jueves, 19 de julio de 2018

DE DONDE SURGE EL INFIERNO

           No son tan pocos como parecen y enfrentan al sol que los alumbra y seca sus placentas del infierno criminal que los engendra. Unos, pocos, elevan el brazo insultante de vanagloria fusilera, vacíos de fondo y patanes en forma. Pero…otros, la inmensa mayoría, agachan la cabeza sumisa, enclavan el oído crítico e inmovilizan su voz asustada.

 Su acción queda recortada en la silueta vodevil de la fanfarria, persiguiendo el pasado de las sombras, consiguiendo la nada, justificando con el silencio su agresión a la ética de la historia. Nada parece tener sentido en este estado lamentable de las cosas. No se intuye su fin ni, siquiera, la hoz segara de cuajo tanto brazo erectado, alimentado por la sangre derramada que recorre la canal de tanto cuerpo fusilado y enterrado.

Graznidos recurrentes de cuervas negras anunciando el infortunio advertido profanan el recuerdo proscrito de las víctimas. Soflama granítica de penurias pasadas y peligros futuros que vocifera, como animal emponzoñado, amenazas coercitivas, impulsos criminales y acciones delictivas. La podredumbre, cual carroña seca y amortajada, se recorta tras la sombra de una transgresión consentida y permitida por un poder cautivo en la memoria. Ya tienen, otra vez, sed de sangre y exhiben sus colmillos raídos por los años en señal de su otrora felonía.

Alimañas reprimidas en el redil, siempre frágil, de una democracia cosida con las manos del verdugo y con el hilván ensangrentado de tanto fusilado. Heredad tramposa, estafa y autoengaño que ha desembocado en tanto desencanto. Vuelven a llorar las trece rosas en los arbustos de tanto muro, pared o tapia en donde fueron alineadas y posteriormente ejecutadas. Nadie hace nada para volar por los aires tanta provocación y ofensa. La libertad se encuentra amenazada y las gargantas se secan ante la demostración ilegal de furia y bilis que supura, a risotadas, toda esta jauría de hienas desatadas.

            Larga tristeza nos aguarda si no arrancamos de cuajo la hiel que anida en la guarida que, cuelgamuros, serpentea cual babosa intentando cercenar la libertad que nos cobija de tanto criminal disfrazado de beata. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario