Ya es lunes. Otra Semana
Santa ha caído. Desde hace once días la ciudad se convierte en un lugar sitiado
en el que todo lo que no sea participar en alguno de los actos programados, ya
sea como penitente, cargador, directivo o mero espectador, es visto como
traición a la supuesta tradición que todos debemos llevar a gala por decreto,
independientemente de que seas ateo, agnóstico, etc. La individualidad
religiosa que cada uno pueda tener, si es que la tiene, se convierte en
espectáculo de masas a mayor gloria de una jerarquía eclesiástica que aprovecha
cualquier ocasión para hacer proselitismo de anuncio e impedir que la lógica y
la razón separen del devenir ciudadano un hecho, como el religioso, que nunca
debió salir de la más estricta intimidad.
Para ello, se siguen
representando procesiones desubicadas de la lógica del tiempo y, en una especie
de bucle temporal, Jesús de Nazaret es llevado a la cruz antes de que haga su
entrada, por supuesto triunfal, en Jerusalén. Pero no una, sino dos veces. Por
insistencia que no quede. Claro que, con el hecho de no dejar ningún día y hora
sin procesión, el domingo triunfal, aquí en Zamora, nos hemos inventado otra
procesión, con parte de la del Santo Entierro del viernes santo, que chirría
con lo ocurrido por la tarde. Alegría infantil congelada prácticamente en horas,
como queriendo indicar que salvo el dolor, lo demás no interesa. Así se va
pasando la semana, de crucifixión en crucifixión, reiteración apocalíptica y
pesada en grado sumo, hasta el domingo de resurrección, en el que para que siga
representándose tamaño espectáculo se resucita al múltiple enterrado.
Uno tiene la impresión,
visto desde fuera, de que todo este espectáculo no es más que un lavado de
conciencia de una ciudadanía que el resto del año carece del más mínimo interés
por los asuntos de su confesión. Cualquiera puede comprobar como a cualquier
hora de misa de cualquier iglesia, los feligreses asistentes al oficio son
llamativamente escasos. Esto choca con la gran muchedumbre que durante esta
semana se lanza a la calle imbuida del espíritu religioso dominante. Es como si
el olor a almendra garrapiñada los hiciera despertar de la profunda apatía con
la que el resto del año adornan su vida, experimentos de Paulov aparte. Al
acabar la semana pueden creer que han expiado sus pecados, sobre todo los que
participan activamente desde dentro de las organizaciones semanasanteras, ya
que el resto del año se han dedicado al “navajeo” más obsceno, entiéndase “navajeo”
como intriga.
En fin, que otro año se
ha perdido la ocasión de enmendar errores del pasado y hemos vuelto a ver
desfilar pasos de semana santa escoltados por fuerzas de seguridad del estado…
de todos, pasos llevados al ritmo del himno nacional, que teóricamente es… de
todos, al representante municipal, en este caso la alcaldesa, ofreciendo el
silencio de la ciudad en nombre de todos, como si… todos fueran católicos.
Igualmente, y debido a la lluvia que ha caído durante estos días, hemos oído
expresiones como “el cielo está de luto”, por el nublado gris, y el “cielo también
llora por la muerte de Cristo”, en esa ambición sin límites de convertir
también a la naturaleza en instrumento divino. Yo simplemente pienso que, si
hubiera que darle una interpretación religiosa al fenómeno atmosférico, no es
más que el castigo del señor por tanto peloteo anual cuando el resto del año si
te he visto no me acuerdo.
Mientras tanto y con la
que está cayendo en el terreno económico, el país cierra por vacaciones durante
una semana, que ya es cerrar, y el verdadero diablo, un señor con aspecto
patibulario, llamado De Guindos, nos cuela de refilón nuevos ajustes, esta vez
en medios tan sensibles como la sanidad y la educación. Nos lo tenemos merecido
por meapilas y cretinos. Solamente un apunte más: ¿a quién se le habrá ocurrido
poner las vacaciones escolares después de las fiestas? Es como construir un
puente y ponerlo desde la orilla del río en dirección tierra adentro. Además,
si la mayoría de los padres tienen que coger días de vacaciones para cuidar de
los hijos, habrá que sumarle otra semana de cierre a la propia semana santa.
Puede que entremos en el cielo, pero de Europa nos echan.
En fin, que no hay que
preocuparse, el año que viene seguro que hay más que para eso lo resucitamos,
aunque me da la impresión de que cualquier año se cansa y nos manda a freír
espárragos. Bueno, mejor un “dos y pingada”.
Hola Carlos. Felicidades por tu blog, donde leo una opinión muy sagaz, aguda y lúcida con la que siento empatía.
ResponderEliminarLa iglesia lleva siglos perdida en un abismo del que no sabe salir. Hasta hace no mucho, aunque perdidos, la política del miedo, la aceptación del sufrimiento y el dolor, les mantenía en el poder, con una población temerosa y paralizada por el miedo con que les despertaban cada día, en cada misa, en cada juicio...
La semana santa, así como el vaticano en sus desplazamientos, y el mejor ejemplo está muy cercano en la visita del papa a madrid del pasado verano, es todo un show, un espectáculo sin más fin que el autobombo, la publicidad, y la captación de nuevos abonados. El que no estuviera en madrid para verlo, se perdió una pequeña oportunidad de ver como, el señor dueño de "Los Quicos" (manda huevos el nombre, aunque más aún su bibilia particular), a rebufo del papa de roma, el último día de la visita, con la gentileza del ayuntamiento de madrid para cederles la plaza de Cibeles y un escenario con cientos de altavoces, guitarra en mano y cantando, pidió voluntarios jóvenes para ir predicando el evangelio "De los Quicos" por el mundo...Me dejó patidifuso ver como críos de apenas 17 o 18 años corrían al escenario para apuntarse al voluntariado...
En fin, sólo siento un profundo respecto por la religión por que gran parte de mi familia fue y aún sigue siendo muy católica, más que por la religión, la siento por estas personas, a las que quiero y no pienso predicar contra sus creencias. Mi total respecto hacia ellas y hacia su fe. Yo, cada día más atea, sin embargo no lo soy del todo por educación, porque las cosas en la infancia penetran como el fuego en la madera seca, y porque tengo un lado bastante espiritual.
El último espectáculo lo dio el obispo de alcalá de _Henares. Aprovechando las cámaras de televisión española, que están obligadas a dar cada domingo una misa, y ver aumentado significativamente el número de observadores, se marcó un discursito que no tiene desperdicio, asimilando homosexualidad y prostitución, entre otras brillantes cosas.
Cada vez que entro en una misa, (no lo hago por obligación, menos por fe, sino por curiosidad) por supuesto por funerales, bodas, bautizos o comuniones, entiendo perfectamente porqué no hay gente joven en sus templos.
Un abrazo fuerte, Zamorano Gaitón
Alfonso B (Fon)
me gustan las almendras garrrrapiñññadas, me ponen.... y las vacaciones de los escolares mucho máás, y los padres que estudien el calendario escolar antes de ponerse a traer hijos a este mundo de "la educación..... oli
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