lunes, 3 de abril de 2017

LA JUSTICIA Y EL TRILERO FISCAL

               Pues, por esa regla de tres, impedir o no cumplir con  lo dispuesto en la Ley de la Memoria Histórica debería ser considerado como enaltecimiento del franquismo, con sus ejecuciones, campos de concentración, trabajos forzados, etc, etc, etc, circunstancia ésta que debería estar penada en igualdad de condena con la del enaltecimiento del terrorismo, salvo que la vara de medir de la justicia esté desdoblada en dos: una para los hijos y nietos de los vencedores y otra para el resto de la población. Una suerte de justicia tuerta, que no ciega, con una balanza trucada en la cual siempre se pesa de menos la libertad, en este caso la de expresión, pero de más el castigo para el débil.

            Este país todavía no ha somatizado bien la dictadura que, de forma parasitaria, pervive incrustada en la estructura social de ciertas capas de la población y en ciertos comportamientos políticos y judiciales con tufillo a Nodo. Sin quedarse ciegos, como proclamaba desde el púlpito la Santa Madre Iglesia, los profesionales del Derecho de confesionario tienden, tal y como han aprendido de sus mayores, a una masturbatoria inclinación hacia la represión, hacia el castigo, hacia todo lo que no concuerde con el orden, el decoro y el buen comportamiento del rancio abolengo, creyendo, en su agónica defensa del puritanismo con olor a incienso, que la libertad de expresión del siglo XXI en un país democrático puede ser la misma que existía, y parece ser que existe, dura realidad, en una dictadura amoral y criminal con unos valores cimentados en un golpe de estado bajo palio.

            Estos jueces y fiscales, guardianes de un legado trufado de autoritarismo, hacen un flaco favor al progreso y futuro de un país con una gran parte de la población, es una pena, dedicada al onanismo social del silencio, de la sospecha, de la miseria social de la delación del otro ( caso titiriteros)… Esta hemofilia social y judicial, elabora un pensamiento carente de objetividad, de la necesaria flexibilidad que cabría esperar de quién lleva a efecto la doctrina legal, razonando la realidad desde un punto de vista doctrinario, dogmático, sin reparar en el efecto a largo plazo que pueden suponer sus conclusiones. Arruinar la vida y el futuro de cualquier persona por un chiste, de mal gusto, puede ser, no guarda equidad con el supuesto delito. Porque es ahí donde está el quid de la cuestión, ya que calificar de enaltecimiento de terrorismo su comentario no deja de causar perplejidad, cuando esta persona carece de antecedentes que la relacionen con cualquier grupo de esa índole ni su vida hasta este momento parece ser que haya tenido una actividad “terrorista”.

            El fiscal, y la Audiencia, confunden el chiste en sí con lo que causó aquello que luego, posteriormente, pudo ser utilizado de forma irónica. ¿Alguien se ha molestado en preguntar a esta persona si está a favor de cualquier acto terrorista? ¿Si valora más la libertad de expresión que la imposición por la violencia? Por otra parte, chistes y comentarios de bar que hemos oído un sinfín de veces y que han circulado desde siempre en la tradición oral de este país desde la transición. La llamada Ley Mordaza está siendo un traje a medida de la derecha para anular, cercenar la libertad de expresión de este país, salvo cuando el señor Rafael Hernando, portavoz del Partido Popular, se permite ironizar sobre los muertos de la guerra civil del bando republicano y sus familiares. Para eso no hay un fiscal a mano, curiosamente, o el señor portavoz no tiene quien le instruya.

            Desde la Transición, el camino, en cuanto a libertades, ha sido descendente, hasta convertirse en una trocha apenas visible. Resulta apestoso y vomitivo recordar la participación del Presidente del Gobierno, señor Rajoy, en la manifestación de Paris después de los atentados contra la revista Charlie Hebdo en contra del terrorismo y en favor de la libertad de expresión. Queda muy bien para la foto ir a defender dicha libertad cuando se mira para otro lado en tu país. Por cierto, según estoy conformando esta entrada, leo en Público la siguiente noticia: Interior niega que sean delito las amenazas contra la víctima vasca del atentado de Berlín. La amenazas en las redes son de este tipo: “que pena que no te remataron, subnormal, jódete, la próxima vez, si hay suerte, llévate a tu familia”. Parece ser que no es delito, salvo que la víctima sea Carrero Blanco.

            ¿Apostáis algo a que no sale un fiscal con cojones? ¡Miren como muevo la bolita! ¿Dónde está la bolita? ¿Aquí? ¿Por aquí? ¿Aquí no?  

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