Mercado de divisas. Mercado de
valores bursátiles. Mercado de futuros. No existen mercados de sonrisas, de
caricias, de emociones. Supongo que con este tipo de cosas no se gana dinero y
por tanto la gran estructura financiera mundial no lo considera necesario para
sus intereses.
Es curioso, pero para cada actividad
financiera que se nos pueda ocurrir, existe un lugar donde mercadear con ella.
En el sistema económico capitalista en el cual estamos inmersos, siempre hemos
oído decir que hay que dejar a los mercados que se regulen solos. Esto quiere
decir que el estado no ponga límites a su funcionamiento. Normalmente este tipo de comentarios viene
siempre de la parte favorecida por los mismos, es decir los empresarios, o por
la parte política que los sustenta, y por tanto el grueso de la población sufre
los vaivenes de dichos mercados sin ni tan siquiera con el derecho a participar
con su opinión.
Siempre me ha producido cierta
inquietud el mercado de futuros. Ya no se conforman con mercadear con lo suyo y,
casi siempre, con lo de los demás, sino que, además, mercadean con
posibilidades a largo plazo, que en un futuro pueden estar muy lejos de su
confirmación. Este tipo de mercados es una de las mayores perversiones
financieras que el mundo económico ha creado. Si compro trigo a largo plazo
pensando que el precio va a subir previendo un desabastecimiento y luego los
indicadores van mostrando que no se va a producir dicha situación, ¿no estaré
tentado a influir para que los parámetros me sean favorables? Una acumulación
en años anteriores para que la escasez de trigo se produzca e incluso una
guerra local puede hacer que los bolsillos de los mangantes, perdón magnates,
se llenen como tenían previsto. Pero, ¿quién lo sufre? La población que tendrá
que pagar más por el precio del pan. Y esto se está consintiendo por parte de
los gobiernos de los países englobados dentro del gran sistema capitalista.
Otro caso es el de las Bolsas. Un
lugar idóneo para hacer las prácticas de psiquiatría aplicada. Se quema en
Australia la empresa de maderas McDonald, y bajan las acciones de Perfumerías
San Telmo en España. Nadie entiende la ligazón, pero no os preocupéis, cuando
suban al día siguiente estas últimas, alguien, que no seremos nosotros, habrá
ganado mucho dinero.
Pero, ¿quién está, realmente, detrás
de los mercados? Porque solos no se mueven. Si lo que prima es el beneficio,
alguien los debe de mover para poder llevárselo. Ahora estamos asistiendo a una
especia de guerra entre los países y los mercados. Estos últimos atacan a los
primeros poniendo en peligro sus economías y su crecimiento futuro. Se da la
paradoja de que los mercados atacan un día, haciendo bajar las Bolsas y
subiendo las primas de riesgos, y al día siguiente los periódicos nos dicen que
los mercados aflojan su presión y que la situación se normaliza. ¿Cómo puede
ser que los mercados varíen su actuación tan radicalmente, cuando va en función
de la situación financiera de un país, que de un día a otro no cambia?
Asistimos perplejos a la impotencia
de las autoridades políticas para revertir la situación, cuando han sido ellos
quienes han creado el sistema financiero que ha favorecido el crecimiento
incontrolado de este tipo de terrorismo económico en contra de la población. En
vez de favorecer medidas para la recuperación económica, se adoptan medidas de
austeridad para complacer a los mercados, dando así carta de naturaleza a la
actuación desestabilizadora de los especuladores financieros. Si el hombre y la
mujer son los únicos animales que tropiezan dos veces en la misma piedra, los
que componen los gobiernos de turno deben ser los más tontos entre los
escogidos y van tropezando una y otra vez con los grandes peñascos que el
libertinaje de los mercados van poniendo en el camino económico del mundo
occidental.
Se impone un control riguroso de
estos mercados, que tan dañinos están siendo para la gente común. Los gobiernos
tienen el deber de controlar estas actividades financieras y exigir
responsabilidades, civiles y penales, a los autores de esta debacle financiera
que solamente hace que obtengan más beneficios, cargando todo el peso del
sacrificio en los trabajadores y llevando a los países a ruina económica.
El problema es que los políticos que tienen el poder para poder cambiar esto, son los mismos magnates que mueven el dinero, y si no lo son directamente, seguro que muchos tienen acciones en las grandes empresas que provocan todas estas situaciones. Solo hay que ver donde acaban cuando dejan la política. No recuerdo que ninguno esté trabajando ahora por 1000 € en el puesto que dejó hace años.
ResponderEliminarComo siempre das en el clavo, amigo Carlos.
Malditas hemorroides...
un saludo
Noelia