Aunque
la estupidez, en general, no está declarada patrimonio intangible de la
humanidad, los ciudadanos de a pie, los que estamos sufriendo la crisis
económica originada, precisamente, por los poderes financieros, deberíamos
plantearnos proponer a la Unesco la declaración parcial de dicha aptitud como
característica principal, particularísima, con denominación de origen y sin que
tenga similitud con cualquiera otro colectivo del mismo rango de cualquier
nacionalidad, de la cúpula bancaria española. Está tan arraigada en su adn, que
empiezo a pensar que para llegar a los puestos de decisión de dicho colectivo
hace falta tener un cromosoma de más, precisamente ese: el de la estupidez.
Solamente acierto a pensar que en las cartas de los restaurantes donde celebran
sus comidas de trabajo los platos son del tipo: deconstrucción de la estupidez
con rúcula y esféricos de cinismo, estupidez a las finas hierbas con salsa de desahucio,
langostinos al hampa, crujientes en negro al aroma de paraíso fiscal o mafia de
almejas con caviar en sobres de dinero.
La
desfachatez e inmoralidad con la que el señor, por decir algo, Santos González,
presidente de la Asociación Hipotecaria Española, ha rechazado frontalmente la
dación en pago raya en la caradura más absoluta y produce rabia ante la
insensibilidad con la que este tipo de sujetos trata los dramas familiares
ajenos que se están originando con los desahucios que se producen a diario en
este país de pandereta y castañuela. Su miseria profesional, esa que le debe
haber servido para ocupar su puesto, le lleva, incluso, a manifestar que el
sistema financiero español es de los mejores de Europa, y, como en el teatro de
la desmemoria, se olvida de que ese supuesto Edén bancario español está siendo
rescatado por la Unión Europea, ante el abismo económico abierto por la torpeza
e inutilidad manifiesta, con visos de premeditación y alevosía, con la que
actuaron a la hora de gestionar los recursos. Conclusión: 100.000 millones de
euros que vamos a tener que pagar los españoles.
Siguiendo
con sus manifestaciones, puede llegar uno a creer que está frente al concepto
absoluto del cinismo moderno. Que aquella escuela filosófica griega, fundada
por Antístenes en el siglo IV A.C., sucumbió ante la falta de un líder con la
clarividencia del señor Santos González, compendio de todas las virtudes que la
definieron. Con una prima de riesgo por las nubes, que nos impide salir a
flote, unos mercados financieros recelosos de los cantos de sirena que desde el
gobierno proclaman la seriedad española en estos temas y un entramado
empresarial destruido, a este señor le preocupa que España pierda credibilidad
como país y la viabilidad del sistema financiero si se produce la aceptación de
la dación en pago. Y esto, en realidad, es al revés de cómo lo define este
tipo: España ha perdido su credibilidad por dirigentes como él que
conscientemente se saltaron todos los principios del buen gobierno bancario y
abocaron a la ruina al conjunto de los españoles y a la mayoría de las pequeñas
y medianas empresas. Su pedigrí profesional es lo que hace perder la
credibilidad española ante el resto del mundo y que nos avergoncemos ante el
hecho de tener la misma nacionalidad.
Sin
embargo, tanto va el tonto a la fuente que al final se cae en ella. Manifiesta,
sin ningún tipo de rubor, que aceptar la dación en pago supone asumir que se ha
producido la concesión de un mal crédito. Precisamente, “lumbreras”, eso es lo
que tratamos de proclamar los ciudadanos con la I.L.P., que fuisteis vosotros
quienes, dentro de la guerra por ver quién captaba más clientes en la época de
bonanza económica, hicisteis saltar todos los controles, ayudados, eso sí, por
la ceguera del Banco de España, concediendo créditos sin ningún tipo de
garantías. Ahora se pide desde la banca esas mismas garantías para cobrar los
créditos mal concedidos. O sea, la regla general en este país es que ellos
nunca tienen la culpa y la conclusión es que se puede dirigir un banco siendo
un Cantinflas.
El
estupor llega al paroxismo cuando uno lee que: “ha sido el sistema financiero
el que ha paralizado los desahucios y el que ha creado un fondo de vivienda
social en alquiler”, cuando ha sido la presión social en la calle la que ha
llevado al gobierno, a regañadientes, a establecer un proceso de control de
este tipo de situaciones, sin que la cúpula bancaria española haya sido la
proponente de la iniciativa, más bien se la ha tenido que comer sin sal. En
cuanto a la vivienda social en alquiler, solamente es una estafa más, ya que lo
que nos venden como contrapartida es simplemente la de seguir sacando más
dinero de las viviendas “robadas” a sus dueños e intentar sacar algo de rédito
al pozo sin fondo que supone el ladrillo en sus balances.
Para
terminar, señor Santos González, el actual sistema hipotecario español, el cual
no deja usted de alabar, no es más que un vulgar campo de concentración, donde
nos vemos hacinados los españoles mientras ustedes nos vigilan desde las
diversas torretas de estabilidad financiera imbuidos de la supuesta legitimidad
que da tener unas leyes hechas a su medida, realizadas por sus esbirros
políticos y que nos despojan de todos nuestros derechos, dando carta de
naturaleza a la gran estafa constitucional que es aquello que llaman soberanía
popular o que la soberanía reside en el pueblo. Los dramas familiares y las
muertes por desalojos no pueden ser catalogados como daños colaterales de la
crisis e ignorarlos, ni minimizar su importancia, en ese caso ya entraríamos en
la parcela de la miseria personal.
P.D.
Pido perdón a la pandereta y la castañuela por haberlas utilizado de forma
peyorativa. En contrapartida me esmeraré más en su aprendizaje.
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