Es lógico el
resultado. Que haya solamente un 21% de ciudadanos castellanos y leoneses que
aprueben la gestión realizada hasta la fecha por el nuevo gobierno socialista
por un tercio que tiene una visión negativa de la misma, no es más que la
constatación del grado de hegemonía en la que se asienta la sociedad castellano
y leonesa de entre el resto de comunidades autónomas del país. Una hegemonía
cimentada desde la primera victoria del Partido Popular en esta comunidad hace
ya treinta años. Un periodo marcado por un constante crecimiento que ha servido
como ejemplo al resto del mundo. Con pleno empleo en todos sus sectores y una
inmaculada hoja de servicios en cuanto a corrupción.
Las políticas llevadas a cabo por el
Partido Popular en la comunidad durante este lapso de tiempo han conjugado en
futuro el nivel de vida de sus habitantes. Un territorio volcado en el
desarrollo industrial de última generación ha dado lugar a que sus ciudadanos
gocen de una de las rentas per cápita más altas del país, dibujando de paso una
sociedad libre, moderna, preocupada por el medio ambiente y su bienestar
cultural. Este hecho ha sido posible gracias a que sus mejores cerebros han
encontrado un caldo de cultivo adecuado a su capacidad sin tener que emigrar a
otros lares e, incluso, se ha sabido importar a los mejores cerebros de otras
regiones ante la múltiple oferta de oportunidades que esta tierra siempre ha
brindado frente a la emigración estructural subyacente en el resto del país.
Un sector primario moderno, cuajado
de jóvenes emprendedores, ha sido capaz de poner en tela de juicio los usos
atávicos de sus mayores adecuando sus necesidades a las nuevas condiciones
marcadas por el cambio climático y racionalizando recursos hídricos concibiendo
el resurgir de una nueva gama de cultivos más acordes con las características
del clima seco de esta tierra, haciendo desaparecer la necesidad de
construcción de nuevos embalses, recurso simplista de un tiempo pasado que los
políticos del siglo XXI que gobiernan en esta tierra han desterrado por
completo. Un sistema agro-ganadero moderno que ha hecho posible que las
ciudades se descongestionen ante la falta de inmigración urbana por la fijación
de población en el mundo rural autonómico dado su nivel económico y de
posibilidades habitacionales.
Nuestros pueblos y ciudades crecen
al ritmo acompasado de nuestro auge económico. No existe, a diferencia del
resto del país, riesgo de despoblación y el balance vegetativo continúa
permanentemente en positivo y de forma paralela a un progreso que se antoja
infinito. La pirámide demográfica de esta comunidad ha sido declarada por las
Naciones Unidas la nueva pirámide de Keops ante la perfección que se dibuja en
su contorno al parametrizar los estratos por edades y propuesta, con todo
merecimiento, para su declaración como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Los ciudadanos castellanos y leoneses son conscientes de los privilegios
otorgados por esta forma de hacer la nueva política y la envidia que originan
en el resto de comunidades. Educación, sanidad, cultura, empleo, en decir, el
estado del bienestar, son hoy, en esta comunidad, un ejemplo de funcionamiento
que hace esbozar, sin miedo a ruborizarse, un oasis en medio de tanta crisis y
miedo al futuro.
Es en este contexto en el que hay que incardinar los
resultados de la encuesta publicada por la Opinión de Zamora, no hay que
olvidar que es la provincia que, dentro de la comunidad, lidera el estado del
bienestar regional, y poner en la valía que merece la valoración de los líderes
nacionales. Dada la superioridad moral y económica de esta comunidad es lógico
que el paso siguiente sea el cambio a la representación del poder económico
mundial en este país: Ciudadanos y su líder Albert Rivera. De esta forma
pasaremos a formar parte, por derecho propio, en la historia futura del Ibex 35
y el Club Bilderberg. Un paso que lanzará a esta comunidad no al siglo XXI sino
al siglo XXV, siendo la cabeza visible de un nuevo orden mundial. Unos
alienígenas entre mediocres terrícolas.
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