No son tan pocos como
parecen y enfrentan al sol que los alumbra y seca sus placentas del infierno
criminal que los engendra. Unos, pocos, elevan el brazo insultante de
vanagloria fusilera, vacíos de fondo y patanes en forma. Pero…otros, la inmensa
mayoría, agachan la cabeza sumisa, enclavan el oído crítico e inmovilizan su
voz asustada.
Su acción queda recortada en la silueta
vodevil de la fanfarria, persiguiendo el pasado de las sombras, consiguiendo la
nada, justificando con el silencio su agresión a la ética de la historia. Nada
parece tener sentido en este estado lamentable de las cosas. No se intuye su
fin ni, siquiera, la hoz segara de cuajo tanto brazo erectado, alimentado por
la sangre derramada que recorre la canal de tanto cuerpo fusilado y enterrado.
Graznidos
recurrentes de cuervas negras anunciando el infortunio advertido profanan el
recuerdo proscrito de las víctimas. Soflama granítica de penurias pasadas y
peligros futuros que vocifera, como animal emponzoñado, amenazas coercitivas, impulsos
criminales y acciones delictivas. La podredumbre, cual carroña seca y
amortajada, se recorta tras la sombra de una transgresión consentida y
permitida por un poder cautivo en la memoria. Ya tienen, otra vez, sed de
sangre y exhiben sus colmillos raídos por los años en señal de su otrora
felonía.
Alimañas
reprimidas en el redil, siempre frágil, de una democracia cosida con las manos
del verdugo y con el hilván ensangrentado de tanto fusilado. Heredad tramposa,
estafa y autoengaño que ha desembocado en tanto desencanto. Vuelven a llorar
las trece rosas en los arbustos de tanto muro, pared o tapia en donde fueron
alineadas y posteriormente ejecutadas. Nadie hace nada para volar por los aires
tanta provocación y ofensa. La libertad se encuentra amenazada y las gargantas
se secan ante la demostración ilegal de furia y bilis que supura, a risotadas,
toda esta jauría de hienas desatadas.
Larga tristeza nos aguarda
si no arrancamos de cuajo la hiel que anida en la guarida que, cuelgamuros,
serpentea cual babosa intentando cercenar la libertad que nos cobija de tanto
criminal disfrazado de beata.
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