El Relator Especial
de la O.N.U. sobre la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las
garantías de no repetición, Fabián Salvioli, ha declarado en su visita a España
invitado por el intergrupo de Memoria Histórica: “no hay ningún impedimento
legal para juzgar los crímenes del fascismo”, “existe falta de acceso a la
justicia de las víctimas del franquismo”, “¿por qué no se coopera con la
querella argentina?, ¿por qué no se extradita a los imputados allá? No nos
pueden decir en esta ocasión que hay problemas jurídicos o yo qué sé. La
obligación internacional de España es clara: debe juzgar o extraditar. Aún con
estas obligaciones tan claras, el Poder Judicial no ha dado los pasos que tiene
que dar. Esto demuestra que no es un problema de que no se puede. Es un
problema de que no se quiere”. Se puede decir más alto pero no más claro. Pues
bien, ante esto, las instituciones españolas responden así:
El Ayuntamiento de la Alberca de
Záncara, gobernado por Francisco Julián Quílez, del Partido Popular, ha
resuelto volver a poner el nombre de Millán Astray, militar fascista, a una de
las calles de la localidad. Esta acción vulnera el artículo 15 de la ley
52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se
establecen medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia
durante la guerra civil o la dictadura. Pero, ¿qué mierda le importa a quién
representa a un partido que se caracteriza por su inacción en este asunto debido
a la fuerza del electorado que le vota y que sigue afín al golpe de estado del
36? La decencia democrática queda otra vez por los suelos y los Derechos
Humanos de las víctimas pisoteados por un representante, verdaderamente
sospechoso, de una democracia.
No
sé si realmente seremos capaces de ajustar cuentas con quienes subyugaron a
este país bajo una dictadura criminal y con quienes, en democracia, se ponen de
perfil cuando son requeridos para actuar en dicha dirección en consonancia con
las leyes establecidas. Marean los políticos la perdiz como los niños ante la
perspectiva de inicio de un nuevo curso escolar pero con un costo más alto
tanto económica como éticamente. Van pasando los años y se avanza poco,
desgraciadamente. Los obstáculos que se deben salvar, puestos a veces desde las
mismas instituciones que deberían fomentar y acelerar el proceso, son tan
numerosos que uno puede llegar a pensar que aquí, en España, todavía manda el
criminal caudillo.
No se puede esperar que un partido
como el Partido Popular afronte la historia de forma objetiva y sin partidismos
ya que hurgar en esa herida podría poner de manifiesto su correlación con su
árbol genealógico-político. Ni tampoco se puede esperar ayuda para corregir el
presente de un partido como Ciudadanos, representante de un poder económico
basado, en la mayoría de los casos, en familias y entramados empresariales
provenientes de la dictadura y que, en este momento, encarnan los lobbies
financieros preeminentes en el país. Sin embargo, el P.S.O.E. podría, dado su
origen, entrar a saco en el asunto sin tantos remilgos, sin tantas dudas. Su
remolonería ante la situación solamente puede deberse a su conformismo
electoral o, posiblemente, a la degradación conceptual de su ideario de
izquierdas.
Desgraciadamente este es un país en
el que existe un fiscal de guarda dispuesto a perseguir a cantantes, actores,
titiriteros o cualquier manifestante o manifestación de libertad de opinión que
no case con la que demandan sus amos. Pero resulta curioso que no haya ninguno
dispuesto a perseguir tanto símbolo fascista, tanta exaltación de la dictadura
criminal que se expresan sin ningún tipo de tapujos ante la opinión pública.
¿Se imaginan al partido nazi poniendo demandas a todo aquel que se exprese en
términos de repulsa, condena, desaprobación o, incluso, hilaridad sobre Hitler?
Pues, en este momento, en este país puedes ir a la cárcel por manifestar todos
esos adjetivos contra el dictador franquista ya que existen plataforma o
asociaciones, ¡¡¡¡¡totalmente legales!!!!!, que se dedican a exaltar la figura
del susodicho. Nadie las ha ilegalizado, nadie ha hecho nada e, incluso,
reciben subvenciones públicas. España: tierra de conejos.
Desde todos los poderes públicos, incluida la Justicia,
en este caso tuerta que no ciega, se ha ayudado a mantener el entramado
político-social de la dictadura en plena democracia, y a sus integrantes,
humillando por segunda vez a las víctimas de aquella y las que, por su postura
crítica, alzan la voz ahora. Es necesario que se desmitifique la llamada
“Transición” y se coloque cada cosa en el sitio que le corresponde, aunque sea
la cárcel.
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