La
caída del Muro de Berlín en 1.989 y la posterior desintegración de la Unión
Soviética en 1.992, sustituida por la Confederación de Estados Independientes, puso
el punto y final a la lucha de bloques políticos, este y occidente, y sistemas
económicos, comunismo y capitalismo, propios de la guerra fría. El fracaso del
llamado “socialismo real” trajo consigo que el sistema capitalista adquiriera
la condición de “único posible” y su rápida propagación como la peste por todo
el mundo. Si bien no vamos a justificar los fracasos y errores del sistema
comunista, su primer gran error fue la falta de libertad de sus ciudadanos, no
es menos cierto que al fracasar, nadie se cuestionó que el sistema capitalista
posee la misma perversión intrínseca de dominación de las personas a través de
la propia estructura económica que lo sustenta, donde con una apariencia de
libertad individual, poco a poco va arrinconando a las personas más débiles con
el objetivo siempre latente de conformar una sociedad de ricos y pobres, donde
estos últimos solamente sean piezas de producción sustituibles al acabar su
vida útil.
Los
intentos de los partidos de la izquierda democrática por reconducir los desequilibrios
de este sistema hacia políticas sociales y de distribución equitativa de la
riqueza, han fracasado a lo largo de los años, dando alas a la imparable
dictadura del dinero como único poder con valor. Todo esto siempre que hablemos
de los países desarrollados o en vías de desarrollo, ya que en los países del
tercer mundo, el sistema capitalista ha llevado a la semiesclavitud a amplias
capas de la sociedad, creando un mundo de ciudadanos explotados y sin derechos,
impropio del siglo XXI y haciendo que la palabra esclavitud adquiera un nuevo
perfil, llamémosle “moderno”.
En
este escenario es donde puede estarse librando lo que puede ser la Tercera
Guerra Mundial. Una guerra, a diferencia de las dos anteriores, donde la
maquinaría militar no es el arma principal, sino el capital. El capitalismo
salvaje, embriagado de triunfo y sin un enemigo de perfil nítido, va arrasando
países y pueblos, armado de mercados, de futuros, de sicav, de posiciones a
corto, de preferentes, en suma, de ingeniería financiera, difícilmente
entendible por el ciudadano normal, al que sumergen en una tela de araña de la
que es imposible escapar. Conquistado el tercer mundo, han hecho del mundo
occidental su última batalla. Aunque cabría decir que no de todo el mundo
occidental. En esta guerra de nuevo cuño, la línea divisoria entre sistema
económico y ciertos países resulta muy difusa. Nunca se sabe cuánto de amigos o
enemigos tienen. El agresor principal permanece en la sombra, solamente
identificable por los resultados y sus beneficiarios, utilizando a los países
en posición más solida financieramente como instrumento para agredir sin
vergüenza y con una virulencia nunca conocida, a los países con una estructura
financiera en posición inestable.
Pero
al igual que en la primera y segunda guerra mundial, este nuevo agresor
necesita en su locura de conquista y ocupación de colaboracionistas internos en
las nuevas naciones expropiadas. Como modelos renovados a semejanza del Régimen
Colaboracionista de Vichy, se establecen en estos países, con la anuencia
criminal de una parte de la sociedad, crean nuevos e infames sistemas económicos
encuadrados bajo el paraguas formal de ajustes y rescates del sistema
democrático, cuya acción sobre el pueblo llano se muestra con una virulencia
ideológica más propia de los estados satélites establecidos por la Alemania
nazi en Noruega, Hungría o Croacia. De esta manera, el capitalismo agrega
nuevos estados vasallos, despojados de su independencia y libertad.
Los
colaboracionistas de los países conquistados, han hecho su labor de zapa con
una primera agresión de corte económico. Los esbirros del poder financiero socavan
las estructuras de producción y la economía doméstica de las familias,
empujándolas hacia una vorágine consumista cegados por las luces del colores
del triunfo del dinero. Una vez en sus garras, son culpabilizados del colapso
económico y se le imponen sacrificios y ajustes cuyo único objetivo es recoger
el dividendo y la plusvalía que la conquista merecía. En un segundo paso son
los colaboracionistas del poder político los que establecen los mecanismos
legales y policiales de corte autoritario, para que la sociedad quede maniatada
y sin medios de defensa ante esta agresión.
Y
aquí estamos, España. Un gobierno sustentado en una derecha montaraz y
rupestre, inclinando la cabeza ante los mercados. Los bancos ya hicieron su
trabajo originando el agujero económico que ha dado lugar a la ocupación de
facto. Es ahora cuando el poder político hace visible su verdadera faz,
entregando a sus verdaderos amos, los mercados capitalistas, las vidas de los
ciudadanos a los que debería proteger. Mientras tanto el poder judicial mira
para otro lado dando carta de naturaleza al expolio y eliminando a los miembros
que ejercen la justicia sin condicionamientos de clase.
En
su borrachera de triunfo se aplauden a sí mismos con la tontuna endogámica de
los que no saben que ni siquiera ellos son dueños de su futuro. Cuando no
sirvan bien a sus amos, serán expulsados de la misma manera que ellos nos
expulsaron a nosotros. Mientras tanto seguirán con su robo masivo, si, robo,
producto de un poder ilegítimo conseguido con mentiras, si nos somos capaces de
rebelarnos y oponer con su misma virulencia, en la calle, en los centros
laborales, en las aulas, etc, nuestro rechazo. Constituyámonos en resistencia,
en maquis, y saboteemos insistentemente, sin descanso, todas sus estructuras.
Yo
no les tengo miedo. ¿Y tú? Que vengan, les estaremos esperando con las armas de
la razón, de la justicia social, de la solidaridad. Pero esta vez teñidas de
rabia, con la fuerza de la razón y del puño. Sin temor, sin agachar la cabeza
bajo el peso de la resignación cuando estemos frente a frente. Al contrario, le
señalaremos con el dedo y les espetaremos en su cara toda nuestra determinación
a no ser utilizados. De nosotros depende que este país sea un lugar donde poder
vivir con dignidad y libertad o que, por el contrario, sea uno más dentro de la
lista de países asolados por la barbarie fascista que nos gobierna.
No hay nada más que añadir!! un saludo.
ResponderEliminarNoe
Gracias, Noelia. Ni un paso atrás sino para tomar impulso y joderlos como ellos intentan con nosotros. Desde ahora los ricos también pagan.
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