“Me gusta cuando callas porque
estás como ausente”. Estos versos de Neruda, algunas veces malinterpretados por
ciertos talibanes de la corrección política y de las buenas costumbres, bien se
podrían aplicar a ciertos personajes que pululan por la política española y,
más concretamente, en el doméstico devenir político de esta ciudad, Zamora, al
oeste del oeste, simbolizado en la cabeza visible, a veces, de la oposición
municipal. La viajera del Chester provincial, vintage donde los haya, el
Chester digo, no la viajera, no termina de ubicar su habitual hacer ante la
variedad de frentes, políticos y laborales, que parece ser tiene abiertos.
Para ejercer mínimamente las labores
de oposición en política hay que tener bien claro que aspectos de la vida
municipal son susceptibles de controversia y no enlodar a la ciudadanía en
asuntos de patio de vecinos que no interesan a nadie o que no aportan nada al
acontecer ciudadano. A pesar de su distancia, física y mental, de sus
obligaciones municipales, doña Clara, así se llama, pretende dar lustre a su
cargo sacando de la chistera mágica cuestiones inverosímiles que no disipan la
sensación instalada en los ciudadanos de desapego que tiene con esta ciudad. Esta
falta de seguimiento diario de la política municipal o, en su defecto, el
deterioro de la información que le surten
los paladines de su grupo municipal, hace que, para la susodicha,
escupir hacia arriba sea la forma más estúpida de bañarse.
El último conejo extraído del
sombrero fue la acusación al Alcalde de Zamora de utilizar el Ayuntamiento como
sede de Izquierda Unida, partido al que pertenece y con el que concurrió a las
elecciones. ¡Nada ni nadie había reparado en esta gran afrenta a la praxis
política que tanto disgusto le ha supuesto a doña Clara! En estos poco más de
cien días al frente del Ayuntamiento, ni los más sagaces detectives han podido
inferir que los militantes de I.U. hayan hecho mudanza de sus enseres de la
sede del partido a la Casa de las Panaderas. Que se sepa, ningún periodista
avezado en periodismo de investigación, tan de moda en la actualidad, ha
detectado o ha conseguido imágenes que confirmen que en sus dependencias se
hayan producido ruedas de prensa, comités locales o provinciales o mítines del
partido. Pero a doña Clara le parece que sí.
Pero curiosamente, al mismo tiempo
que doña Clara vertía estas acusaciones, que salían publicadas en el periódico
local, en el mismo y varias páginas más adelante, salía publicada la noticia de
la presentación mitinera, repleta de pompa y circunstancia, de los logros del
gobierno del partido al que pertenece doña Clara, el Partido Popular, por parte
de la señora Vicepresidenta del Gobierno, en el vestíbulo principal del
Congreso de los Diputados, casa de todos los españoles, como punto de arranque
a la carrera electoral de la nueva legislatura. ¿Acaso no piensa doña Clara que
su partido está haciendo lo mismo apropiándose del Congreso? Y si no es así,
¿por qué acusa a I.U. en esta ciudad? ¿Cuál es la diferencia? ¿Haber perdido el
municipio? Por favor, doña Clara, sin acritud, no fastidie, no sea tan
intensamente simple.
El Chester viajero produce
vértigos. Como las líneas regulares acumula hijuelas en un escandaloso frenesí.
Zamora, Valladolid y… ¿el Senado? ¡Qué tendrá Madrid que tanto seduce! Dice la
letra de una canción de Asfalto de hace ya muchos años: “vueltas y más vueltas
da el síndrome de la espiral, aunque cambies de dirección solo por el este sale
el sol”, pues eso mismo, puerta giratoria tan de moda en política, que con los
hilos invisibles mueve a sus particulares polichinelas.
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