Pues
otro año más en el que no me he convertido en un superhéroe. Y eso que he
probado todas las colonias y perfumes publicitados. Nada de volar sobre las
olas agarrado a unas anillas ancladas en la inmensidad del cielo como un nuevo
Spiderman capaz de vencer a los villanos con mi fragancia más masculina. Nada
de deslizarme por el polvo níveo de las montañas más altas y salvajes como un
nuevo Silver Surfer preparado para someter a los infames con mi perfume más
fresco. Nada de pilotar mi nave hasta las guaridas de los despreciables sin que
nada se interponga en mi camino como el nuevo Batman que somete a los indignos
que pululan por la oscuridad de nuestras vidas. Pero, sobre todo, he sido
incapaz de enajenarme con la nueva fragancia para cuerpos musculosos, atléticos
y robustos y he atravesado las paredes con la cabeza como si Hulk, o un imbécil
cualquiera, se hubiera reinventado y convertido en un Adonis griego. Y,
finalmente, no he ganado la copa con mi olor a hombretón deportista ni he
provocado, por eso mismo, la caída de bragas más acojonánte de la historia de
la humanidad con la promesa de sexo infinito. En definitiva, que soy una puta
pena de superhéroe. Creo que si chasqueo los dedos, en lugar de caerme en los
brazos de una delicada y libidinosa mujer, me caigo de la cama. En cualquier
caso, lo intentaré el año que viene, pero esta vez, como Obelix, mezclaré todas
las fragancias en una marmita y me bañaré en ella, a ver si así lo consigo o,
por el contrario, muero por inhalación tóxica.
Y también, como cualquier año,
incluso los bisiestos, nuestra propensión a considerarnos clase media hace que
pasemos por alto el atraco a mano armada que cada año perpetra el gobierno disfrazado
de Reyes Magos. Una subidita de la luz por aquí, un copago por allá, un rescate
de autopistas y bancos por acullá. Pero como estamos saliendo de la crisis, falso
concepto similar a las colonias de superhéroes, seguimos ignorando el verdadero
calado de las medidas que se adoptan sumergidos en la burbuja navideña y que
más tarde nos estalla en la cara y con las manos atadas a la espalda. Resulta
curioso ver la última encuesta de CIS y la intención de voto que revela. Y,
todavía, resulta más curioso, cuando no patético, las protestas de los
pensionistas por la paupérrima subida de las pensiones del 0,25%, cuando son
ellos uno de los nichos de votantes más fieles al partido que los ejecuta. Debe
ser amor al maso. Pérdida de poder adquisitivo continua como duradero es el
tropiezo en la misma piedra de un país anclado en la picaresca y en el sálvese
quien pueda, cuyos dirigentes, en la mayoría de los casos escasos de bagaje
intelectual, bien podrían ser los salvamatanzas del verano o los
salvamantecados del invierno social, saqueando la despensa de los abuelos sin
ningún tipo de rubor.
Así que, como no me ha salido bien
lo de convertirme en el héroe multifragancias, me acomodaré al día de la
marmota en la que vive este país y, como tareas para este año que empieza, me
propongo dejar de fumar, aprender inglés, hacer ejercicio, ponerme a dieta,
etc. Aunque debéis saber que no soy un ángel, que unos días estaré y otros no,
que unos días me amaréis y otros me odiaréis, que soy un macarra y hago lo que
quiero y tú lo aguantas porque para eso me pongo mi colonia de machote cuando
escribo, porque yo soy Chloe, jajaja. ¡Joder!, otra vez abducido por el lado
oscuro de la fragancia. Si es que donde esté una Varón Dandy.
Por cierto, ¿para qué te lo
preguntas, Maíllo de nuestros desvelos? Pues claro: a Perejil. Si no sabía
inglés estando de embajador en Reino Unido, tampoco hace falta que sepa hablar
con las cabras y nos hará el mismo servicio.
¡Viva Honduras!
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