Los
sucesos en el barrio burgalés de Gamonal están poniendo de manifiesto la
reiterada y, a veces, grotesca criminalización de cualquier protesta ciudadana
ante los hechos consumados de los políticos de turno. Las continuas
manifestaciones de los altos cargos del partido popular y de sus voceros en los
medios afines, serviles de sus amos, intentando definir la notable actuación de
un colectivo vecinal en una reducción a “atentados violentos”, solamente
refleja la obsesiva y sicótica inclinación de dicho partido a asimilar
cualquier protesta social en contra de sus intereses, espurios la mayoría de
las veces, por no decir todas, con las actuaciones de grupos terroristas y sus
atentados. Objetivo que lleva consigo el poner en contra de una acción simple y
democrática, de carácter legal, a una sociedad que sufrió en sus carnes la
salvajada terrorista de ETA.
La
nueva Ley de Seguridad Ciudadana malparida por las mentes represivas de los
titulares del Ministerio de Interior, mentes legales: sí, pero dañinas para la
convivencia democrática de cualquier país que no sea una república bananera o,
en este caso, un reino bananero, únicamente tiene la misión de contentar a las
gentes bienpensantes, sumisas, sin ideas ni opiniones, clasificadas así bajo la
decimonónica estratificación social que aún impera en el siglo XXI en el
ideario del partido (im)popular. Ciudadanos vulgares que justifican la represión
policial por una más que discutible tranquilidad. Tranquilidad que no es más
que una mordaza, falta de libertad de expresión y manifestación y un precio
demasiado caro ante la consecuente anulación de cualquier atisbo de progreso
social.
Sin
embargo, el estallido de las gentes de Gamonal es todo lo contrario, es la
intranquilidad del simple ciudadano ante la falta de escrúpulos de unos
políticos nefastos a los que les importa un bledo el bienestar de sus
conciudadanos, despilfarrando el dinero público mientras se exigen
sacrificios a los que, en teoría,
deberían defender. Ejemplo que podríamos extrapolar a cualquier rincón de esta
España en descomposición, empezando por un gobierno manifiestamente cómplice.
La
realidad de todo lo que está sucediendo en Gamonal es bien clara: el miedo de
los políticos a un levantamiento ciudadano general ante la piratería, tanto
política, económica y social, en la que ha sumido el mandato de la población en
las últimas elecciones generales y el estado de excepción y represión en el que
se ampara.
P.D.: En Zamora, esta
ciudad a la que quiero pero me mata, también nos hicieron un bulevar, perdón,
un asfaltado nuevo, en el que desaparecieron numerosas plazas de aparcamiento,
precisamente al lado de un parking subterráneo deficitario. Poca protesta, aquí
llevamos la marca España bien visible, como la llevan los bovinos grabada a
fuego. La tranquilidad de la que hablábamos antes, la que será definitiva por
inanición social.
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