En un fin de semana
ahíto de secesionismo convulso y unitarismo crispado, las dos caras de una
moneda más falsa que un trolex de mercadillo tailandés, algunos han querido
aprovechar la oportunidad para distraer ciertos documentos relacionados con las
tramas de corrupción del Partido Popular y enviarlos al limbo del no ser, o del
no existir, como ocurrió con los miles de millones del rescate a los bancos que
miembros del mismo partido juraron y perjuraron que íbamos a recuperar.
Noticia, que inmersa en la realidad más inmediata, ha pasado desapercibida como
si el escenario hubiera sido pactado entre unos y otros de antemano.
Es el Partido Popular un ente
bastante particular. Acosado por una corrupción a gran escala que es ignorada
por su ciega base militante y rechazada con los más absurdos juicios por su
entramado político implicado y más propia de sociedades civiles mafiosas, que
ha desvalijado el erario público en paralelo con el desvío de fondos a los
grandes poderes financieros y empresariales en apuros, se le van muriendo los
imputados, se le van borrando los discos duros, van dimitiendo los jueces de
los casos, o cesando, o cambiando de destino, y, ahora, se le van quemando los
documentos relacionados con los casos en proceso.
Que el hecho podría haber sido
fortuito, vale. El “ingenio” de luz y cristal del arquitecto Alfredo Batuecas,
200 millones lo contemplan, por dinero que no sea, fue bautizado como “chapuzas
city” desde su inauguración. Mucha
suerte dirán algunos pero olvidan que al Gran Fabra de Castellón le tocó varias
veces la lotería, tantas veces como obras públicas se hicieron y que dieron,
gracias al destino, con sus huesos en la cárcel. Pero que no estuvieran
forzadas las cerraduras y que las alarmas no saltaran, que fueran inaudibles o
que solamente salten en días laborables como parece ser que es la norma, da que
pensar, pero pensar mucho. Si anda como un pato, nada como un pato y dice cua,
cua, es un pato.
Ni la “rave” secesionista, ni el “after hours”
patriótico, ni la victoria de Nadal, ni la despedida de Contador. Me temo que
la gran noticia, aunque nos la hayan intentado camuflar entre tanto arbolito
florido de fin de semana, será esta en cuanto se haga recuento de los papeles
perdidos en el incendio. Solamente una pregunta final: ¿el hecho de que el
ministro de justicia, Catalá, amenace con denunciar al hacker que ha
descubierto que el sistema Lexnet es vulnerable a piratas informáticos, en
lugar de darles las gracias, sugiere que dicha vulnerabilidad, supuestamente,
formaba parte del que iba a ser el próximo capítulo de pérdidas, y no de orina,
relacionadas con las tramas de corrupción? ¿O eran otros 7 millones de euros
tirados a la basura a mayor gloria de un proveedor? ¿O la gloria viene ahora
con los 60 que parece que va a costar arreglarlo? Cualquier día de estos me
secesiono yo también.
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