lunes, 15 de enero de 2018

LA INTRASCENDENCIA CÓSMICA DE LOS COMINOS

                Otra vez. De nuevo otra ostia en la cara. Y así siempre. Nos vuelven a pisotear en la certeza de que no levantaremos la voz o, al menos, tendrán la convicción de que parte de ese rebaño de borregos castrados, uniformes votantes de un concepto democrático larvado en el oscuro océano represor, justificarán la medida juntando las filas de su barbarie manipuladora. Así ha sido siempre, M. Felton, y así será mientras esa grey amputada socialmente, que ha sido absorbida, engañada, como si le hubieran colocado una preferente especulativa en su entramado neuronal, no vislumbre definitivamente su verdadero lugar en el bastidor social de este país, de esta comunidad, de esta provincia…de esta ciudad. Quizás, cuando identifique a los verdaderos culpables, a los verdaderos trileros de sus consecuencias, dará un giro y exigirá.

            Créame cuando le digo que esta democracia formal, en la que pueden sobrevivir especímenes nefastos, prototipos experimentales de servilismo continuo y arquetipos de incapacidad para el mandato sin, es una pena, obsolescencia programada, es una puta mierda. Pero no una mierda corriente, sino una gran puta mierda. Manipulada, manoseada, corrompida, viciada y dañada continuamente en su devenir, nos hemos acostumbrado a tal grado de fetidez política que no somos capaces de distinguir entre el bien y el mal, dando por hecho que este mecanismo autómata, desnudo, descarnado, es la verdadera realidad. Nos dejamos engañar demasiadas veces y demasiado fácil dando pábulo a verdades a medias, a informaciones tergiversadas por los mamporreros de turno sin ser capaces por nosotros mismos de reflexionar, de razonar, de escapar de su lavado de cerebro, cayendo en la trampa de su puesta en escena. Una y otra vez, como retrasados mentales incapaces de decir no.

            Vivimos en un auto sacramental perpetuo. Usted ya conoce, por sus años vividos aquí y por mis misivas, como nos manejamos. Caudillismo secular, red de favores, oligarcas pueblerinos que impiden el progreso para no perder la posición. Es esta sordidez la que construye esta falsa realidad, la que hace creer a la población más proclive que su desarrollo depende de su magnanimidad. Les atiborran de préstamos, hipotecas, como si fueran pastillas para la tos, inoculándoles el virus de la clase media. Ya tienes coche, ya tienes casa, ya eres clase media…ya eres mío, patán. Tu cárcel es mi programa electoral, tu prisión es mi promesa, tu ejecución es mi éxito. Y, ¿qué hacer? ¿Desertar y pasarse al enemigo aceptando el matrix de su propuesta? ¿Rendirse para que de esta forma, por eso le digo, M. Felton, que esta democracia es una puta mierda regida por mierdas aún más grandes, nos llegue el bienestar o lo que nos pertenecería si esta máquina funcionara de forma objetiva? Como la Numancia sitiada por los romanos, aquí parece que el trato es el mismo. Socavar los cimientos, engañar a la población para que asuma dócilmente que la culpa la tiene su supuesta traición al votar su enemigo. Nos dejarán morir de hambre, no se asombre, para proclamar su triunfo. Un triunfo sobre la nada muerta pero que a ellos les basta. Saben reinar sobre los muertos.

            Tengo una baldosa vestida de azul… Sí ya sé, he cambiado la letra, pero princesa, baldosa, ruina, acaso, no es lo mismo, la misma canción de siempre en esta tierra absurda que todavía cree caminar hacia adelante, que todavía cree que si no camina hacia adelante la culpa no es de quienes les llevan engañando décadas sino de quienes les han quitado la venda de los ojos. Acepte, M. Felton, la sorna, la burla hacia los ciegos de razón, pero creo que, en esta caso, la venda tenía un 1,5% más de longitud. El mismo porcentaje que el año pasado y el mismo porcentaje de voluntad, de resistencia que manifestaremos, que opondremos en un futuro para colocar a esos profetas del ocaso en el aparcamiento de su insignificancia. 

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