jueves, 11 de mayo de 2017

SOCIALISMO "HAUTE COUTURE"

                 Parece ser que la salvación del hombre en general, de acuerdo con la mitología católica, y la del socialismo español en particular, según la mitología socialdemócrata, ha dependido, en gran medida, de la llegada de un mesías, de un líder que ejerciera de gran timonel. La diferencia estriba en que entre la llegada del primero, el católico y la llegada del segundo, el socialista, ha habido dos mil años de diferencia, aunque es justo reconocer una gran similitud: a los primeros de nada les ha servido dado el marasmo conceptual en el que se encuentran  y a los segundos de nada les valdrá, me temo, dada la falta de densidad y texto en un mensaje vaciado de los ideales que hicieron surgir esta forma de entender la política y la sociedad y viciado de liberalismo y capitalismo que ha gangrenado definitivamente su dialéctica.

            La nueva mesías del socialismo español, versión low cost, Susana Díaz, ha presentado su candidatura a liderar el PSOE, partido que ha suplantado el Consejo Federal por los Consejos de Administración, apostando en escena lo más arquetípico y añejo de los fastos congresuales, disponiendo a su alrededor una asamblea polifónica de adulación y adoración, arropándose en referentes de un socialismo caduco y demodé que no son, precisamente, un gran trampolín para definir el futuro del partido socialista, un futuro más que dudoso, por otra parte. La banda de los cuatro ubicada frente a la tribuna, aplaudiendo acompasadamente como hacían aquellos adustos jerarcas soviéticos desde la tribuna de autoridades en el desfile de la revolución, representa de forma clara y contundente sobre que bases se sustenta el discurso de la candidata: la nomenclatura intocable, la jerarquía socialista elitista, el desapego con los militantes y el electorado potencial. Una casta que simbolizó, consejos de administración mediante, el triunfo del dinero sobre lo social, las grandes reconversiones industriales, la primera huelga general, la preponderancia del sistema financiero como fuente de riqueza en lugar del sistema productivo real, etc, de los años ochenta y principios de los noventa.

            El evento excursionista de bocata con mortadela soslayó cual es el lugar que le corresponde a un partido supuestamente de izquierdas en un país todavía repleto de tics autoritarios en su estructura. Parece ser que el triunfo es el único objetivo pero luego, ¿qué? Evitar ese debate supone poner en entredicho el estado del bienestar y dejar desprotegidas a amplias capas de la población y en manos, no lo olvidemos, de un sistema productivo basado en el capital y que, por esa misma razón, solamente concibe al trabajador como mano de obra barata y carente de derechos laborales, o sea, la antítesis de lo que se supone que es el socialismo. Deberíamos no olvidar el listado de “virtudes” con el que la nueva postulante del socialismo español se presenta: golpe político en contra del secretario general del partido elegido democráticamente alentada por la vieja y vetusta, guardia, gobernar en la Comunidad de Andalucía con el apoyo de Ciudadanos, representante de la nueva, en formato, derecha, pero derecha al fin y al cabo, estar a favor, en consonancia, con poner en manos del Partido Popular el gobierno de la nación, representante de las políticas más nocivas para la ciudadanía, tanto económicas como sociales en lugar de pactar con el resto de partidos de izquierda, y así un largo y pedregoso camino de probidades. Mesiánica y autoritaria con perfil floricaturesco de abril, representa ese socialismo de salón “haute couture” que, parece ser, no importa a sus feligreses, independientemente del calado de su ideario y su formulación práctica. Aunque, ¿lo conocen?

            El paradigma conceptual y político de Susana Díaz bien podría ser como el falso curriculum de la susanista Estela Goicoechea, Directora del Observatorio de la Salud de Cantabria y oradora telonera en los fastos de proclamación de aquella: su falso e inflado testamento de capacidades para el desempeño de la política, ya que en una empresa privada no hubiera colado, simplemente le hubieran pedido el título, que parece ser que no tenía, no es más que el arquetipo del socialismo de la candidata: falsario, mendaz, intrigante, palaciego, todo lo contrario de lo que representó el fundador del partido, Pablo Iglesias, y alejado de la capa social a la que, en teoría, debiera representar.

            Parafraseando a la inimitable folclórica Lola Flores,…aunque bien podría parecerse…bueno, dejémoslo que nos enfangamos: susanistas españoles uníos, pero luego, si queréis al partido, irse. ¡Vaya PSOEZ!

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