar música, leer un libro o alguna tarea casera hasta que se apiadaba de mí y me concedía generosamente su gracia en forma de encendido.
Así hemos estado todos estos años. Dos extraños viviendo en la misma casa haciéndonos la puñeta como un matrimonio mal avenido. Sin embargo nadie me puede tachar de mal amo. He intentado entenderla y he manipulado todas sus piezas en busca de la razón de su malestar. Pero este interés no ha sido correspondido. La verdad es que con esto me podrían convalidar hasta FP3 por la rama de mecánica del gas. Todos los años la ha visitado un técnico para su correcta conservación y funcionamiento. Algunos años hasta dos de empresas distintas. Sin embargo, es muy lista. Era entrar el técnico por la puerta y funcionar sin ningún bloqueo. Algunas veces los técnicos me miraban con cara de extrañeza cuando les comentaba las cosas que pasaban y, como si estuvieran conchabados, me decían que era una caldera muy buena y que no le veían ninguna cosa rara.
Pero este último año ha sido horrible. La arbitrariedad de sus bloqueos y la frecuencia cada vez mayor de los mismos hizo que tomara una decisión drástica: reprogramarla entera con el cambio de piezas necesario para anularle la voluntad. Una guerra total en la que no habría prisioneros. Para ello me puse en contacto con un equipo de supernannys de las calderas para que la metieran en cintura. El primero, nada más que la vio, pareció dar con el problema. Le cambió la pieza en cuestión y a funcionar. ¡Pero que engañado estaba¡ Me dejó confiarme durante unos días y al cuarto volvió a las andadas. Había ganado la primera batalla.
El segundo de los que lo intentaron se trajo un ayudante para ver si entre los dos la amedrentaban con su mayoría de efectivos. Cambiaron otra pieza y como la primera vez la caldera maldita empezó a funcionar. Ya os imaginaréis que pasó. Tuvieron que volver y reconocer que habían sido superados por la campeona del engaño. Ante esto me dijeron que mandarían al jefe del equipo con medidas drásticas. Este entró de lleno en la batalla y fue al corazón del enemigo. Su diagnostico fue que había nacido con un defecto y que este le había llevado que desarrollara una vida paralela en la que no cabía el orden y la disciplina en el cometido de su deber como caldera. Para ello puso una pieza a mayores de las que la caldera trae por fabricación, como un cerebro nuevo que anulara al averiado y obedeciera las ordenes. Para no quedarse atrás de sus compañeros cambió una pieza de las de serie y con ello dio por concluida su intervención. Cuatro técnicos después y con una operación de cirugía estética en piezas, que he pagado religiosamente, que para sí la quisieran muchas famosas, y que ni siquiera me ha agradecido, dimos por concluida la guerra. Sin embargo, para ella, solamente era una tregua.
Hoy lunes, el último técnico ha tenido que venir otra vez. Nueva pieza y a esperar. Me da la impresión de que mi vida va a ser así de triste hasta el final. Hasta mis amigos que lo saben me dicen que la deje. Una vida de incomprensión entre una caldera y su amo. Sin embargo tengo un plan que no se espera. Si de esta no recapacita y funciona con normalidad llamaré al equipo desguaces y entonces sabrá lo que es cortar por lo sano. En eso si que no me gana nadie.
Ay Carlos!! y al precio que esta el cobre!! Suerte compañero!!
ResponderEliminarIgnoraba la magnitud del desafío. Cuán difícil es la convivencia, y más aún si se trata de ser independiente -ya me lo decía un buen amigo de Bilbao, la hostia-. En fin, recibe mi apoyo y solidaridad en tu lucha contra tan desagradecido, cruel y taimado compañero de viaje.
ResponderEliminarPor último, me arriesgo a hacer un pronóstico: vencerá en la disputa; tiene a tu favor dos armas muy eficaces, excelente sentido del humor, y buenas dosis de ironía. El relato es ameno y muy divertido. ¡Aúpa, compañero!.
Javier
Esto es como una pareja normalmente avenida, si me buscas no te encuentro y si te encuentro no me busques...Creo que te está retando para saber hasta donde llegas con tu paciencia... no quiere quedarse sola en una chatarrería ja ja
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