miércoles, 13 de marzo de 2013

NOS CONDENAN AL INFIERNO PORQUE SIMULAMOS Y PROCREAMOS EN DIFERIDO


Dentro de la habitual avalancha de noticias, a cada cual más siniestra, sobre el estado financiero del país y sus habitantes y las habituales manifestaciones de nuestros políticos, a cada cual más indignante, se cuelan por la lateralidad del grueso noticiable declaraciones realizadas por personas a las que se supone un mínimo de cultura y razón científica, que hacen que uno sienta vergüenza ajena. Si la reacción inmediata sobre las primeras es normalmente la cólera rayana en la violencia, las segundas, a las que nos vamos a referir, producen estupor y la duda sobre si algunos miembros de la raza humana evolucionan favorablemente o, al contrario, ha entrado ya en la curva descendente hacía la idiotez permanente. Se necesita tranquilidad y poso para poder enfrentarse a ellas, aunque pase el tiempo y queden lejanas. Pero, sin duda, es necesario comentarlas, sobre todo para que sepamos de verdad lo terrorífico que es contemplar en que manos está el gobierno de la nación.
Sin tener relación ninguna con el cargo que representa, el señor Fernández Díaz, ministro del Interior, se ha descolgado con unas declaraciones más propias de siglos pasados que del tiempo que le ha tocado vivir: “si nos oponemos al matrimonio del mismo sexo, no podemos usar argumentos confesionales. Existen argumentos racionales que dicen que este tipo de matrimonios no deben tener la misma protección por parte de los poderes públicos que el matrimonio natural. La pervivencia de la especie, por ejemplo, no estaría garantizada”. Así de rancio, casposo y beato nos ha salido el tipo que está al frente de la policía. Miedo da. Y como todo tonto tiene quien le baile al agua, no tardó la conferencia episcopal en aprovechar dichas manifestaciones para tratar de sacar partido y exponer su pertinaz oposición al matrimonio homosexual, con idéntico mensaje: la pervivencia de la especie.
Ante tanta demagogia confesional, es preciso tomar postura y negar dichos pseudoargumentos por el bien de la razón. Es curioso como declara que no se pueden utilizar razonamientos confesionales en la disputa, pero a continuación iguala el matrimonio católico al matrimonio natural, transmutando a Dios en naturaleza. Sin embargo, el señor ministro se olvida de lo más elemental: la religión católica nació hace dos mil años y el homo sapiens hace más de cincuenta mil años. Es evidente que cualquier tipo de contrato afectivo entre dos personas, da igual el sexo, anterior al catolicismo, es el verdaderamente natural, siendo el matrimonio católico un artificio religioso exclusivamente suyo. Salvo que el señor Fernández Díaz sea seguidor del creacionismo y está convencido que el mundo nació con Adán y Eva y todo lo anterior es historia creada por científicos masones.
Pero si está convencido de que lo natural es el matrimonio católico, debería explicarnos porque la iglesia católica, a la cual sin duda pertenece, aborrece el acto sexual per se, cuando, precisamente, eso es lo más natural y lo que hace aumentar la especie. Solamente alguien con una educación sesgada, orientada y manipulada desde sus inicios, obviaría que no hace falta estar casado para tener hijos y que sería muy triste que parte de la humanidad contrajera nupcias con ese fin. Algo que parecen aceptar de buen grado en su facción política, que sumado al papel tradicional de la mujer en la sociedad, glosan su ideario político en relación con la igualdad entre hombres y mujeres y la superación de los roles tradicionales dibujados históricamente. Precisamente la historia que ha regulado su confesión religiosa a través de la educación de sus seguidores, algo que llega hasta nuestros días.
Igualmente, ¿cuál es el papel que otorgan el ministro y la iglesia a los miembros de la especia humana que son estériles? ¿Se opone a su matrimonio? En este último caso ¿les es indiferente si es hombre y mujer, hombre y hombre o mujer y mujer, ante su falta de procreación? No han aclarado estos extremos, supongo que porque para esto hace falta pensar antes de hablar, cosa que se antoja difícil ante cerebros tan preclaros.
Por la parte que le toca a la iglesia católica, la pregunta podría ser esta: ¿si el matrimonio homosexual puede llevar a la humanidad a su extinción, el hecho del celibato de curas y monjas no supone exactamente lo mismo? Metiendo el dedo en el ojo, si además del celibato se constata, como así viene ocurriendo, casos de homosexualidad entre el clero, ¿no estarían ellos mismos llevando a la especie humana a la extinción por partida doble? Si lo tienen tan claro, ¿no deberían unirse los conventos y los seminarios convirtiéndolos en lugares de libre albedrío donde la promiscuidad y los nacimientos estarían bendecidos por el creador?
El problema de la natalidad se da en países con gobiernos que en nada favorecen la conciliación de la vida familiar y profesional, como el gobierno al que pertenece el señor ministro. Pero que no se preocupe, para que la especie humana no desaparezca, la iglesia católica desarrolla políticas de crecimiento demográfico en los países menos desarrollados, aunque eso suponga malnutrición, mortalidad infantil por falta de medios médicos, etc. Todo sea por aumentar la grey.

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