miércoles, 18 de julio de 2012

CON IRA


La caída del Muro de Berlín en 1.989 y la posterior desintegración de la Unión Soviética en 1.992, sustituida por la Confederación de Estados Independientes, puso el punto y final a la lucha de bloques políticos, este y occidente, y sistemas económicos, comunismo y capitalismo, propios de la guerra fría. El fracaso del llamado “socialismo real” trajo consigo que el sistema capitalista adquiriera la condición de “único posible” y su rápida propagación como la peste por todo el mundo. Si bien no vamos a justificar los fracasos y errores del sistema comunista, su primer gran error fue la falta de libertad de sus ciudadanos, no es menos cierto que al fracasar, nadie se cuestionó que el sistema capitalista posee la misma perversión intrínseca de dominación de las personas a través de la propia estructura económica que lo sustenta, donde con una apariencia de libertad individual, poco a poco va arrinconando a las personas más débiles con el objetivo siempre latente de conformar una sociedad de ricos y pobres, donde estos últimos solamente sean piezas de producción sustituibles al acabar su vida útil.

Los intentos de los partidos de la izquierda democrática por reconducir los desequilibrios de este sistema hacia políticas sociales y de distribución equitativa de la riqueza, han fracasado a lo largo de los años, dando alas a la imparable dictadura del dinero como único poder con valor. Todo esto siempre que hablemos de los países desarrollados o en vías de desarrollo, ya que en los países del tercer mundo, el sistema capitalista ha llevado a la semiesclavitud a amplias capas de la sociedad, creando un mundo de ciudadanos explotados y sin derechos, impropio del siglo XXI y haciendo que la palabra esclavitud adquiera un nuevo perfil, llamémosle “moderno”.

En este escenario es donde puede estarse librando lo que puede ser la Tercera Guerra Mundial. Una guerra, a diferencia de las dos anteriores, donde la maquinaría militar no es el arma principal, sino el capital. El capitalismo salvaje, embriagado de triunfo y sin un enemigo de perfil nítido, va arrasando países y pueblos, armado de mercados, de futuros, de sicav, de posiciones a corto, de preferentes, en suma, de ingeniería financiera, difícilmente entendible por el ciudadano normal, al que sumergen en una tela de araña de la que es imposible escapar. Conquistado el tercer mundo, han hecho del mundo occidental su última batalla. Aunque cabría decir que no de todo el mundo occidental. En esta guerra de nuevo cuño, la línea divisoria entre sistema económico y ciertos países resulta muy difusa. Nunca se sabe cuánto de amigos o enemigos tienen. El agresor principal permanece en la sombra, solamente identificable por los resultados y sus beneficiarios, utilizando a los países en posición más solida financieramente como instrumento para agredir sin vergüenza y con una virulencia nunca conocida, a los países con una estructura financiera en posición inestable.

Pero al igual que en la primera y segunda guerra mundial, este nuevo agresor necesita en su locura de conquista y ocupación de colaboracionistas internos en las nuevas naciones expropiadas. Como modelos renovados a semejanza del Régimen Colaboracionista de Vichy, se establecen en estos países, con la anuencia criminal de una parte de la sociedad, crean nuevos e infames sistemas económicos encuadrados bajo el paraguas formal de ajustes y rescates del sistema democrático, cuya acción sobre el pueblo llano se muestra con una virulencia ideológica más propia de los estados satélites establecidos por la Alemania nazi en Noruega, Hungría o Croacia. De esta manera, el capitalismo agrega nuevos estados vasallos, despojados de su independencia y libertad.

Los colaboracionistas de los países conquistados, han hecho su labor de zapa con una primera agresión de corte económico. Los esbirros del poder financiero socavan las estructuras de producción y la economía doméstica de las familias, empujándolas hacia una vorágine consumista cegados por las luces del colores del triunfo del dinero. Una vez en sus garras, son culpabilizados del colapso económico y se le imponen sacrificios y ajustes cuyo único objetivo es recoger el dividendo y la plusvalía que la conquista merecía. En un segundo paso son los colaboracionistas del poder político los que establecen los mecanismos legales y policiales de corte autoritario, para que la sociedad quede maniatada y sin medios de defensa ante esta agresión.

Y aquí estamos, España. Un gobierno sustentado en una derecha montaraz y rupestre, inclinando la cabeza ante los mercados. Los bancos ya hicieron su trabajo originando el agujero económico que ha dado lugar a la ocupación de facto. Es ahora cuando el poder político hace visible su verdadera faz, entregando a sus verdaderos amos, los mercados capitalistas, las vidas de los ciudadanos a los que debería proteger. Mientras tanto el poder judicial mira para otro lado dando carta de naturaleza al expolio y eliminando a los miembros que ejercen la justicia sin condicionamientos de clase.

En su borrachera de triunfo se aplauden a sí mismos con la tontuna endogámica de los que no saben que ni siquiera ellos son dueños de su futuro. Cuando no sirvan bien a sus amos, serán expulsados de la misma manera que ellos nos expulsaron a nosotros. Mientras tanto seguirán con su robo masivo, si, robo, producto de un poder ilegítimo conseguido con mentiras, si nos somos capaces de rebelarnos y oponer con su misma virulencia, en la calle, en los centros laborales, en las aulas, etc, nuestro rechazo. Constituyámonos en resistencia, en maquis, y saboteemos insistentemente, sin descanso, todas sus estructuras.

Yo no les tengo miedo. ¿Y tú? Que vengan, les estaremos esperando con las armas de la razón, de la justicia social, de la solidaridad. Pero esta vez teñidas de rabia, con la fuerza de la razón y del puño. Sin temor, sin agachar la cabeza bajo el peso de la resignación cuando estemos frente a frente. Al contrario, le señalaremos con el dedo y les espetaremos en su cara toda nuestra determinación a no ser utilizados. De nosotros depende que este país sea un lugar donde poder vivir con dignidad y libertad o que, por el contrario, sea uno más dentro de la lista de países asolados por la barbarie fascista que nos gobierna.       

2 comentarios:

  1. No hay nada más que añadir!! un saludo.

    Noe

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    1. Gracias, Noelia. Ni un paso atrás sino para tomar impulso y joderlos como ellos intentan con nosotros. Desde ahora los ricos también pagan.

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