Bueno, pues ya está
aquí la primavera. Aunque su llegada no sea más que la entrada en una nueva
fase astronómica después de terminado el crudo invierno, me gusta lo de “crudo
invierno”, denota profundad, densidad fonética, aunque nunca haya visto un
invierno al punto o bien pasado, se nota especialmente el hecho en la cantidad
de moñeces que empiezan a circular e infectar las redes sociales y presenciar
de nuevo esa habilidad intrínseca del ser humano para postularse en el más
absurdo de los ridículos romanticones. Y, ¡atención!, todos sabemos que,
realmente, la primavera no llega hasta que lo decide El Corte Inglés. Allí es
un primavera de verdad, real, la que da réditos en forma de ganancias
comerciales y no la nuestra, cada vez más llena de alergias y erupciones
cutáneas, secarrales por falta de lluvia y mosquitos como aviones.
Pero, por si esto fuera poco, hoy se
celebra el ¡¿Día Internacional de la Felicidad?! Así, como suena y a bocajarro.
Hoy, por cojones, ustedes deberán ser felices y si no lo son serán culpables de
atentado al buen comportamiento ciudadano. Ya quedan lejos el tiempo en que se
señalaba una fecha en el calendario para celebrar y dar visibilidad al compromiso
y lucha a favor de una causa justa a la que dar preponderancia mundial y poner ante
el mundo a colectivos necesitados de atención. Claro está, siempre con la
reserva del por qué de este tipo de celebraciones de un día y no dirigir la
política hacia movimientos sociales permanentes y duraderos que eliminaran la
necesidad de esta vocación celebratoria. Al fin y al cabo, si en el día a día
se consigue una sociedad más justa no había falta dar luz a lo obvio.
Por
el contrario, la mayoría de los días internacionales, o mundiales, se han
convertido en una serie de jilipolleces de alto rango a mayor gloria de unos
listillos que han conseguido comercializar su sentido original. Días
internacionales como el de la Marmota, el de las zapatillas de distinto color,
el día del orgullo zombie, el día del pensamiento scout, el día de peleas con
almohadas, y así una larga lista de memeces y estupideces más propia de
majaderos que de cerebros normales, han dado pie a la confección de un
calendario paranormal, ahí La Nave del Misterio de Iker Jiménez tiene campo de
estudio, para frikis indolentes, ¡ellos también tienen su día!, despojando de
todo su sentido y ahogando entre tanta sandez a los “supuestos días
internacionales importantes”. Y entrecomillo esto último porque habrá que
explicar cómo se puede celebrar, por ejemplo, el día internacional de la lucha
contra el cáncer ignorando que vivimos en un país que lleva años reduciendo el
presupuesto en investigación por mor de unos ajustes salvajes e injustos con el
ignominioso fin de cuadrar las cuentas que descuadraron salvajemente los privilegiados
de siempre. Y esto es solamente una muestra, pero estoy seguro que podréis
poner más.
La
felicidad es individual e intransferible. Lo que a uno le hace feliz a otro le
puede entristecer o dar igual. Por eso generalizarla en una celebración de felicidad
a secas, vacía, carente de gracia, resulta, cuanto menos, simplista. Hay que
intentar ser feliz a diario y no dejarlo, esto si que es muy español, para el
último momento: soy feliz hoy y así ya tengo cubierto el cupo para el resto del
año. Parecido al “feliz navidad” pero el próximo año que te jodan que no me voy
a acordar de ti.
Ningún
burócrata me va a decir cuando debo ser feliz y cuanto. Soy feliz hoy, o no,
quién sabe, y de verdad ¿seré peor persona por no serlo en el cumpleaños de la
felicidad? Además, hoy es lunes, ¡por dios! He madrugado, tengo sueño y queda toda
una semana por delante, ¿qué ostias tengo que celebrar? Esperen unos días y ya
les diré yo cuan feliz soy el viernes, el verdadero día feliz semanal, con una
cervecita en la mano y escuchado heavy metal.
Este
día es lo más parecido a quitarle la correa a un perro para, al momento, volvérsela
a poner: eres feliz correteando, pues te jodes, que no puedo estar pendiente de
ti todo el rato. Yo, el Gran Hacedor Político, te ordeno que seas feliz a pesar
de mis injustas medidas, disfruta, que mañana te vas a cagar de nuevo. Un sin
vivir.
Solo una cosa más. Parece
que este día está colocado por el hemisferio norte, ya que el hemisferio sur
entra en el otoño, estación en la que se puede ser feliz, ¡cómo no!, pero más
propia de la melancolía y el sosiego. ¿No será otra muestra del imperialismo
sensiblero del primer mundo? (Risas). ¡Si es que la felicidad es contingente,
pero Bután es necesario!
Y que hay del día de la triada inefable!
ResponderEliminarPuro gozo. ¡Una y trina!
Eliminar